La casa en la que vivió el mítico guitarrero almeriense abre sus puertas al público tras un proceso de musealización

La guitarra española es un instrumento clásico que forma parte de la historia viva de nuestro país y que, además, se ha convertido en todo un signo de distinción.

Es por este motivo que figuras como la de Antonio de Torres, “padre” de este modelo tan significativo, cobran especial relevancia. Como tenemos la suerte de que era almeriense, contamos con un par de lugares para visitar en su honor dentro de la capital y empaparnos con su historia.

Casa Museo Antonio de Torres | María del Mar Ramón/QVEA
Casa Museo Antonio de Torres | María del Mar Ramón/QVEA

Uno de ellos, que vuelve a ser visitable, es la casa (ahora musealizada) del célebre guitarrero. Tras permanecer cerrada al público durante años, vecinos y visitantes ya pueden disfrutar otra vez de la Casa Museo Antonio de Torres, un mágico rincón en el que se respira arte e historia de la guitarra española.

La casa de La Cañada en la que Antonio de Torres vivió durante una gran parte de su vida y en la que, además, pasó sus últimos días, es también la singular testigo de la creación de muchas de sus piezas.

Ahora, este espacio se ha convertido en un encantador museo-taller que le rinde homenaje y que es una visita imprescindible para todo amante de la historia y, en especial, de la guitarra.

Antonio de Torres, el reinventor de la guitarra española

Antonio de Torres Jurado nació en La Cañada de San Urbano en 1817. Posteriormente se trasladaría a Vera, y las investigaciones apuntan a que fue allí donde iniciaría su formación en la construcción de guitarras tras años trabajando como carpintero.

Su vida transcurrió a intervalos entre Almería, Granada y Sevilla, huidizo dentro del agitado contexto español de la segunda mitad del siglo XIX. Sus aportaciones en el ámbito de la construcción de instrumentos y su poco miedo a innovar no tardaron en dar sus frutos.

Vitrina de guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA
Vitrina de guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA

Tomando como base la construcción de la vihuela de mano española, Antonio de Torres ha pasado a la historia de la música por fijar una nueva concepción del modelo de guitarra. Esta es conocida a día de hoy como guitarra de concierto o guitarra clásica española.

Sabemos que el guitarrero fabricó sus instrumentos a lo largo de dos periodos diferenciados. El primero, de 1852 a 1869, transcurrió en Sevilla. Sería allí donde entablaría amistad con el guitarrista, también almeriense, Julián Arcas. Guitarrero y guitarrista forjaron una gran relación y sus respectivos trabajos comenzaron a estar estrechamente unidos.

El segundo periodo, de 1875 a 1892, trajo a Antonio de Torres de vuelta a Almería. En él, comenzó a numerar sus instrumentos y es por ese motivo que sabemos que llegó a fabricar hasta 155 guitarras. Aunque esta lista se vaya ampliando de cuando en cuando, cuando algún nuevo instrumento con su firma aparece de forma casual en algún domicilio particular.

Entre sus aportaciones, además, Antonio de Torres renovó la llamada guitarra de tablao, es decir, la guitarra flamenca decimonónica. Sus innovaciones fueron seguidas y llevadas a la practica por la mayoría de constructores, desde la escuela madrileña a la alemana, pasando también por Estados Unidos.

A lo largo de su vida, el lutier llegó a proporcionar guitarras a los concertistas más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX, como José Rojo, Paco de Lucena, Francisco Tárrega, Miguel Llobet o el ya mencionado Julián Arcas, entre muchos otros.

La Casa Museo Antonio de Torres

Ilustración de una de las guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA
Ilustración de una de las guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA

La Casa Museo Antonio de Torres se encuentra dividida en dos plantas en las que se respira arte y cariño por el instrumento de cuerda.

En la planta de abajo, tras pasar el vestíbulo, nos encontramos con la zona perteneciente a la Peña Flamenca creada en su honor y que lleva su nombre.

Las paredes se encuentran ornamentadas con fotografías e ilustraciones tanto de la peña como de Antonio de Torres y sus instrumentos. En ellas, el culto a la guitarra puede respirarse a través de cada uno de sus rincones.

Recreación del taller de Antonio de Torres

En la planta de arriba, por otra parte, se encuentra el tesoro oculto de esta casa: una recreación del taller de guitarrero que Antonio de Torres poseía en aquel mismo lugar, y entre cuyas paredes se encerraba a fabricar guitarras en soledad.

Recreación del Taller de Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA
Recreación del Taller de Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA

Pese a que no ha sido posible conservar los moldes originales, ni tampoco las plantillas y herramientas que pertenecieron al lutier (tres de estas piezas sí que se encuentran exhibidas a día de hoy en el Museo de la Guitarra de Almería que también lleva su nombre y situado a espaldas de la plaza de la Catedral de Almería), Juan Francisco Salvador Giménez, el biznieto de Torres, aportó esta cuantiosa donación proveniente de su propio taller, el cual goza de un gran prestigio en países como Japón.

En el taller recreado dentro de esta Casa Museo podremos admirar desde un banco de carpintero hasta moldes, planos, plantillas y maderas, además de piezas a medio hacer. Toda clase de elementos que son utilizados en la elaboración de guitarras y que crearán en el visitante la sensación de estar frente a un estudio real.

Además, expuestas en esta misma planta, encontraremos algunas guitarras creadas por el propio biznieto, a lo largo de una gran vitrina también cedida por este.

Cuándo ir y cómo llegar a la Casa Museo Antonio de Torres

Podemos visitar la Casa Museo Antonio de Torres todos los sábados del año. El horario de verano (del 1 de junio al 30 de septiembre) es de 10:30 a 13:30 y de 18:00 a 21:00 horas. Con horario de invierno (del 1 de octubre al 31 de mayo) será visitable de 10:30 a 13:30 y de 17:00 a 20:00 horas.

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Una bonita forma de llegar a la Casa Museo Antonio de Torres es pasando por la plaza de La Cañada, que también lleva su nombre. En ella, además, podremos admirar el monumento que se encuentra expuesto en su honor.

En el centro de la plaza, donde también se halla la iglesia del barrio, encontraremos la simbólica fuente con el busto del guitarrero. Le acompaña una gran figura de ‘La Leona’, una de sus guitarras más célebres, perteneciente también a su amigo Julián Arcas, coronando el conjunto.

Monumento en la plaza Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA
Monumento en la plaza Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA

Tras visitar el monumento, bajaremos por la Carretera de Níjar y, tras girar a la derecha, nos adentraremos en la calle Real. Caminaremos por esta hasta dar con la Casa Museo Antonio de Torres, en el número 58, cuya fachada no nos pasará desapercibida.

Dónde comer tras visitar la Casa-Museo Antonio de Torres

Tras la visita a este rincón tan emblemático, podemos dar un paseo por La Cañada y quedarnos a comer. Una parada que nos queda muy cerca, si salimos de vuelta hacia la Carretera de Níjar, es el New Zirok’s.

En este bar, situado junto al Mercadona de La Cañada, son muy populares la pota a la plancha y sus famosas y copiosas parrilladas de pescado.

Como la Casa Museo Antonio de Torres solo la podremos visitar los sábados, sería recomendable que reservásemos mesa de antemano, pues durante el fin de semana lo encontraremos concurrido.

El Pabellón de Historia Natural, situado en el Campus de la Universidad de Almería (UAL), reabre sus puertas

El Pabellón de Historia Natural de Almería es joven, pero la necesidad de un atractivo de este tipo en la capital lo han consolidado rápidamente como una de las actividades destacadas en la visita a Almería.

El centro nace a través del Centro de Investigación de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería (UAL), CEOUAL. Este fue creado en 2015 con la intención de aunar las colecciones existentes en la provincia de Almería, tanto de particulares como de investigadores de la propia Universidad, en cuyo Campus se sitúa.

Acceso al Pabellón de Historia Natural

Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA
Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA

En la entrada del Pabellón de Historia Natural de Almería nos recibe un pequeño jardín con plantas de la zona del sureste del Mediterráneo. Muchas de ellas, marcadas con un pequeño cartel en el que se especifica su nombre común y científico, son fácilmente reconocibles por los almerienses.

Sorprende también, dentro de los tonos ocres y estériles un pequeño estanque en el que algunas flores aportan un tono de color junto con el letrero que da nombre al espacio.

Una vez dentro, llama la atención la presencia de fotos antiguas de una mujer, a la que pronto identificamos como Jimena Quirós, la primera oceanógrafa almeriense y también la primera de España en embarcar en una campaña oceanográfica.

Panel con información de la oceonágrafa almeriense Jimena Quirón. | Tito S./QVEA
Panel con información de la oceonágrafa almeriense Jimena Quirón. | Tito S./QVEA

La científica consiguió el hito de ser la primera mujer contratada por el Instituto Español de Oceonografía (IEO). Implicada también en la política, la almeriense dedicó parte de su carrera a luchar por los derechos de sus compañeras como el acceso a unos estudios o el trabajo remunerado.

Hoy, tras sufrir el cese de su actividad durante la dictadura franquista, su nombre aparece en el primer Pabellón de Historia Natural del Almería junto con el título ‘Descubre las maravillas de la naturaleza’. Unas maravillas que Quirós ya intentó transmitir durante su etapa como docente y de las que hoy día daría buena cuenta, defendiendo, además, el ecosistema natural de la provincia.

Dentro del Pabellón de Historia Natural de la UAL

Una vez dentro del Pabellón de Historia Natural, en las vitrinas el visitante puede encontrar una amplia muestra de aves, plantas, mamíferos, rocas, minerales como la calcita o concentraciones de arenisca. Todos ellos expuestos en una trabajada simulación de su área natural. Sorprende, además, la presencia de maquetas de polen y herbario de la propia zona de la Universidad.

Interior del Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA
Interior del Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA

El paseo contempla un auténtico viaje por nuestros orígenes y el mundo natural que nos rodea, desde microorganismos hasta grandes ciervos o jabalíes, con especial atención a la historia que revelan algunos fósiles.

Existe también una parte dedicada a la paleontología, que cuenta también con una exhaustiva cronología sobre la evolución y lo que podemos aprender de ella; desde los dinosauros y atravesando distintas etapas históricas.

