La casa en la que vivió el mítico guitarrero almeriense abre sus puertas al público tras un proceso de musealización

La guitarra española es un instrumento clásico que forma parte de la historia viva de nuestro país y que, además, se ha convertido en todo un signo de distinción.

Es por este motivo que figuras como la de Antonio de Torres, “padre” de este modelo tan significativo, cobran especial relevancia. Como tenemos la suerte de que era almeriense, contamos con un par de lugares para visitar en su honor dentro de la capital y empaparnos con su historia.

Casa Museo Antonio de Torres | María del Mar Ramón/QVEA
Casa Museo Antonio de Torres | María del Mar Ramón/QVEA

Uno de ellos, que vuelve a ser visitable, es la casa (ahora musealizada) del célebre guitarrero. Tras permanecer cerrada al público durante años, vecinos y visitantes ya pueden disfrutar otra vez de la Casa Museo Antonio de Torres, un mágico rincón en el que se respira arte e historia de la guitarra española.

La casa de La Cañada en la que Antonio de Torres vivió durante una gran parte de su vida y en la que, además, pasó sus últimos días, es también la singular testigo de la creación de muchas de sus piezas.

Ahora, este espacio se ha convertido en un encantador museo-taller que le rinde homenaje y que es una visita imprescindible para todo amante de la historia y, en especial, de la guitarra.

Antonio de Torres, el reinventor de la guitarra española

Antonio de Torres Jurado nació en La Cañada de San Urbano en 1817. Posteriormente se trasladaría a Vera, y las investigaciones apuntan a que fue allí donde iniciaría su formación en la construcción de guitarras tras años trabajando como carpintero.

Su vida transcurrió a intervalos entre Almería, Granada y Sevilla, huidizo dentro del agitado contexto español de la segunda mitad del siglo XIX. Sus aportaciones en el ámbito de la construcción de instrumentos y su poco miedo a innovar no tardaron en dar sus frutos.

Vitrina de guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA
Vitrina de guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA

Tomando como base la construcción de la vihuela de mano española, Antonio de Torres ha pasado a la historia de la música por fijar una nueva concepción del modelo de guitarra. Esta es conocida a día de hoy como guitarra de concierto o guitarra clásica española.

Sabemos que el guitarrero fabricó sus instrumentos a lo largo de dos periodos diferenciados. El primero, de 1852 a 1869, transcurrió en Sevilla. Sería allí donde entablaría amistad con el guitarrista, también almeriense, Julián Arcas. Guitarrero y guitarrista forjaron una gran relación y sus respectivos trabajos comenzaron a estar estrechamente unidos.

El segundo periodo, de 1875 a 1892, trajo a Antonio de Torres de vuelta a Almería. En él, comenzó a numerar sus instrumentos y es por ese motivo que sabemos que llegó a fabricar hasta 155 guitarras. Aunque esta lista se vaya ampliando de cuando en cuando, cuando algún nuevo instrumento con su firma aparece de forma casual en algún domicilio particular.

Entre sus aportaciones, además, Antonio de Torres renovó la llamada guitarra de tablao, es decir, la guitarra flamenca decimonónica. Sus innovaciones fueron seguidas y llevadas a la practica por la mayoría de constructores, desde la escuela madrileña a la alemana, pasando también por Estados Unidos.

A lo largo de su vida, el lutier llegó a proporcionar guitarras a los concertistas más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX, como José Rojo, Paco de Lucena, Francisco Tárrega, Miguel Llobet o el ya mencionado Julián Arcas, entre muchos otros.

La Casa Museo Antonio de Torres

Ilustración de una de las guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA
Ilustración de una de las guitarras. | María del Mar Ramón/QVEA

La Casa Museo Antonio de Torres se encuentra dividida en dos plantas en las que se respira arte y cariño por el instrumento de cuerda.

En la planta de abajo, tras pasar el vestíbulo, nos encontramos con la zona perteneciente a la Peña Flamenca creada en su honor y que lleva su nombre.

Las paredes se encuentran ornamentadas con fotografías e ilustraciones tanto de la peña como de Antonio de Torres y sus instrumentos. En ellas, el culto a la guitarra puede respirarse a través de cada uno de sus rincones.

Recreación del taller de Antonio de Torres

En la planta de arriba, por otra parte, se encuentra el tesoro oculto de esta casa: una recreación del taller de guitarrero que Antonio de Torres poseía en aquel mismo lugar, y entre cuyas paredes se encerraba a fabricar guitarras en soledad.

Recreación del Taller de Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA
Recreación del Taller de Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA

Pese a que no ha sido posible conservar los moldes originales, ni tampoco las plantillas y herramientas que pertenecieron al lutier (tres de estas piezas sí que se encuentran exhibidas a día de hoy en el Museo de la Guitarra de Almería que también lleva su nombre y situado a espaldas de la plaza de la Catedral de Almería), Juan Francisco Salvador Giménez, el biznieto de Torres, aportó esta cuantiosa donación proveniente de su propio taller, el cual goza de un gran prestigio en países como Japón.

En el taller recreado dentro de esta Casa Museo podremos admirar desde un banco de carpintero hasta moldes, planos, plantillas y maderas, además de piezas a medio hacer. Toda clase de elementos que son utilizados en la elaboración de guitarras y que crearán en el visitante la sensación de estar frente a un estudio real.

Además, expuestas en esta misma planta, encontraremos algunas guitarras creadas por el propio biznieto, a lo largo de una gran vitrina también cedida por este.

Cuándo ir y cómo llegar a la Casa Museo Antonio de Torres

Podemos visitar la Casa Museo Antonio de Torres todos los sábados del año. El horario de verano (del 1 de junio al 30 de septiembre) es de 10:30 a 13:30 y de 18:00 a 21:00 horas. Con horario de invierno (del 1 de octubre al 31 de mayo) será visitable de 10:30 a 13:30 y de 17:00 a 20:00 horas.

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Una bonita forma de llegar a la Casa Museo Antonio de Torres es pasando por la plaza de La Cañada, que también lleva su nombre. En ella, además, podremos admirar el monumento que se encuentra expuesto en su honor.

En el centro de la plaza, donde también se halla la iglesia del barrio, encontraremos la simbólica fuente con el busto del guitarrero. Le acompaña una gran figura de ‘La Leona’, una de sus guitarras más célebres, perteneciente también a su amigo Julián Arcas, coronando el conjunto.

Monumento en la plaza Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA
Monumento en la plaza Antonio de Torres. | María del Mar Ramón/QVEA

Tras visitar el monumento, bajaremos por la Carretera de Níjar y, tras girar a la derecha, nos adentraremos en la calle Real. Caminaremos por esta hasta dar con la Casa Museo Antonio de Torres, en el número 58, cuya fachada no nos pasará desapercibida.

Dónde comer tras visitar la Casa-Museo Antonio de Torres

Tras la visita a este rincón tan emblemático, podemos dar un paseo por La Cañada y quedarnos a comer. Una parada que nos queda muy cerca, si salimos de vuelta hacia la Carretera de Níjar, es el New Zirok’s.

En este bar, situado junto al Mercadona de La Cañada, son muy populares la pota a la plancha y sus famosas y copiosas parrilladas de pescado.

Como la Casa Museo Antonio de Torres solo la podremos visitar los sábados, sería recomendable que reservásemos mesa de antemano, pues durante el fin de semana lo encontraremos concurrido.

El Pabellón de Historia Natural, situado en el Campus de la Universidad de Almería (UAL), reabre sus puertas

El Pabellón de Historia Natural de Almería es joven, pero la necesidad de un atractivo de este tipo en la capital lo han consolidado rápidamente como una de las actividades destacadas en la visita a Almería.