Una de las funciones del museo es también la de concienciar sobre la desaparición de especies propias de la provincia que hoy se han extinguido, como el oso pardo, el lobo, el lince ibérico, la foca monje o el corzo, dedicando una parte del mismo a intentar explicar y concienciar sobre este hecho.

Durante el tiempo que dedicamos a recorrer la primera planta del Museo de Historia Natural, los jabalíes, ciervos, las cabras montesas, el arruí o las aves rapaces como el búho real o el águila acaparan todas las miradas.

Jabalíes en el Pabellón de Historia Natural de la UAL. | Tito S./QVEA
Jabalíes en el Pabellón de Historia Natural de la UAL. | Tito S./QVEA

Exposiciones temporales en el Museo de Historia Natural de la UAL

Una de las novedades que trae la apertura de este museo es la posibilidad de visitar una exposición temporal de conchas del mundo, lo que permite a los más curiosos un paseo por los fondos marinos de África, Asia y el Mediterráneo andaluz.

Continuando con la visita, podemos observar, junto a la exposición temporal sobre conchas y moluscos del mundo, piedras preciosas desnudas como la amatista, oro nativo o rubí.

Sorprende también la zona dedicada a la comparación de georrecursos convertidos en elementos cotidianos como talco, baterías de cualquier elemento electrónico como los móviles o colorantes naturales.

Planta superior del Museo de Historia Natural

El Pabellón de Historia Natural de la UAL, desde la planta superior. | Tito S./QVEA
El Pabellón de Historia Natural de la UAL, desde la planta superior. | Tito S./QVEA

En la planta superior, además de una sorprendente vista panorámica de la primera planta, podemos visitar expositores dedicados a la etnobiología con colmenas, cera de abeja o una antigua quesera de esparto.

Las geocuriosidades ocupan otro espacio importante en la segunda planta y bajo el título ‘Almería marciana’ se da a conocer uno de los últimos estudios en los que la provincia ha sido protagonista.

Así, el prototipo del Rover Exomars, que viajará a Marte como instrumento de la Agencia Espacial Europea fue probado en el sur del Desierto de Tabernas.

El control de la misión se realizó desde Reino Unido y durante el tiempo en el que se desarrolló la investigación, la entidad tomó muestras de rocas de origen volcánico de Almería con el objetivo de hacer una comparativa con aquellas que se recogerán en el subsuelo de Marte.

‘Especies invasoras’ es otro de los títulos de una de las vitrinas y se nos viene a la mente las conocidas como cotorras argentinas, que han formado un enorme grupo entre los edificios y las palmeras del campus de la UAL.

Su incesante cotorreo ha puesto la banda sonora de nuestro paseo hasta el Museo en el que, entre estas especies invasoras, destaca el cangrejo americano o la almeja de río asiática.

La visita finaliza con un espacio dedicado a los programas en los que está inmersa la UAL, como el programa de conservación de lechuzas. En este sentido, en el espacio trabajan con estas aves que, además, cuentan con una zona en el propio campus en el que las alimentan, especialmente, durante su primera etapa vital.

Novedades a partir de septiembre

Entre las novedades de la temporada que se inicia en septiembre de 2023, se incluye el cobro de entrada (durante el mes de julio el acceso fue gratuito).

También la presencia de una ballena en el espacio, para que los visitantes puedan ver y disfrutar a este maravilloso animal desde las dos alturas que conforman el pabellón.

Asimismo, en el Museo de Historia Natural de la UAL se desarrollan también muchas actividades que van desde visitas guiadas hasta talleres. El objetivo es el de mostrar más en profundidad los secretos que esconde el museo y, por supuesto, los misterios de nuestra propia naturaleza y evolución.

Horarios y cómo llegar al Museo de Historia Natural

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El Pabellón de Historia Natural de Almería se sitúa frente al Edificio Científico-Técnico V del Campus de la Universidad de Almería y reabre sus puertas el 11 de septiembre de 2023.

Al Campus de la UAL se puede llegar desde la Autovía del Aeropuerto (AL-12), accediendo por la entrada norte hasta el parking 5, o desde La Cañada de San Urbano, descendiendo por la carrera Sacramento hasta encontrar esta misma zona de aparcamientos. El Museo de Historia Natural de la UAL se encuentra junto a la misma.

Otra manera de llegar es utilizando los distintos autobuses urbanos que recorren a diario el trayecto hasta el Campus de la UAL.

El horario de apertura del Pabellón de Historia Natural es de 10:00 a 14:00 horas y la entrada tiene un coste de 3 euros y gratis para niños de hasta 12 años.

Dónde comer tras la visita

Puesto que el Pabellón de Historia Natural se sitúa en la Universidad de Almería, si hay un lugar ‘clásico’ al que acudir es al Bar Romera del Campus.

El establecimiento ha alcanzado éxito tanto fuera como dentro del ambiente universitario y es recordado por muchos de los estudiantes que pasaron por allí por sus menús, bocadillos y típicas tapas almerienses.

 

El Museo de Arte Doña Pakyta, diseñado por Guillermo Langle y situado en la confluencia entre La Rambla y el Paseo de Almería, sorprende por su estilo vasco y acoge en su interior una buena representación del Movimiento Indaliano

El Museo de Arte Doña Pakyta sorprende al viandante con su singular arquitectura, con sus colores propios del norte y su cercanía al Paseo de Almería, como si fuera una ilusión, como si el casi centenario edificio no debiera estar donde está.

Muchos pasan por la zona provenientes del puerto. De hecho, su cercanía al mar hace que en los días nublados y fríos la brisa traiga el olor a salitre. Otros ven el singular edificio desde la posición privilegiada que les otorga una de las vías más transitadas y conocidas de la capital almeriense.

La casa vasca de Doña Pakyta

Casa vasca Museo de Arte Doña Pakyta. | María Palma Martos/QVEA
El Museo de Arte Doña Pakyta, una ‘casa vasca’ en Almería. | María Palma Martos/QVEA

El espacio acoge al visitante, que puede sentir el calor que hace décadas desprendía la chimenea que preside la entrada y sobre la que saluda Francisca Díaz, la que da nombre al actual museo del arte almeriense de 1880 a 1970.

Doña Pakyta fue una empresaria turística, filántropa y ecologista convencida que decidió donar al Ayuntamiento de Almería la que durante años había sido su casa para transformarla en un museo público.

El Museo de Arte Doña Pakyta es, realmente, una casa vasca, llamada también ‘Casa Montoya’. Así nació y así merece la pena ser recordada, diseñada por el que también fuera padre de los refugios subterráneos de Almería, la antigua estación de autobuses de la capital o la ermita de la Virgen del Mar: Guillermo Langle, quien recibió un encargo en 1928 del empresario Antonio González Egea, suegro de Doña Pakyta.

Su construcción finalizó en el año 1934, justo un año después desde que se retomaran las obras, y sus primeros moradores serían José González Montoya y la propia Francisca Díaz Torres.

Otros de los elementos más característicos del edificio son la enorme y chasqueante escalera de madera situada a la derecha y los azulejos sobre los que pisa el visitante, con formas geométricas y diferentes en muchas de sus salas.

Muchos de ellos, incluso, dejan, momentáneamente, de lado el arte expuesto en las paredes para fijarse en el que tienen justo a sus pies, una amalgama de colores y formas que nos trasladan al arte y sociedad del siglo XIX.

Museo de Arte Doña Pakyta

Museo de Arte Doña Pakyta. | María Palma Martos/QVEA

Las obras expuestas en el Museo de Arte Doña Pakyta comienzan por el siglo XIX y el siglo XX en la planta baja. En este sentido, la primera sala la preside Nicolás Salmerón retratado por José Díaz Molina. En este espacio predominan los colores oscuros, especialmente en algunos retratos.

Llama la atención la realista pintura de ‘El oso’, de Antonio Bedmar Iribarne, y un paisaje pintado por Manuel Luque Soria que bien podría ser un cortijo almeriense con sus características chumberas y sus colores ocre.

Al avanzar comienza a llegar a nuestras pupilas el color de los bodegones y también conocemos a ‘Belén comiendo cerezas’, de Pedro Antonio Martínez Expósito.

Nos acompaña en este viaje de sensaciones el color y las formas de los emblemáticos azulejos que hacen un tándem cromático perfecto con las vanguardias históricas que, sobre las paredes, ven pasar a los visitantes.

El Movimiento Indaliano

Movimiento Indaliano en Museo de Arte Doña Pakyta. | María Palma Martos/QVEA
Sala del Movimiento Indaliano. | María Palma Martos/QVEA

Las viejas escaleras de madera ponen banda sonora a la continuación de nuestro viaje a pesar de estar amortiguados por una moqueta, los pasos del visitante lo conducen hacia la segunda planta en la que el Movimiento Indaliano luce como único protagonista.

Colores tierra, rosados, azul mediterráneo e, incluso, paisajes del interior de la provincia envuelven al invitado de la Casa Vasca.

Por su parte, el Movimiento Indaliano se descubre desde sus orígenes con el retrato del poeta almeriense Villaespesa hasta paisajes reconocibles, como las luminosas terrazas de Almería, las coloridas casas de La Chanca, la Alcazaba de Almería o la captura de algunos momentos de la vida de los almerienses, como el cuadro que deja ver a una pareja en el puerto pintada por Carmen Pinteño.

Qué es el Movimiento Indaliano

El Movimiento Indaliano es un movimiento artístico y cultural que tiene su origen en la provincia de Almería con el objetivo de potenciar y dar a conocer a los artistas locales desde un punto de vista completamente diferente e innovador.

Jesús Pérez de Perceval es considerado el padre de este movimiento que tiene su origen entre los años 1924 y 1963 y que en la “casa vasca” se refleja a través el a producción de los siete pintores que conformaron el grupo inicial: Francisco Alcaraz, Miguel Cantón Checa, Luis Cañadas, Francisco Capuleto, Antonio López Díaz, Miguel Rueda o el ya mencionado Jesús de Perceval.

El Movimiento Indaliano, sin embargo, no estaba conformado solo por artistas. El “grupo indaliano” también contaba entre sus filas con escritores, médicos, abogados y personas con inquietudes culturales como Celia Viñas.

Todos ellos se reunían semanalmente en los cafés y espacios más conocidos de la ciudad y lo que comenzó siendo una tertulia acabó convertido en un grupo de vanguardia que alcanzó su mayor reconocimiento en 1947 con una exitosa exposición en el Museo Nacional de Arte Moderno en Madrid.

Un dato curioso de este movimiento radica en el empleo del Indalo, no solo nombre, sino también como firma en muchos de sus cuadros

Exposiciones temporales en el Museo de Arte Doña Pakyta: ‘La Chanca en el imaginario’

Es en la sala siete, cuando finaliza la el recorrido histórico a través del Movimiento Indaliano, el visitante puede desplazarse a la zona de exposiciones temporales a través de la que fuera la escalera del servicio.

Una escalera estrecha que conduce hasta el ‘Espacio Camina’ donde una exposición sobre el conocido barrio almeriense de La Chanca nos recibe hasta mediados del mes de octubre.

La Chanca en el imaginario‘ son fotografías en blanco y negro que se desarrollan junto con coloridos cuadros que muestran el complejo entramado urbano, social y cultural del siglo XX.

Captan la atención aquellas imágenes de La Chanca tomadas por Carlos Pérez Siquier o su compañero de travesía, Jesús de Perceval, definidos con textos de los escritores Juan Goytisolo y Ángel González.

Las imágenes son un fiel reflejo de un barrio “sin sombras, que parece haberse adueñado de la luz para la eternidad” como diría González durante las décadas de los 50 y los 60 en las que el color blanco de las casas parece entremezclarse con el olor a mar.

Exposiciones temporales en el Museo de Arte Doña Pakyta: Ginés Parra

Finaliza nuestro recorrido por el Museo de Arte Doña Pakyta con un breve paseo por el sencillo universo pictórico de Ginés Parra. Su arte se define como genuinamente ibérico y no solo por la selección de los motivos, sino por la austeridad en las composiciones y las armonías.

Cuando salimos del que fuera hogar de Doña Pakyta, la luz de Almería nos envuelve, tanto que hasta tenemos que cerrar los ojos, quizá para asimilar el viaje de casi cien años por el arte almeriense que acabamos de hacer, dejando atrás, de nuevo, esa Casa Vasca que parece no encajar con la ciudad que lo alberga.

Horarios y cómo llegar al Museo de Arte Doña Pakyta

La Casa Vasca o ‘Casa Montoya’ está situada en un punto estratégico entre La Rambla y el Paseo de Almería. Desde ambas vías se puede llegar al que fuera el hogar de Doña Pakyta y la creación de uno de los arquitectos más reconocidos en la capital.

Se puede, por tanto, acceder a la sede del arte almeriense desde varios puntos, pero si es tu primera vez en Almería o no conoces lugares dónde aparcar lo más cómodo es que aparques en el aparcamiento del Muelle de Levante y accedas a pie y dirección al Paseo de Almería hasta el museo.

El horario actual es de martes a sábado de 10:30 horas a 13:30 horas y de martes a viernes de 18:00 a 21:00 horas y la entrada es gratuita.

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Dónde comer después de la visita al Museo de Arte Doña Pakyta

Si has conocido los inicios del arte indaliano y uno de los edificios más representativos de la capital almeriense no puedes irte de la zona sin probar en el Paseo de Almería el tradicional chérigan de Parrilla Pasaje.

El chérigan es una tapa simple nacida en Almería por el antiguo propietario de este bar, al que apodaban ‘el Sheriff’. Se trata de una tosta de pan fina cortada al bies con base de tomate, ali oli o aceite que puedes complementar con tortilla, atún, pavo o anchoas, que fue bautizada como ‘Sheriff Gun’, que derivó a chérigan.

La textura crujiente de la tapa junto con una refrescante caña de cerveza convierte a este aperitivo en la combinación perfecta para la visita cultural.

La Recreación Histórica de Canteros y Caciques de Macael es uno de los días más esperados del año en el Valle del Almanzora

Macael ha estado siempre ligado al mármol. Una relación con siglos de historia que no se deteriora con el tiempo. Se fortalece. Que no se concibe el uno sin el otro. Tanto, que echar la vista hacia atrás hace aflorar los sentimientos de sus vecinos, que se les erice la piel, lloren de la emoción con los homenajes a sus canteros, se rían bailando sus músicas de antaño, o escuchen las viejas historias de los macaeleros más veteranos. Una vez al año, uno de sus días más esperados es la Recreación Histórica de Canteros y Caciques.

La Recreación Histórica Canteros y Caciques en Lucha por el Mármol nacía en el año 2017 con el objetivo de mostrar la tradición del pueblo del Valle del Almanzora. Sus calles, su ambiente, sus vecinos, y los miles de visitantes se introducen en una máquina del tiempo que les lleva hasta 1919, cuando dio comienzo el conflicto por la privatización de las canteras. Una batalla que duró hasta 1947 y durante la que los macaeleros lucharon para que no sucediese, dando lugar al ‘pleito de las canteras’.

Macael se viste de época durante todo el fin de semana en el que se desarrolla la actividad (en 2023, el 6 y 7 de mayo) paseando por sus calles arrieros, canteros, dueños de canteras, carreteros, lavanderas, chambilleros, fragüeros y otros personajes fundamentales para narrar esta historia.

Representación de los Canteros y Caciques en Macael. | María José Martínez
Representación de los Canteros y Caciques en Macael. | María José Martínez

Dónde se celebra la Recreación Histórica Canteros y Caciques de Macael

Macael se envuelve en el siglo XX en un recinto por el que se despliega el espacio escénico, situado en el Bulevar-Paseo de las Esculturas y terrenos cercanos, con una extensión de más de 6.000 metros cuadrados cuidados al mínimo detalle. Un espacio accesible para todo el mundo y que cuenta con sombras para descansar.

Este recinto cuenta con un total de 22 escenarios por los que se cuenta la historia del pleito de las canteras, pero también se recrean las costumbres de la época.

Destaca, por ejemplo, la réplica de las canteras, que puede visitarse durante todo el año, o la propia Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, así como casas y bares, en los que se sirven las tapas que hacían las delicias de los macaeleros cuando visitaban los bares del Pavero, Mariquita, Antonio Molina, el Brillantina, o el Casino de Natalia. Las escenas de teatro se funden con el espacio, mezclándose los propios actores con el público presente. En esta V edición se contará con una nueva escena dedicada a la festividad de San Marcos.

Las actuaciones musicales también tienen un papel muy importante en estas jornadas. En esta V edición los visitantes podrán disfrutar el viernes 5 de mayo del concierto de O Sister!, y el sábado 6 de mayo de la Orquesta Oro Blanco.

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El Pleito de las Canteras

Las escenas narran episodios de traiciones y luchas de poder, que fueron la base de lo que es hoy en día Macael, su cultura, su industria de la piedra, y las costumbres más arraigadas de los macaeleros.

Durante las jornadas, se aterriza en 1919, año en el que se desencadenó el conflicto, hasta llegar a un acuerdo gracias a la batalla incansable de los que llevan a sus canteras de mármol en su ADN.

Además, cada año suele haber novedades, como el año pasado con la visibilidad al oficio de amoladora. Estas eran mujeres que iban a los talleres para pulir las piezas de mármol que previamente habían sido talladas por sus artesanos. Este año se añade la festividad de San Marcos, muy importante históricamente en la localidad almeriense.

También se puede ver a través de las narrativas la ambición de los caciques, los talleres, la vida diaria en sus calles y sus casas, o como era la escuela entonces. No se olvida tampoco la dureza de la vida en las canteras, con homenaje a todos los fallecidos, o la recreación de una boda, nacimiento, y su día de la virgen.

Los actores son los propios vecinos, que se ponen en la piel de sus antepasados para contar el por qué de su presente. Más de 70 personas entre actores y figurantes, que junto al trabajo de escenografía impecable hacen vivir uno de los eventos más esperados de la comarca. El que les lleva hasta el corazón de una historia, que, hoy en día, ellos mismos siguen escribiendo.

Dónde comer en la Recreación Histórica de Macael

A lo largo del recinto se encuentran algunos de los bares típicos de los canteros, que los macaeleros visitaban cuando finalizaban sus largas jornadas de trabajo, para tomar la ‘barrecha’. Mantienen sus nombres originales y su decoración. También está la Tienda Nueva, donde todos los visitantes podrán comer y degustar productos típicos del Valle del Almanzora. Una oportunidad inmejorable para sumergirse en la gastronomía de este rincón de la provincia de Almería.

El Castillo de Guardias Viejas es uno de los máximos recursos turísticos de El Ejido y del Poniente Almeriense

Una flotilla compuesta por al menos cuatro galeras berberiscas se acerca a la costa con navegación firme desde el cercano mar de Alborán. Pretenden desembarcar, como han hecho en otras ocasiones, y rapiñar todo lo que encuentren a su paso a sangre, hierro y fuego en el sur de aquella tierra que tiempo atrás fue ocupada durante casi ocho siglos por sus antepasados.

Corre la segunda mitad del siglo XVIII y el rey Carlos III ha decidido que debe taponar lo máximo posible las vías de entrada de los temibles corsarios por el sureste de la Península, pero no solo de ellos, sino también del inminente riesgo que supone la llegada de las beligerantes flotas inglesa y holandesa o de los temibles turcos.

Cuando los piratas están lo suficientemente cerca para ser alcanzados por los proyectiles, los cuatro cañones ubicados en la parte superior de la flamante batería defensiva de Guardias Viejas, recién construida, escupen fuego en dirección este, alcanzando en sucesivos disparos a dos de los barcos. Los otros dos logran escabullirse y alejarse lo suficiente para escapar indemnes por donde han venido, rumbo al norte de África.

La defensa de la costa ha funcionado. El que es hoy, más de dos siglos y medio después, uno de los máximos recursos turísticos de El Ejido y del Poniente Almeriense se encuentra en todo su apogeo.

Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA
Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA

La historia empieza en el nombre

El mismo nombre de la localidad en la que se asienta el castillo, Los Baños de Guardias Viejas, encierra en sí numerosa información alusiva al enclave y a su gran importancia histórica.