El centro nace a través del Centro de Investigación de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería (UAL), CEOUAL. Este fue creado en 2015 con la intención de aunar las colecciones existentes en la provincia de Almería, tanto de particulares como de investigadores de la propia Universidad, en cuyo Campus se sitúa.

Acceso al Pabellón de Historia Natural

Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA
Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA

En la entrada del Pabellón de Historia Natural de Almería nos recibe un pequeño jardín con plantas de la zona del sureste del Mediterráneo. Muchas de ellas, marcadas con un pequeño cartel en el que se especifica su nombre común y científico, son fácilmente reconocibles por los almerienses.

Sorprende también, dentro de los tonos ocres y estériles un pequeño estanque en el que algunas flores aportan un tono de color junto con el letrero que da nombre al espacio.

Una vez dentro, llama la atención la presencia de fotos antiguas de una mujer, a la que pronto identificamos como Jimena Quirós, la primera oceanógrafa almeriense y también la primera de España en embarcar en una campaña oceanográfica.

Panel con información de la oceonágrafa almeriense Jimena Quirón. | Tito S./QVEA
Panel con información de la oceonágrafa almeriense Jimena Quirón. | Tito S./QVEA

La científica consiguió el hito de ser la primera mujer contratada por el Instituto Español de Oceonografía (IEO). Implicada también en la política, la almeriense dedicó parte de su carrera a luchar por los derechos de sus compañeras como el acceso a unos estudios o el trabajo remunerado.

Hoy, tras sufrir el cese de su actividad durante la dictadura franquista, su nombre aparece en el primer Pabellón de Historia Natural del Almería junto con el título ‘Descubre las maravillas de la naturaleza’. Unas maravillas que Quirós ya intentó transmitir durante su etapa como docente y de las que hoy día daría buena cuenta, defendiendo, además, el ecosistema natural de la provincia.

Dentro del Pabellón de Historia Natural de la UAL

Una vez dentro del Pabellón de Historia Natural, en las vitrinas el visitante puede encontrar una amplia muestra de aves, plantas, mamíferos, rocas, minerales como la calcita o concentraciones de arenisca. Todos ellos expuestos en una trabajada simulación de su área natural. Sorprende, además, la presencia de maquetas de polen y herbario de la propia zona de la Universidad.

Interior del Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA
Interior del Pabellón de Historia Natural de Almería. | Tito S./QVEA

El paseo contempla un auténtico viaje por nuestros orígenes y el mundo natural que nos rodea, desde microorganismos hasta grandes ciervos o jabalíes, con especial atención a la historia que revelan algunos fósiles.

Existe también una parte dedicada a la paleontología, que cuenta también con una exhaustiva cronología sobre la evolución y lo que podemos aprender de ella; desde los dinosauros y atravesando distintas etapas históricas.

Una de las funciones del museo es también la de concienciar sobre la desaparición de especies propias de la provincia que hoy se han extinguido, como el oso pardo, el lobo, el lince ibérico, la foca monje o el corzo, dedicando una parte del mismo a intentar explicar y concienciar sobre este hecho.

Durante el tiempo que dedicamos a recorrer la primera planta del Museo de Historia Natural, los jabalíes, ciervos, las cabras montesas, el arruí o las aves rapaces como el búho real o el águila acaparan todas las miradas.

Jabalíes en el Pabellón de Historia Natural de la UAL. | Tito S./QVEA
Jabalíes en el Pabellón de Historia Natural de la UAL. | Tito S./QVEA

Exposiciones temporales en el Museo de Historia Natural de la UAL

Una de las novedades que trae la apertura de este museo es la posibilidad de visitar una exposición temporal de conchas del mundo, lo que permite a los más curiosos un paseo por los fondos marinos de África, Asia y el Mediterráneo andaluz.

Continuando con la visita, podemos observar, junto a la exposición temporal sobre conchas y moluscos del mundo, piedras preciosas desnudas como la amatista, oro nativo o rubí.

Sorprende también la zona dedicada a la comparación de georrecursos convertidos en elementos cotidianos como talco, baterías de cualquier elemento electrónico como los móviles o colorantes naturales.