Pese a que El Ejido es uno de los municipios más jóvenes de Andalucía (tiene tal condición sólo desde el año 1984) su impronta en el territorio data al menos de la época de la Hispania Romana, cuando lo que hoy es el municipio al que pertenecen el castillo y la pedanía de Los Baños se denominaba Murgi. Un importante asentamiento junto al Mediterráneo que tenía precisamente aquí su puerto de salida al mar.

Durante tres siglos el enclave tuvo una gran actividad comercial, a lo que ayudó la construcción de unas termas datadas en el siglo I y que fueron donadas por Lucio Emilio Dafno y descubiertas mucho tiempo después, en 1872. Son estas justamente las que dan nombre al pequeño pueblo.

Castillo de Guardias Viejas desde la batería semicircular. | Anyo/QVEA
Castillo de Guardias Viejas desde la batería semicircular. | Anyo/QVEA

Lo de Guardias Viejas, la segunda parte del nombre, viene por la relación con el aspecto estratégico, militar y defensivo del enclave, al contar con un pequeño promontorio rocoso, apenas a unos metros del mar y frente a la Punta Sabinar.

Desde aquí se domina la vista de gran parte de la costa mediterránea hasta Balanegra y Adra (la Abdera romana), hacía el oeste; y hasta Roquetas de Mar, Almería y el Cabo de Gata al este. Justo ahí se levanta el flamante castillo de Guardias Viejas.

Fueron los Reyes Católicos quienes crearon en 1497, una vez culminada la Toma de Granada, un cuerpo específico militar para la defensa costera, al que denominaron Guardias Viejas de Castilla, y que tenía su sede principal en Adra.

Historia del Castillo de Guardias Viejas

La orden de Carlos III para fortificar la costa del sureste español data del año 1764. El encargo de levantar la batería de Guardias Viejas le fue encomendado al ingeniero militar del Reino de Granada José Cramé. Tras iniciar la obra en 1769, diseñaría otras repartidas por el litoral de lo que hoy es Almería, como el castillo de San Felipe o de Los Escullos, en el actual Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, prácticamente un clon del de Guardias Viejas.

Maqueta del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA
Maqueta del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA

En el propio municipio de El Ejido existen también otras construcciones que completaban toda una red defensiva, siendo la más destacada, por su estado de conservación, la cercana Torre de Balerma, que cubría con artillería el lado de poniente del castillo de Guardias Viejas, mientras que los defensores del mismo se empleaban en el lado de Levante.

No demasiados años después de erigirse, el castillo de Guardias Viejas fue parcialmente destruido durante la Guerra de la Independencia Española, por tropas inglesas, y fue reconstruido en 1817.

Entrada al Castillo de Guardias Viejas

La única entrada al castillo de Guardias Viejas, ubicada en su lado norte, estaba protegida por un foso, que únicamente podía salvarse a través de una plataforma levadiza. Es uno de los elementos que aún hoy pueden verse con claridad durante la visita al que es el enclave patrimonial más demandado por los turistas en El Ejido.

Y es que la conservación del castillo es excelente, a lo que ayudó su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985 y la apuesta del Ayuntamiento ejidense y de la administración propietaria del mismo, la Junta de Andalucía, por restaurar sus partes más deterioradas y revalorizarlo.

Pocos metros después de franquear el portón de entrada llegamos al Patio de Armas, a través del que se vertebran las distintas estancias de la batería costera, de planta cuadrangular. Aunque, justo al entrar, ya encontramos a derecha e izquierda sendas estancias abovedadas que hoy se utilizan para distintos usos, como oficina de recepción o pequeño bar durante la celebración, cada verano, del Ciclo de Conciertos del Castillo de Guardias Viejas.

Patio de Armas del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA
Patio de Armas del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA

Configuración interior del castillo de Guardias Viejas

La configuración interior del castillo de Guardias Viejas estaba formada, amén del Patio de Armas, por cuarteles de caballería y artillería, cuadras, un polvorín y una pequeña capilla. Estancias todas ellas que hoy tienen fundamentalmente un uso expositivo, si bien lo que era la capilla sigue teniendo uso para la celebración de bodas.

El castillo cuenta con una colección permanente de indumentaria militar de la época napoleónica, así como una completa muestra de armas y otros elementos alusivos a su inspiración eminentemente defensiva.

Colección de indumentarias militares. | Anyo/QVEA
Colección de indumentarias militares. | Anyo/QVEA

Además, se exponen tres maquetas detalladas para ejemplificar los tres tipos de construcciones defensivas de la época: las atalayas (Torre de Balerma), las torres batería para dos cañones (se expone una réplica de la de Macenas), y las baterías para cuatro cañones de 24 libras, con una gran maqueta del propio castillo de Guardias Viejas.

Acceso a la parte superior

Desde el Patio de Armas se accede a la parte superior del castillo, compuesta por dos niveles. Al superior se sube por una escalera central. Una rampa conduce a la ubicación más cercana al mar, en el nivel medio del castillo, donde estaban estratégicamente colocados los cuatro cañones que tantos intentos de desembarco y ataques hubieron de repeler.

La escalera sube al nivel superior; la rampa, al nivel medio. | Anyo/QVEA
La escalera sube al nivel superior; la rampa, al nivel medio. | Anyo/QVEA

El muro está jalonado por aspilleras en todo el perímetro, pequeños huecos destinados a disparar con seguridad por parte de los fusileros. Dos pequeños torreones y la reconocible batería delantera semicircular terminan de configurar esta pequeña y efectiva fortaleza.

Huelga decir que las vistas desde este lugar, sobre todo en el momento de la puesta de sol, son fantásticas, siendo este uno de los principales atractivos del castillo, además de su gran valor histórico.

Ciclo de Conciertos del Castillo de Guardias Viejas

Desde que se inició el actual siglo XXI, el castillo de Guardias Viejas es cada verano un punto de encuentro ineludible para los amantes de la cultura en directo. El ciclo de conciertos que lleva su nombre acumula lleno tras lleno en cada uno de los conciertos de pequeño formato durante los meses de julio y agosto en el Patio de Armas. Aquí se configuran verdaderas noches mágicas junto al mar en un escenario privilegiado y con un encanto muy especial.

Y no es la única manifestación cultural relacionada con el castillo de Guardias Viejas. En el cercano núcleo de Almerimar se celebra cada verano la recreación histórica de un desembarco pirata, inspirado años atrás precisamente por la presencia de la batería militar. Esta cita moviliza a decenas de actores y voluntarios, dando vida a espectaculares escenas que, sin duda, se parecen mucho a las que vivieron siglos atrás los defensores del castillo de Guardias Viejas y los habitantes de este territorio costero.

Además, y desde un plano más social, es el castillo de Guardias Viejas igualmente un lugar muy demandado para la celebración de bodas civiles, que se ofician en su bonito Patio de Armas o en la capilla y para lo cual es necesario realizar la gestión oportuna con el Ayuntamiento de El Ejido. Se pueden celebrar tanto las ceremonias como los banquetes en sus instalaciones. Y es también un punto de interés para la realización de reportajes fotográficos, tanto en su interior como en su entorno, debido a los buenos ángulos y puntos de vista por su ubicación elevada, justo al lado del mar.

Horarios y cómo llegar al castillo de Guardias Viejas

La visita al Castillo de Guardias Viejas es gratuita y la edificación abre durante todo el año. El horario es de martes a viernes de 16:00 a 18:30 horas y fines de semana y festivos de 10:00 a 18:30 horas. Cierra los lunes.

Para acceder desde la vía principal más cercana, la Autovía del Mediterráneo (A-7), se debe tomar la salida 824, Matagorda/Guardias Viejas, y recorrer unos 5 kilómetros en dirección al mar, hasta llegar al desvío del castillo, después de cruzar la pedanía de Matagorda.

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Dónde comer si visitamos el Castillo de Guardias Viejas

El entorno del Castillo de Guardias Viejas va a recibir próximamente un importante impulso gracias a la creación del Centro de Experiencias Gastronómicas Mar&Tierra. Se trata de una infraestructura turística que realzará las excelencias de los productos locales y la cocina almeriense, en la que el Ayuntamiento de El Ejido va a realizar una importante apuesta y que completará en gran manera la visita al emblemático castillo. Se situará justo enfrente de la cara norte del castillo, en el antiguo Cuartel de Carabineros, otra construcción de inspiración militar que en muy poco tiempo va a adoptar un nuevo y atractivo uso.

Mientras tanto, merece la pena desplazarse apenas 5 kilómetros hacia el oeste y comer o cenar en el Restaurante La Lonja, de Balerma, un afamado ‘templo’ gastronómico del Poniente Almeriense, con gran protagonismo en su carta de los productos del mar y que se ubica en la propia lonja pesquera de Balerma. Desde elaboraciones tan sencillas como la fritaílla de jibia hasta todo tipo de preparaciones de pescados y mariscos, la calidad de su cocina es muy alta, y su demanda también. Es completamente recomendable reservar si no se quiere evitar llegar y no encontrar sitio.

La muralla de Adra, visible y palpable todavía varias de sus partes originales, es un fiel vestigio hoy de la realidad que vivió la población de este rincón del suroeste de Almería cinco siglos atrás

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La culminación de la Reconquista, con la toma del Reino de Granada por los Reyes Católicos en 1492, reconfiguró las fronteras y convirtió a los pueblos y ciudades surgidas a orillas del mar en puntos estratégicos para la defensa del territorio y de la población ante invasiones y agresiones externas.

Los piratas berberiscos, la flota turca o cualquier otro pueblo que osara acercarse a los dominios españoles por vía marítima, se las verían con torres de defensa, murallas, castillos e incluso recintos sagrados convertidos en fortalezas desde los que poder avisar, y también repeler, las intentonas de los invasores.

Así se forjó el que solo es un capítulo más de la extensísima historia de la antigua Abdera fenicia, el puerto natural de las fascinantes y cercanas Alpujarras. Fue justo esta comarca montañosa, intrincada y bella, el lugar donde se refugiaron miles de moriscos desde finales del siglo XV, tras la capitulación del ‘Rey Chico’ Boabdil. Adra fue lo último que este vio de la Península, cuando definitivamente puso rumbo a África.

La muralla de Adra, visible y palpable todavía varias de sus partes originales, es un fiel vestigio, hoy, de la realidad que vivió la población de este privilegiado rincón del suroeste de Almería cinco siglos atrás. Recorrerla es adentrarse en el mismo corazón de Adra.

La muralla de Adra

La reina Juana de Castilla concedió una carta de privilegios para la construcción de la muralla de Adra en el año 1505. El objetivo era fortificar la frontera sur del reino, expuesta a los ataques de piratas e invasores.

Los muros darían igualmente cobertura al castillo-presidio que había sido erigido poco antes frente al mar por orden de los Reyes Católicos, en 1492, y del que hoy lamentablemente ya no queda nada. Alguien, en la segunda mitad del siglo XIX, concluyó que era una buena idea derribarlo para construir una pescadería.

Maqueta del recinto amurallado de Adra, en el interior del Cubo del Cementerio Viejo. | Anyo/QVEA
Maqueta del recinto amurallado de Adra, en el interior del Cubo del Cementerio Viejo. | Anyo/QVEA

Este emplazamiento, además, era de capital importancia por ser el puerto de Las Alpujarras, una de las principales salidas al mar del Reino de Granada. Adra, que se enmarca administrativamente en el Poniente Almeriense, históricamente siempre estuvo adscrita a Las Alpujarras, territorio con el que sigue guardando una estrecha vinculación.

Con un perímetro de 475 metros y forma hexagonal irregular, la muralla de Adra contaba con dos puertas, la del Mar y la del Campo (sur y norte). También siete torreones, una pequeña guarnición militar y un centenar de modestas viviendas intramuros que constituían la villa fortificada, habitadas en su mayoría por población llegada desde otros territorios más al norte.

El espesor de los muros de esta defensa básica de la villa era de 1,45 metros. Restos tanto de paños de muralla como de torreones han llegado a nuestros días y permiten al visitante tocarlos, adentrarse en aquella convulsa época mientras recorre el centro neurálgico de Adra, siguiendo los pasos de nuestros bravos antepasados.

La Torre de la Vela: inicio del recorrido por la muralla de Adra

Torre de la Vela, inicio del recorrido por la muralla de Adra. | Anyo/QVEA
Torre de la Vela, inicio del recorrido por la muralla de Adra. | Anyo/QVEA

Comenzamos el recorrido por la muralla de Adra en la Torre de la Vela, de la que toda fortaleza que se precie dispone. Es decir, el torreón más adelantado del recinto y el más cercano al mar, el primero en divisar el peligro.

En la muralla de Adra, a este torreón se le conoce como Cubo de la Carrera, por su ubicación en la avenida seguramente más importante del municipio, la Carrera de Natalio Rivas. Esta se extiende paralela a la línea de costa y no es más que un tramo de la Carretera de Almería.

Hoy en día puede parecer que su altura no es especialmente significativa, pero en aquella época su utilidad era máxima. Su conservación es muy buena y se encuentra en mitad del entramado urbano, adosado prácticamente a un bloque de viviendas. Está, eso sí, flanqueado por pequeñas secciones de paño de muralla que dan perfecta idea del recorrido que seguía el muro en ambas direcciones. El viajero se sorprende a menudo con la aparición de este vestigio medieval mientras pasea por la acera, en lo que se configura como un rincón de Adra, sin duda, único.

Puerta del Mar y Torreón de don Pablo de Moya

El recorrido continúa en dirección oeste, hacia lo que hoy es la plaza de la Puerta del Mar, en honor a la que era una de las dos entradas al recinto amurallado. La misma disponía de un revellín, o pequeño muro adelantado para redoblar su protección. Justo en el lugar donde se encontraba esta entrada al recinto amurallado se inicia hoy una de las calles intramuros más históricas de Adra, la calle Real.

En este caso, los restos de la Puerta no llegaron a pervivir y en el lugar donde se erigía encontramos el edificio del Ayuntamiento. El consistorio ocupa esta ubicación desde 1937.

El Ayuntamiento ocupa hoy lo que fue la puerta del Mar. | Anyo/QVEA
El Ayuntamiento ocupa hoy lo que fue la puerta del Mar de la muralla de Adra. | Anyo/QVEA

La única torre rectangular de la muralla de Adra es conocida como el Torreón de don Pablo de Moya, y de los vestigios que han perdurado es el único que permanece sin restaurar. Se encuentra junto al Ayuntamiento, y estaba unido a la Puerta del Mar -y esta a la Torre de la Vela- por sendos lienzos de muralla que fueron derribados hace dos siglos para permitir el desarrollo urbano de la ciudad. En su caso, se encuentra adosado a una vivienda particular, que lo mantiene ‘colonizado’. Únicamente es visible uno de sus lados desde el exterior, junto a otra pequeña parte de la muralla original.

La iglesia-fortaleza

Para continuar con el recorrido por la antigua muralla de Adra, sería imposible hacer el camino que dibujaba el muro entre el referido Torreón de don Pablo de Moya y el siguiente, el Cubo de las Atarazanas. Ni el paño ni este torreón se conservaron, fagocitados por el planeamiento urbano.

Para alcanzar el siguiente punto visible, siempre desde el interior de la antigua villa fortificada, deberemos subir la calle Real para toparnos, calle arriba, con la imponente iglesia-fortaleza de la Inmaculada Concepción, una de las más antiguas de Almería, cuya construcción se inició en el año 1501.

El edificio se incluía dentro de los límites de la muralla. Su configuración para que pudiera servir como lugar de avistamiento y, si era necesario, de disparo para repeler invasiones, resultó fundamental en la defensa de Adra.

No obstante, no se fortificó hasta 1620, a raíz del demoledor asalto turco-berberisco, una invasión que motivó otras intervenciones similares en la provincia, como en la Catedral de Almería o el templo de Vera.

Entre sus elementos que la configuran como fortaleza, cuenta con antepechos defensivos y saeteras en los laterales, desde donde poder disparar, así como espacio en su parte superior para colocar cañones. Su torre se reconstruyó después del devastador terremoto de 1804 y seguramente su rasgo artístico más interesante sea su cabecera, obra de Ambrosio de Vico y fiel ejemplo de protobarroco. De hecho, fue la primera manifestación barroca de toda la Diócesis de Granada.

El Torreón de Olvera o Cubo del Cementerio Viejo

La iglesia tenía numerosas casas adosadas, dado el poco espacio que existía dentro de los límites de la muralla. Este problema también se presentó para la construcción del cementerio parroquial, una vez que en el periodo ilustrado se decidió que, por razones de higiene y salubridad, los muertos no podían ser enterrados dentro de la iglesia.

Así, el nuevo camposanto se ubicó lo más cercano posible al recinto sagrado, aunque ya extramuros. Una de sus tapias era precisamente un paño de muralla, y es en este lugar donde podremos apreciar el trozo de muro original más grande que se ha conservado. También aquí se puede visitar el interior de otro de los siete torreones, el Torreón de Olvera, conocido también, y por razones obvias, como el Cubo del Cementerio Viejo.

El Torreón de Olvera, parte de la muralla de Adra. | Anyo/QVEA
El Torreón de Olvera, parte de la muralla de Adra. | Anyo/QVEA

Los visitantes que así lo deseen pueden solicitar la visita al interior del Torreón de Olvera, que guarda una bonita maqueta que reconstruye cómo era la muralla de Adra, así como su castillo.

Su autor fue Pedro Sarmiento, un maestro que llegó a Adra desde León y que, entre otros hitos, fue el primer alcalde abderitano de la democracia. También dentro del torreón se puede observar la réplica de la Torre de Guainos, del siglo XVI, otro rico elemento patrimonial de Adra que igualmente tenía como cometido la vigilancia.

Este torreón se fabricó, como toda la muralla, con mampostería con mortero de cal y alternando cantos rodados del río Adra con piedras de pizarra. Posee, como sucede a lo largo de todo el amurallado, troneras y saeteras que facilitaban la defensa a los soldados.

La Puerta del Campo y los últimos restos de la muralla de Adra

Estatua a Ortiz de Villajos. | Anyo/QVEA
Estatua a Ortiz de Villajos. | Anyo/QVEA

Para finalizar con el recorrido hexagonal de la antigua muralla de Adra, tomaremos dirección sureste para llegar paseando a través de las coquetas calles Gloria y Escuela a la Plaza Vieja, o Plaza Ortiz de Villajos, en memoria del afamado compositor musical abderitano.

Este es el lugar en el que se erigía la segunda de las puertas de acceso a la villa fortificada, y de la que ya no queda nada. Fue derribada en el siglo XIX con el objetivo de ganar espacio para nuevas construcciones. Tampoco hay vestigios del Torreón del Campo, otra de las torres defensivas del recinto, o del séptimo y último, conocido como Cubo Torral.

Para apreciar los últimos restos visibles de la muralla de Adra deberemos hacerlo desde el interior del Centro de Día para mayores, cuyos usuarios tienen el privilegio a diario de poder disfrutar de este trozo de la historia de su pueblo.

Extra: Refugios de la Guerra Civil

En este punto del recorrido nos encontraremos justo encima de otra de las joyas patrimoniales de Adra, aunque de mucha más reciente construcción, los Refugios de la Guerra Civil, de los cuales varios son visitables.

Podremos apreciar además un imponente muro, o balate, construido por el Conde de Chacón. Desde esta plaza elevada, durante la procesión de San Marcos se mostraba la imagen del santo para que bendijera todos los cultivos a sus pies, al ser esta zona de vega en el pasado.

Hoy, podemos acceder, a través de un paso elevado sobre la Carrera de Natalio Rivas, al Mercado Municipal y la Biblioteca de Adra. Y, una vez de nuevo en la calle, estaremos apenas a unos metros del punto en el que se inició el recorrido por las Murallas de Adra, su Torre de la Vela.