Planta superior del Museo de Historia Natural

El Pabellón de Historia Natural de la UAL, desde la planta superior. | Tito S./QVEA
El Pabellón de Historia Natural de la UAL, desde la planta superior. | Tito S./QVEA

En la planta superior, además de una sorprendente vista panorámica de la primera planta, podemos visitar expositores dedicados a la etnobiología con colmenas, cera de abeja o una antigua quesera de esparto.

Las geocuriosidades ocupan otro espacio importante en la segunda planta y bajo el título ‘Almería marciana’ se da a conocer uno de los últimos estudios en los que la provincia ha sido protagonista.

Así, el prototipo del Rover Exomars, que viajará a Marte como instrumento de la Agencia Espacial Europea fue probado en el sur del Desierto de Tabernas.

El control de la misión se realizó desde Reino Unido y durante el tiempo en el que se desarrolló la investigación, la entidad tomó muestras de rocas de origen volcánico de Almería con el objetivo de hacer una comparativa con aquellas que se recogerán en el subsuelo de Marte.

‘Especies invasoras’ es otro de los títulos de una de las vitrinas y se nos viene a la mente las conocidas como cotorras argentinas, que han formado un enorme grupo entre los edificios y las palmeras del campus de la UAL.

Su incesante cotorreo ha puesto la banda sonora de nuestro paseo hasta el Museo en el que, entre estas especies invasoras, destaca el cangrejo americano o la almeja de río asiática.

La visita finaliza con un espacio dedicado a los programas en los que está inmersa la UAL, como el programa de conservación de lechuzas. En este sentido, en el espacio trabajan con estas aves que, además, cuentan con una zona en el propio campus en el que las alimentan, especialmente, durante su primera etapa vital.

Novedades a partir de septiembre

Entre las novedades de la temporada que se inicia en septiembre de 2023, se incluye el cobro de entrada (durante el mes de julio el acceso fue gratuito).

También la presencia de una ballena en el espacio, para que los visitantes puedan ver y disfrutar a este maravilloso animal desde las dos alturas que conforman el pabellón.

Asimismo, en el Museo de Historia Natural de la UAL se desarrollan también muchas actividades que van desde visitas guiadas hasta talleres. El objetivo es el de mostrar más en profundidad los secretos que esconde el museo y, por supuesto, los misterios de nuestra propia naturaleza y evolución.

Horarios y cómo llegar al Museo de Historia Natural

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El Pabellón de Historia Natural de Almería se sitúa frente al Edificio Científico-Técnico V del Campus de la Universidad de Almería y reabre sus puertas el 11 de septiembre de 2023.

Al Campus de la UAL se puede llegar desde la Autovía del Aeropuerto (AL-12), accediendo por la entrada norte hasta el parking 5, o desde La Cañada de San Urbano, descendiendo por la carrera Sacramento hasta encontrar esta misma zona de aparcamientos. El Museo de Historia Natural de la UAL se encuentra junto a la misma.

Otra manera de llegar es utilizando los distintos autobuses urbanos que recorren a diario el trayecto hasta el Campus de la UAL.

El horario de apertura del Pabellón de Historia Natural es de 10:00 a 14:00 horas y la entrada tiene un coste de 3 euros y gratis para niños de hasta 12 años.

Dónde comer tras la visita

Puesto que el Pabellón de Historia Natural se sitúa en la Universidad de Almería, si hay un lugar ‘clásico’ al que acudir es al Bar Romera del Campus.

El establecimiento ha alcanzado éxito tanto fuera como dentro del ambiente universitario y es recordado por muchos de los estudiantes que pasaron por allí por sus menús, bocadillos y típicas tapas almerienses.

 

El Museo de Arte Doña Pakyta, diseñado por Guillermo Langle y situado en la confluencia entre La Rambla y el Paseo de Almería, sorprende por su estilo vasco y acoge en su interior una buena representación del Movimiento Indaliano

El Museo de Arte Doña Pakyta sorprende al viandante con su singular arquitectura, con sus colores propios del norte y su cercanía al Paseo de Almería, como si fuera una ilusión, como si el casi centenario edificio no debiera estar donde está.

Muchos pasan por la zona provenientes del puerto. De hecho, su cercanía al mar hace que en los días nublados y fríos la brisa traiga el olor a salitre. Otros ven el singular edificio desde la posición privilegiada que les otorga una de las vías más transitadas y conocidas de la capital almeriense.

La casa vasca de Doña Pakyta

Casa vasca Museo de Arte Doña Pakyta. | María Palma Martos/QVEA
El Museo de Arte Doña Pakyta, una ‘casa vasca’ en Almería. | María Palma Martos/QVEA

El espacio acoge al visitante, que puede sentir el calor que hace décadas desprendía la chimenea que preside la entrada y sobre la que saluda Francisca Díaz, la que da nombre al actual museo del arte almeriense de 1880 a 1970.

Doña Pakyta fue una empresaria turística, filántropa y ecologista convencida que decidió donar al Ayuntamiento de Almería la que durante años había sido su casa para transformarla en un museo público.

El Museo de Arte Doña Pakyta es, realmente, una casa vasca, llamada también ‘Casa Montoya’. Así nació y así merece la pena ser recordada, diseñada por el que también fuera padre de los refugios subterráneos de Almería, la antigua estación de autobuses de la capital o la ermita de la Virgen del Mar: Guillermo Langle, quien recibió un encargo en 1928 del empresario Antonio González Egea, suegro de Doña Pakyta.

Su construcción finalizó en el año 1934, justo un año después desde que se retomaran las obras, y sus primeros moradores serían José González Montoya y la propia Francisca Díaz Torres.

Otros de los elementos más característicos del edificio son la enorme y chasqueante escalera de madera situada a la derecha y los azulejos sobre los que pisa el visitante, con formas geométricas y diferentes en muchas de sus salas.

Muchos de ellos, incluso, dejan, momentáneamente, de lado el arte expuesto en las paredes para fijarse en el que tienen justo a sus pies, una amalgama de colores y formas que nos trasladan al arte y sociedad del siglo XIX.

Museo de Arte Doña Pakyta

Museo de Arte Doña Pakyta. | María Palma Martos/QVEA

Las obras expuestas en el Museo de Arte Doña Pakyta comienzan por el siglo XIX y el siglo XX en la planta baja. En este sentido, la primera sala la preside Nicolás Salmerón retratado por José Díaz Molina. En este espacio predominan los colores oscuros, especialmente en algunos retratos.

Llama la atención la realista pintura de ‘El oso’, de Antonio Bedmar Iribarne, y un paisaje pintado por Manuel Luque Soria que bien podría ser un cortijo almeriense con sus características chumberas y sus colores ocre.

Al avanzar comienza a llegar a nuestras pupilas el color de los bodegones y también conocemos a ‘Belén comiendo cerezas’, de Pedro Antonio Martínez Expósito.

Nos acompaña en este viaje de sensaciones el color y las formas de los emblemáticos azulejos que hacen un tándem cromático perfecto con las vanguardias históricas que, sobre las paredes, ven pasar a los visitantes.

El Movimiento Indaliano

Movimiento Indaliano en Museo de Arte Doña Pakyta. | María Palma Martos/QVEA
Sala del Movimiento Indaliano. | María Palma Martos/QVEA

Las viejas escaleras de madera ponen banda sonora a la continuación de nuestro viaje a pesar de estar amortiguados por una moqueta, los pasos del visitante lo conducen hacia la segunda planta en la que el Movimiento Indaliano luce como único protagonista.

Colores tierra, rosados, azul mediterráneo e, incluso, paisajes del interior de la provincia envuelven al invitado de la Casa Vasca.