Dónde comer tras la visita

Después de tanto trasiego a la búsqueda de restos medievales, a buen seguro que nos habrá entrado hambre y sería un pecado no probar las ricas tapas de la cocina abderitana. Una conjugación perfecta entre los pescados frescos del Mediterráneo, con el pulpo seco como emblema, y la potentísima agricultura de la Huerta de Europa.

Son muchas y buenas las opciones para tapear o comer en Adra, y esta vez escogeremos un lugar conocido por todos los abderitanos y con una gran reputación, el Restaurante Mesón Bonillo. Iremos buscando la que es una de sus especialidades estrellas: los fideos aparte, un riquísimo guiso de pescado acompañado por fideos que nos hará querer repetir. Y de postre, casero por supuesto, un riquísimo ‘Zabaoine’ elaborado por la abuela de este emblemático local de Adra, que además ofrece un menú de calidad a diario, incluidos los domingos.

Para llegar al Bonillo desde la Torre de la Vela, el punto en el que comenzó y finalizó nuestro paseo por la muralla de Adra, lo podremos hacer a pie en menos de 10 minutos. Para ello, tomaremos el Paseo de los Tristes en dirección al mar, hasta alcanzar el cruce con la calle Guadix, que es donde se encuentra nuestro destino gastronómico.

Almería cuenta con un rico patrimonio cultural, histórico y artístico que atestigua el paso de civilizaciones y pueblos por unos parajes con castillos y monumentos

Hay muchas formas de mirar, sentir y vivir Almería, casi tantas como visitantes llegan a una tierra que puede presumir de ofrecer entre sus muchos atractivos un rico patrimonio cultural, histórico, etnográfico, artístico y arqueológico. A través de este es posible acercarse al paso de distintas civilizaciones, pueblos y culturas por una provincia que, además, es conocida en todo el mundo precisamente por un arte universal como el cine.

Desierto de Tabernas

Los escenarios naturales del Desierto de Tabernas y las numerosas estrellas del celuloide y grandes producciones que se rodaron y se siguen rodando en la provincia dan fe de que hay una Almería interior de una incalculable riqueza cultural. Tan solo hay que explorarla y descubrirla…

Por el Desierto de Tabernas y otros parajes de Almería han pasado desde los años 60 grandes estrellas del cine mundialmente conocidas y se han rodado numerosas superproducciones. Este lugar de película ofrece al visitante el atractivo lúdico de sus parques temáticos, en los que pasar una jornada inolvidable en familia o entre amigos, ambientados por completo en el salvaje Oeste, y donde ver en acción a verdaderos actores y especialistas. Se puede, además, recorrer muchos de los lugares que fueron en su momento platós al aire libre de míticas películas. Y para los amantes del deporte, sobre todo del trail, la BTT y el senderismo, el desierto más meridional y casi único de Europa es un destino imprescindible para ser recorrido.

Ciudad de la Cultura en el Valle del Almanzora

Ciudad de la Cultura en Olula del Río.
Ciudad de la Cultura en Olula del Río. | Curro Vallejo/Diputación de Almería

Hay una Almería volcada con la cultura al más alto nivel, y especialmente un punto en la provincia de obligada visita para todos aquellos que persiguen la belleza artística. Se encuentra en el Valle del Almanzora. Olula del Río se ha convertido en el polo artístico más importante del sureste peninsular gracias en gran medida al talento y el empeño del artista Andrés García Ibáñez, impulsor de un anillo museístico conocido como Ciudad de la Cultura, y en el que junto a la del propio Ibáñez está también la impronta de otros dos grandes artistas en diferentes campos, como Antonio López y Carlos Pérez Siquier, amén de una indispensable colección de arte almeriense e indaliano.

Precisamente la última instalación inaugurada lleva el nombre del afamado fotógrafo almeriense, el primer espacio dedicado en España a uno de los grandes clásicos y en el que se custodia el legado de Pérez Siquier. El Museo Ibáñez, germen de todo, cuenta con 25.000 metros cuadrados y 18 salas de exposición, donde apreciar la extensa obra del propio García Ibáñez, reputado pintor figurativo. Y es ya todo un un icono de la comarca la imponente estatua La Mujer del Almanzora, obra del renombrado Antonio López, compuesta por 280.000 kilos de mármol blanco Macael y que preside un entorno en el que también se puede disfrutar de un jardín botánico y gliptoteca con estatuas clásicas grecorromanas.

Museos de Terque

Museos de Terque
Museos de Terque.

El culto por la belleza está muy presente en el interior de Almería, por pequeño que sea el lugar al que pongamos rumbo. Si es al pequeño pueblo de Terque, en la confluencia de los ríos Andarax y Nacimiento y que no llega a 400 habitantes, entonces habremos puesto el pie en una Almería que cuida de sus tradiciones y su legado cultural, que los mima y los expone para el conocimiento de las generaciones actuales, que los guarda como tesoro etnográfico de la memoria colectiva y rural.

Los Museos de Terque suponen un complejo formado por cinco instalaciones: Museo Etnográfico, Museo Provincial de la Uva del Barco (cultura parralera almeriense), La Modernista (tejidos y vestimenta) y el Museo de Escritura Popular, además de la Cueva de San José, un espacio dedicado a exposiciones, conferencias y conciertos.

El Castillo de Vélez-Blanco

Castillo de Vélez-Blanco
Castillo de Vélez-Blanco

Más al norte, en la comarca de Los Vélez, la más septentrional de Almería, se encuentra otro foco de gran atractivo turístico por el rico patrimonio artístico que atesora. En Vélez-Blanco se erige una joya del Renacimiento Español que mandó construir a principios del siglo XVI y sobre los restos de una alcazaba árabe el Marqués de Los Velez, Pedro Fajardo Chacón: el extraordinario Castillo Palacio de Vélez-Blanco.

Esta construcción forma parte -en un lugar muy destacado por antigüedad, conservación y valor arquitectónico- de la extensa nómina de castillos, fortalezas y baterías militares que se conservan en la provincia de Almería de épocas pretéritas. Otros ejemplos son el Castillo del Marqués de los Vélez (en Cuevas del Almanzora), el Castillo de Tabernas, el Castillo-Torre de Macenas (Mojácar), los restos de la Muralla de Adra, o la amplia red de baterías y torres costeras defensivas medievales que salpican el litoral.

Culto religioso

Las construcciones dedicadas al culto religioso e incluso el culto en sí (peregrinaciones y romerías populares), son otros dos puntos fuertes del legado patrimonial y popular presentes en la provincia.

La peregrinación del Cristo de la Luz, en Dalías, concita cada año a decenas de miles de personas llegadas desde distintos puntos de dentro y fuera de Almería, para venerar la imagen del santo en la Iglesia de Santa María de Ambrox, acompañados sus momentos culminantes con cantidades ingentes de pólvora. Es el evento de este tipo más multitudinario de Almería, aunque no el único, pues las romerías a ermitas y santuarios están muy presentes en pueblos almerienses de todas las latitudes, así como en la capital.

Plaza de la Encarnación e iglesia de Vélez-Rubio. | Lázaro Martínez/QVEA
Plaza de la Encarnación e iglesia de Vélez-Rubio. | Lázaro Martínez/QVEA

Volviendo a Los Vélez, Vélez-Rubio posee una de las iglesias más atractivas y de mayor valor patrimonial y artístico de la provincia. Construida en 1753, cuenta con elementos del Barroco y el Neoclásico y dos características torres, así como apreciables vidrieras y una figura esbelta y a la vez majestuosa.

Las dos torres están también presentes en la Iglesia de la Anunciación de Berja o la de Nuestra Señora de la Asunción de Huércal-Overa, otros templos almerienses de gran belleza. Son solo unos ejemplos de las numerosas construcciones religiosas dignas de visitar de la provincia, donde existen varios edificios levantados como iglesias-fortaleza, con marcado carácter defensivo además de religioso.

El principal de estos templos es la Catedral de la Encarnación de Almería, aunque también existen en Adra o en Vera, construcciones ambas que, curiosamente, también son llamadas de la Encarnación.

Recreaciones históricas

Y la provincia de Almería está también en vanguardia nacional de las recreaciones históricas, eventos de calado para los pueblos, con la participación de un altísimo porcentaje de vecinos que cada año se vuelcan en la puesta en escena de acontecimientos que marcaron el pasado de sus localidades y que se mantienen vivos, atrayendo a su vez a numerosos visitantes de fuera. Son más, y además hay municipios que se van sumando con nuevas apuestas, pero hay dos que destacan especialmente, por lo mucho que mueven y el franco crecimiento que están experimentado. Se celebran en Padules y Macael.

La recreación de la Paz de las Alpujarras reúne cada año a cientos de personas durante varios días en la pequeña localidad de Padules, con numerosas actividades paralelas a la cuidada y trabajada puesta en escena que rememora la Rebelión de los Moriscos en la comarca alpujarreña durante el siglo XVI. Prácticamente todo el pueblo participa en la recreación de distintas escenas en unos días de verdadera fiesta muy recomendables para pasarlo bien y aprender.

E igual sucede en Macael con la representación de la lucha entre Canteros y Caciques, acontecimiento que transforma durante varias jornadas el pueblo del mármol y del que igualmente están muy orgullosos los macaeleros y vecinos de otros municipios de la zona, que han vivido tradicionalmente, y lo siguen haciendo, de la cantería y la piedra.

El castillo de Vélez-Blanco es uno de los monumentos más emblemáticos de toda la provincia de Almería

Impasible al paso del tiempo, la silueta del castillo de Vélez-Blanco recorta majestuosa el horizonte. La fortaleza, elevada sobre un cerro, domina toda la localidad y el valle que tiene a sus pies convirtiéndose en uno de los monumentos más emblemáticos de toda la provincia de Almería.

Para conocer en profundidad este castillo, declarado monumento nacional en 1931, tenemos que hacer dos viajes:  uno al norte de la provincia de Almería, Vélez-Blanco, y el segundo hasta el corazón de la Gran Manzana, al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Panorámica del castillo de Vélez-Blanco. | Lázaro Martínez/QVEA
Panorámica del castillo de Vélez-Blanco. | Lázaro Martínez/QVEA

Cómo llegar al castillo de Vélez-Blanco

Para adentrarnos en las entrañas de esta fortaleza-palacio (mandada construir por don Pedro Fajardo Chacón, I Marqués de Los Vélez entre 1506 y 1515, con el fin de convertir la villa velezana en el centro administrativo de su gobierno) hemos de  desplazarnos hasta Vélez-Blanco, al norte de Almería.