Por su parte, el Movimiento Indaliano se descubre desde sus orígenes con el retrato del poeta almeriense Villaespesa hasta paisajes reconocibles, como las luminosas terrazas de Almería, las coloridas casas de La Chanca, la Alcazaba de Almería o la captura de algunos momentos de la vida de los almerienses, como el cuadro que deja ver a una pareja en el puerto pintada por Carmen Pinteño.

Qué es el Movimiento Indaliano

El Movimiento Indaliano es un movimiento artístico y cultural que tiene su origen en la provincia de Almería con el objetivo de potenciar y dar a conocer a los artistas locales desde un punto de vista completamente diferente e innovador.

Jesús Pérez de Perceval es considerado el padre de este movimiento que tiene su origen entre los años 1924 y 1963 y que en la “casa vasca” se refleja a través el a producción de los siete pintores que conformaron el grupo inicial: Francisco Alcaraz, Miguel Cantón Checa, Luis Cañadas, Francisco Capuleto, Antonio López Díaz, Miguel Rueda o el ya mencionado Jesús de Perceval.

El Movimiento Indaliano, sin embargo, no estaba conformado solo por artistas. El “grupo indaliano” también contaba entre sus filas con escritores, médicos, abogados y personas con inquietudes culturales como Celia Viñas.

Todos ellos se reunían semanalmente en los cafés y espacios más conocidos de la ciudad y lo que comenzó siendo una tertulia acabó convertido en un grupo de vanguardia que alcanzó su mayor reconocimiento en 1947 con una exitosa exposición en el Museo Nacional de Arte Moderno en Madrid.

Un dato curioso de este movimiento radica en el empleo del Indalo, no solo nombre, sino también como firma en muchos de sus cuadros

Exposiciones temporales en el Museo de Arte Doña Pakyta: ‘La Chanca en el imaginario’

Es en la sala siete, cuando finaliza la el recorrido histórico a través del Movimiento Indaliano, el visitante puede desplazarse a la zona de exposiciones temporales a través de la que fuera la escalera del servicio.

Una escalera estrecha que conduce hasta el ‘Espacio Camina’ donde una exposición sobre el conocido barrio almeriense de La Chanca nos recibe hasta mediados del mes de octubre.

La Chanca en el imaginario‘ son fotografías en blanco y negro que se desarrollan junto con coloridos cuadros que muestran el complejo entramado urbano, social y cultural del siglo XX.

Captan la atención aquellas imágenes de La Chanca tomadas por Carlos Pérez Siquier o su compañero de travesía, Jesús de Perceval, definidos con textos de los escritores Juan Goytisolo y Ángel González.

Las imágenes son un fiel reflejo de un barrio “sin sombras, que parece haberse adueñado de la luz para la eternidad” como diría González durante las décadas de los 50 y los 60 en las que el color blanco de las casas parece entremezclarse con el olor a mar.

Exposiciones temporales en el Museo de Arte Doña Pakyta: Ginés Parra

Finaliza nuestro recorrido por el Museo de Arte Doña Pakyta con un breve paseo por el sencillo universo pictórico de Ginés Parra. Su arte se define como genuinamente ibérico y no solo por la selección de los motivos, sino por la austeridad en las composiciones y las armonías.

Cuando salimos del que fuera hogar de Doña Pakyta, la luz de Almería nos envuelve, tanto que hasta tenemos que cerrar los ojos, quizá para asimilar el viaje de casi cien años por el arte almeriense que acabamos de hacer, dejando atrás, de nuevo, esa Casa Vasca que parece no encajar con la ciudad que lo alberga.

Horarios y cómo llegar al Museo de Arte Doña Pakyta

La Casa Vasca o ‘Casa Montoya’ está situada en un punto estratégico entre La Rambla y el Paseo de Almería. Desde ambas vías se puede llegar al que fuera el hogar de Doña Pakyta y la creación de uno de los arquitectos más reconocidos en la capital.