El castillo no tiene pérdida, desde la A-92N impacta la imagen del recinto que se eleva erguido sobre el cerro del mismo nombre. Al llegar a la altura de Vélez-Rubio hay que desviarse por la A-317 hacia Vélez-Blanco, que dista 6 kilómetros, dejándonos la circunvalación del municipio a los pies del castillo.

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Otra de las opciones es adentrarse en el municipio y atravesar a pie toda la trama urbana, perdiéndose el visitante por sus calles. Esto permite conocer de primera mano el entramado de la Morería, así como diferentes elementos urbanos de interés como la fuente de los Cinco Caños o restos de la antigua muralla.

Este recorrido comienza en la calle Corredera para subir por Hospital y desde aquí cualquier trasversal conduce al viajero a los pies de la fortaleza por alguna de las tortuosas calles del barrio de la Morería. O bien cruzar el pueblo en coche y pasar por la calle Corredera para comenzar el ascenso a la izquierda por las empinadas calles Vicente Sánchez y Castillo que nos conducen a los pies de la fortaleza.

Inicio de la visita al castillo de Vélez-Blanco

Escudo de los Fajardo. | Lázaro Martínez
Escudo de los Fajardo. | Lázaro Martínez

La visita al conjunto monumental del castillo de Vélez-Blanco la iniciaremos por el perímetro exterior, partiendo del gran arco rebajado que abre al visitante a la magnífica vista de la localidad.

En nuestro caminar lo primero que encontramos es un lienzo de pared, restos de la primitiva alcazaba musulmana que contrasta con los robustos muros de sillería del castillo. En este recorrido el viajero se topa con la firmeza y solidez de las paredes del castillo a un lado, y al otro la belleza que observa al caminar como la primitiva iglesia de la Magdalena a los pies, el entramado arquitectónico de tejados y casas blancas de Vélez-Blanco y al amplio valle que se abre hasta el macizo de La Muela y la vista al fondo del castillo de Xiquena, en la vecina Lorca.

Los lienzos exteriores están decorados con los escudos de armas de Fajardo y de la Cueva correspondientes a D. Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez y a su segunda esposa Dª Mencía de la Cueva. Continuando con el paseo, aparecen diferentes elementos defensivos del edificio. En el extremo norte, la torre albarrana sobresale de la construcción para proteger la poterna o puerta auxiliar del castillo. Para volver por debajo del puente hasta la puerta que da acceso al primer recinto.

Interior del castillo de Vélez-Blanco

Entramos al castillo por el extremo sur, que da acceso al primer recinto, que corresponde a una construcción auxiliar. En este patio se encontraban las caballerizas, la casa de los pajes, cocinas y dependencias de los criados.

Una escalera nos conducirá a una pasarela de madera, a unos diez metros del suelo, que conecta la parte militar con la palaciega. La entrada principal de la fortaleza está blasonada por el escudo de don Pedro Fajardo, que da acceso a un vestíbulo, donde encontramos una sala expositiva en la que podemos observar varias maquetas del castillo además de diferentes paneles que dan a conocer la historia del edificio.

El Patio de Honor y su ‘viaje’ al Museo Metropolitano de Nueva York

El patio, desposeído de todo ornamento al ser vendido en 1904 a un anticuario francés, conserva diferentes elementos de la cornisa, así como una gárgola en una de sus esquinas, además del brocal del pozo que da acceso a un aljibe, de época nazarí, todos ellos originales.

La joya del palacio lo constituye el Patio de Honor de estilo renacentista, realizado por arquitectos italianos en mármol blanco de Macael. Al entrar, sorprenden las paredes vacías del recinto y la impresionante torre del homenaje de 33 metros de altura, donde se encuentra impreso el escudo de armas del primer marqués.

Será en 1913 cuando los mármoles del patio sean adquiridos por Florence Blumenthal, para la vivienda que estaba construyendo en la Quinta Avenida de Nueva York. A su muerte, la colección fue donada al Museo Metropolitano de Nueva York, instalándose definitivamente en 1945 en una de las salas principales del museo.

Patio del castillo de Vélez-Blanco en Nueva York. | Lázaro Martínez/QVEA
Patio del castillo de Vélez-Blanco en Nueva York. | Lázaro Martínez

Resto del castillo

En la segunda planta, a la que accedemos por la escalera contigua al patio, entramos en las salas nobles del alcázar, el salón del Triunfo y de la Mitología, donde estaban ubicados unos ricos frisos tallados en madera que hacían alusión al triunfo del César en las Galias y los trabajos de Hércules. Hoy se encuentran en el Museo de Artes decorativas de París.

La visita continúa por la galería mirador con seis arcos orientados hacia el pueblo desde donde se pueden ver una bonita panorámica de la villa y el valle.  El resto del castillo que da acceso a la torre del homenaje y a otras dependencias se encuentra cerrado en espera de diferentes actuaciones de consolidación.

Vistas del valle desde el mirador. | Lázaro Martínez
Vistas del valle desde el mirador. | Lázaro Martínez

Historia del castillo de Vélez-Blanco

La familia Fajardo se afincará en el municipio tras la permuta del puerto de Cartagena y la creación del marquesado de Los Vélez. Desde su construcción, el alcázar velezano ha estado sometido a diversos avatares históricos. Este castillo representa la fuerza y el lujo familiar de la nobleza frente al poder central de la corona.

Construido entre 1506 y 1515, mezcla elementos de estilo gótico con el renacentista. A finales del siglo XVI entró en decadencia, siendo sustituido como residencia marquesal por la corte madrileña. En la actualidad el castillo pertenece a la Junta de Andalucía, desde que lo compró a su dueño en 2005. El gobierno andaluz tiene un proyecto de recuperación del todo el edificio, en el que se incluye una reproducción del patio.

Horario del castillo de Vélez-Blanco

La visita al castillo es gratuita. Está abierto desde el 1 de abril al 30 de septiembre de miércoles a domingo de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. De 1 de octubre al 31 de marzo de miércoles a domingo de 10:00 a 14:00 horas y 16:00 a 18:00 horas. Cerrado: 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre. Festivos nacionales, autonómicos y/o locales, consultar por teléfono o correo electrónico.

Continuar la visita por Vélez-Blanco

Junto al castillo de Vélez-Blanco también podemos visitar el aljibe árabe o la iglesia de la Magdalena. La visita por Vélez-Blanco puede continuar conociendo las diferentes fuentes que hay a lo largo de todo el municipio, además de la iglesia de Santiago, el Alporchón o el Centro de Interpretación del Parque Natural Sierra de María-Los Vélez.

Una vez finalizada la visita, podemos recuperar fuerzas en cualquiera de los muchos bares y restaurantes que llenan Vélez-Blanco. Junto al castillo está el Mesón Antonia. Y si hemos seguido por el pueblo, podemos hacer un alto en El Molino o El Palacil, especializados en carnes.

El Cortijo de Las Dos Torres, a menudo llamado ‘de los Godoy’, es uno de los lugares que ver en Benahadux

Uno de los lugares que ver en Benahadux es el Cortijo de Las Dos Torres, situado en las cercanías de El Chuche. Un palacio que, viéndolo desde la carretera nacional, llama la atención tanto por sus dos torres de cuento como por su forma de emerger entre la vega del Andarax.

Ya sea saliendo desde Almería hacia la Alpujarra, o llegando a la capital almeriense por esta carretera, el Cortijo de Las Dos Torres, a menudo llamado también ‘de los Godoy’, llama al conductor a visitarlo. O, al menos, ya que su acceso no está permitido por tratarse de una propiedad privada, sí a contemplarlo un poco más de cerca, desde su exterior. 

Cómo llegar al Cortijo de Las Dos Torres

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Situado en la carretera que une el núcleo urbano de Benahadux con la barriada benaducense de El Chuche, tenemos dos formas de llegar hasta este palacio. Una, viniendo desde Almería capital y Huércal de Almería, tomando como referencia la conocida como ‘rotonda de Briseis’ (por dar acceso a esta empresa que, junto al acueducto de Zamarula, hace de límite entre Huércal y Benahadux).

Allí hay que coger la salida en dirección a El Chuche, donde podemos hacer una parada para ver la zona arqueológica con los yacimientos iberorromanos de El Chuche, Cerro del Paredón y el Cerro de las Agüicas, que están considerados como la ubicación más verosímil de la antigua ciudad de Urci.

Otra parada de camino al Cortijo de Las Dos Torres la podemos hacer una vez que salimos de El Chuche, en la primera rotonda que nos encontramos. Allí podemos ver la imagen de la diosa Tanit, de origen cartaginés, adoptada como imagen del municipio, junto a la reproducción de un miliario romano que marca las distancias a Alba y Turaniana.

Otra forma de llegar es desde Benahadux, entrando desde la gran rotonda de la carretera nacional hacia la avenida 28 de Febrero y siguiendo de frente en la glorieta que nos encontramos al final de esta vía. Pasados los primeros cortijos de la barriada de Cuevas Viejas, veremos ya las dos torres, que quedarán a nuestra izquierda.

Detalle de una de las torres del cortijo de las Dos Torres de Benahadux
Una de las torres del Cortijo de las Dos Torres de Benahadux. | Tito S./QVEA

Historia del Cortijo de Las Dos Torres

Antes de seguir, hay que incidir en que se trata de un cortijo que es propiedad privada, por lo que el acceso no está permitido y solo es posible admirarlo desde fuera. Bernardo Campos, que fuera alcalde de Almería, mandó levantar en 1868 este palacete burgués en la vega del Andarax, para regalárselo a su esposa, Ana Medina.

En sus orígenes, fue concebido como una villa de recreo, aunque posteriormente le añadiría las dos torres como palomar, a las que se accedía por una escalera de caracol, relata el periodista Manuel León.

El edificio constaba en su disposición original de vivienda en la planta alta y un almacén destinado a la uva en la parte baja. Había además habitaciones auxiliares, salas para la lectura o para la costura y una serie de alacenas. En la parte exterior se construyó otra vivienda y una capilla excavada en cueva, con portada ojival, con una cripta funeraria familiar

Cuenta además con dos anécdotas. Una, que el cortijo quedó partido con la construcción de la línea de ferrocarril Linares-Almería, por lo que el tren cruzaba cada tarde la finca. Otra, que tras un incendio, los propietarios mantuvieron una de las torres pintada de negro como recuerdo de ese suceso.

Escudo de armas de la familia Magaña, actuales propietarios del Cortijo de las Dos Torres de Benahadux. | Tito S./QVEA

La niña y la torre

En torno a este palacio existe también un halo de misterio. Existe la leyenda de que una de las familias que habitó este cortijo tenía una hija que padecía de esquizofrenia y fue encerrada en una de las dos torres hasta que falleció.

Desde entonces, dicen, ocurren casos extraños en esa torre y se cuenta también que por las noches se ve a una niña cruzando la carretera. Una leyenda que convierte a este lugar en uno de los lugares con misterio de Almería.

Qué ver en Benahadux

Además del Cortijo de Las Dos Torres, hay más que ver en Benahadux. Ya os hemos hablado de la imagen de la diosa Tanit y los yacimientos iberorromanos, ambas en El Chuche. En el casco urbano, sobre la avenida 28 de Febrero se articulan otros puntos de interés que ver en Benahadux. En torno a esta vía se halla la iglesia parroquial, en honor de la Virgen de la Cabeza, en el Paseo de Urci y a muy pocos metros del Ayuntamiento.

Muy cerca, desde la avenida, y ascendiendo por la callejuela junto a la Bodega El Chaparral, donde recomendamos una parada para comprar y probar vino del país, llegamos hasta la ermita de la Cruz. También subiendo por la misma avenida, a mano izquierda tenemos un lavadero rehabilitado en mármol, en la calle Navarro Darax.

Al final de la misma avenida, junto a la rotonda con la carretera nacional, encontramos el Centro de Interpretación de las Culturas del Mediterráneo, con un repaso a la historia de iberos, fenicios, griegos, cartagineses y romanos en la provincia.

Por último, un elemento que empezó siendo publicitario y ha acabado como Bien de Interés Cultural: el toro de Osborne. Siguiendo por la carretera nacional en dirección al municipio de Rioja, antes de llegar al puente que une estas dos localidades nos lo encontraremos a nuestra espalda; de frente, si venimos en sentido opuesto.

Cuentacuentos, talleres, pasacalles, música, magia o exposiciones para ver Velefique con niños

Sin duda, una de las cosas que ver en Velefique es el Veleficuento. Se trata de un evento que se celebra solamente unos pocos días al año, pero que es indispensable para disfrutar en familia y que ver en Almería con niños.

Un proyecto que trata de acercar la cultura a los pueblos de la sierra de Los Filabres y que cuenta con la participación de gran parte del municipio, narradores foráneos y conocidos escritores.

¿Qué y cuándo es el Veleficuento?

El Veleficuento surgió en 2018 con la finalidad de dinamizar los fines de semana en Velefique, con actividades para todos los niños que acuden al pueblo. Se apostó por un enfoque cultural, con propuestas para toda la familia, que permitiera combinar turismo rural y cultura, un binomio muy interesante para este municipio de la comarca.

El eje en el que se mueve este evento es la narración oral. A través de ello, implica actividades que se realizan en varios días como obras de teatro, cuentacuentos o pasacalles, entre otras. En ellas se aprovecha para dar a conocer los rincones más peculiares de Velefique, a la vez que se disfruta de un contenido cultural diverso.

En 2022, Veleficuento se celebra los días 4 de junio y 1, 14, 15 y 16 de octubre (ver programa).

Qué podemos ver en Veleficuento

Una de las representaciones de Veleficuento. | Javier Cortés

Un pasacalles con la historia de Velefique. La Asociación de Mujeres de Velefique, junto a varias personas del municipio, realiza una obra de teatro itinerante, generalmente en domingo. De título ‘Forasteros’, cuenta una historia relacionada con el municipio y en la que hay multitud de detalles que la hacen única.

Música, magia y poesía. Cada edición del Veleficuento suele contar con una banda de pop-rock. También hay espectáculos de músicos locales o magos, así como un recital de poesía.

Cuentacuentos. Desde un monólogo de un artista, pasando por marionetas, cuentacuentos ambientados en diferentes épocas, se realizan a lo largo y ancho de todo el pueblo.

Exposiciones. Pueden llegar a verse exposiciones de libros de diferentes géneros, mesas redondas de escritores o proyecciones cinematográficas.

Talleres. Los diferentes seminarios suelen ser de libros, dibujos y otras manualidades, siempre enfocados a buscar la creatividad e imaginación por parte de los pequeños.

Concursos. Se organizan varios concursos en torno a la escritura, con temas específicos en los que pueden participar alumnos de los colegios de toda la provincia de Almería. Hay premios y la oportunidad de ganar un fin de semana en los alojamientos rurales del municipio.

Novedades. Ocasionalmente, suele haber actividades especiales, como juegos de palabras de la comarca, coloquios o charlas sobre temas culturales.

Cómo llegar a Velefique

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Velefique se encuentra en la sierra de Los Filabres, a 45 minutos de Almería capital. A esta localidad se llega yendo por autovía hasta la salida de Tabernas, continuando por carretera nacional y cogiendo después la AL-3102.

Una vez allí, este evento no se desarrolla en un único punto, sino que trata de situar las diferentes actividades en varios sitios que ver en Velefique. A continuación, te decimos cuáles.

Teatro Municipal de Velefique

En el momento en el que llegamos a Velefique tenemos dos opciones. Una es seguir recto, entrando en el pueblo por la calle Almería y la otra es seguir hacia la izquierda por la misma carretera por la que veníamos, que es la que lleva al Bar–Restaurante La Piscina y al Alto de Velefique, punto de paso de la Vuelta Ciclista a España.

Cogiendo esta segunda carretera, al instante veremos un gran edificio con parte de la fachada en pizarra, un material que abunda en la comarca y que iremos comprobando que es también característico en las casas de Velefique.

Más arriba nos encontraremos con unos alojamientos rurales y abajo con dos salones. El más cercano es el Teatro, en el que se desarrollan tanto cuentacuentos como obras de teatro y conciertos. A su lado, una sala multiusos en la que se realizan exposiciones, concursos de dibujo y otros eventos del Veleficuento.

La plaza de la Constitución

Si en el cruce anterior seguimos recto por la calle Almería, entramos al casco urbano de Velefique. Allí nos vamos encontrando con árboles muy típicos del municipio, como son los almendros y chumberas situados en bancales próximos. Al final de la misma se encuentra la plaza de la Constitución, donde principalmente se realizan cuentacuentos y algunos concursos.

Cuentacuentos en Veleficuento
Cuentacuentos en la plaza de la Constitución. | Javier Cortés

En la plaza se encuentra el Bar Antonio Carmona, el Ayuntamiento y la sala de subastao. Desde hace unos años, se ha embellecido con naranjos y, en el centro, con una gama de flores muy peculiares. Desde rosales hasta cañas indias pasando por duranta, forman un pequeño jardín para todos.

Desde aquí parten también algunas de las rutas de senderismo de Velefique y Los Filabres, como el sendero de Fuente lo Alto y la ruta de Los Cocones.

La iglesia de Santa María

Desde la Plaza de la Constitución podemos continuar por la calle Real. En este recorrido disfrutaremos de unas vistas espectaculares entre almendros, limoneros, jazmines y casas blanquecinas que le dan un toque paradisiaco. Este es lugar de paso de los pasacalles y desde aquí podemos divisar la iglesia de Santa María.

Iglesia que ver en Velefique
Vistas de la iglesia de Santa María de Velefique. | Javier Cortés

Si giramos por la primera calle a la izquierda pasaremos por la Carnicería García (con especial mención a la morcilla de Velefique) antes de girar a la derecha y llegar. La Iglesia es del siglo XV y cuenta con un estilo gótico tardío y artesonado mudéjar. Recientemente se han puesto vigas de color rojizo en el techo y se ha blanqueado la fachada. Su explanada es parada del pasacalles o escenario de cuentacuentos.

La Almazara de Velefique

Desde la calle Real, entre limoneros y naranjos veremos, al fondo, un puente con dirección al barrio de Triana que tendremos que cruzar. Una vez al otro lado, a la izquierda nos encontraremos con la antigua almazara, donde se extraía el ‘oro líquido’ de las aceitunas. En la actualidad, se guardan aquí máquinas para prensar y está en proyecto su rehabilitación como Museo de la Almazara. En esta explanada se realizan también cuentacuentos durante Veleficuento.

Cuentacuentos en Veleficuento junto a la antigua almazara de Velefique
Cuentacuentos junto a la antigua almazara. | Javier Cortés

Encontramos también aquí el Centro Social Lavadero. Antiguamente era el lugar donde las mujeres lavaban la ropa con jabones que solían hacer ellas mismas. Con el paso del tiempo se le ha dado otro uso más enfocado a la gastronomía y actualmente se ha reconvertido en un pub.

Como dato curioso, aquí se encuentra una pequeña balsa con ranas y peces dorados. Este establecimiento fue también el lugar donde Cristina y José empezaron a fabricar la cerveza Filabres.

Qué más ver en Velefique

Velefique guarda además los restos de la alcazaba sufí. Para llegar a ella es necesario hacerlo desde la entrada del pueblo por la carretera AL-3102, desviarse por el Camino del Castillo, una de las sendas para ir al vecino pueblo de Senés y pasar por el cementerio, que cuenta con un minarete musulmán. Desde ahí, los visitantes verán varias indicaciones para llegar a este lugar.

Cuando hayamos terminado nuestra ruta por Velefique y su Veleficuento, una buena opción es llegar hasta el Bar-Restaurante La Piscina, para el cual ya os dejamos las indicaciones al comienzo del artículo. No pueden faltaros, a la hora de pedir, choto en salsa, arroz mixto, caracoles, cherigans, morcilla de Velefique y una cerveza Filabres, creada en este municipio.