Se puede, por tanto, acceder a la sede del arte almeriense desde varios puntos, pero si es tu primera vez en Almería o no conoces lugares dónde aparcar lo más cómodo es que aparques en el aparcamiento del Muelle de Levante y accedas a pie y dirección al Paseo de Almería hasta el museo.

El horario actual es de martes a sábado de 10:30 horas a 13:30 horas y de martes a viernes de 18:00 a 21:00 horas y la entrada es gratuita.

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Dónde comer después de la visita al Museo de Arte Doña Pakyta

Si has conocido los inicios del arte indaliano y uno de los edificios más representativos de la capital almeriense no puedes irte de la zona sin probar en el Paseo de Almería el tradicional chérigan de Parrilla Pasaje.

El chérigan es una tapa simple nacida en Almería por el antiguo propietario de este bar, al que apodaban ‘el Sheriff’. Se trata de una tosta de pan fina cortada al bies con base de tomate, ali oli o aceite que puedes complementar con tortilla, atún, pavo o anchoas, que fue bautizada como ‘Sheriff Gun’, que derivó a chérigan.

La textura crujiente de la tapa junto con una refrescante caña de cerveza convierte a este aperitivo en la combinación perfecta para la visita cultural.

El Museo del Esparto es una de las señas de identidad de El Contador, localidad perteneciente al municipio de Chirivel, situada a los pies de la sierra de María, en el límite con la provincia de Granada por la A92-N. El esparto, un material que ha sido importantísimo en la agricultura, ganadería y economía de la comarca de Los Vélez, fundamentalmente desde el siglo XVIII y que tiene su propio espacio por descubrir en esta localidad. No en vano es el museo del esparto más importante del mundo.

Cómo llegar al Museo del Esparto de Chirivel

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Al acceder a la localidad de El Contador, tras dejar la autovía (salida 76 si se llega desde Vélez-Rubio y la 82 si se viene desde Granada), todas sus calles te llevan al centro de la localidad. La plaza de San Antonio es un amplio espacio ovalado por el que pasa toda la vida del centenar de vecinos que llenan sus casas. Es el centro neurálgico desde el que parten las calles que conducen al lavadero y al teleclub, a la Iglesia, a la escuela, a la panadería, a las eras y siguiendo por la calle Ballesteros hasta el Museo del Esparto.

Plaza de San Antonio en El Contador. | Lázaro Martínez/QVEA

Un rincón en Los Vélez ideal para descansar

Este pequeño rincón de Los Vélez es un lugar ideal para descansar, salir de la vorágine del trasiego diario, del ruido y pasar unos días tranquilos. Este remanso de paz permite desconectar y deambular por sus calles en silencio, roto a veces, por el sonido de los cencerros de algún rebano de ovejas y cabras; o pasear por un bosque de encinas y dehesas por la carretera de la Tala y Asprillas, un bonito recorrido a la salida del pueblo, pero lo que no se puede dejar de visitar es una de las señas de identidad que atesora, el Museo del Esparto. Centro que recoge la vida tradicional del municipio y su entorno, donde el esparto ha representado, en la vida del hombre un complemento muy importante para su quehacer diario en cuanto a la vestimenta, el calzado o el transporte.

El esparto en Los Vélez

Planta del esparto. | Lázaro Martínez/QVEA

La orografía montañosa y las llanuras hacen posible una gran cantidad de paisajes, así como el clima frío y húmedo en invierno y caluroso y seco en verano condicionan la presencia de especies animales y vegetales. En la Comarca de Los Vélez en general y en Chirivel y su entorno en particular, se han recolectado plantas como el tomillo, el romero o el espliego para la extracción de esencias aromáticas para su uso medicinal, de ahí la existencia de alambiques por toda la comarca para la extraer la esencia.

Sin embargo, tendrá un papel predominante la recolección del esparto, planta que ha acompañado a los vecinos de la zona desde le prehistoria hasta la mitad del siglo XX. En el siglo XVIII se intensificó la recolección de esta planta en Chirivel debido a la revalorización que tuvo, convirtiéndose en fuente de trabajo y vida de sus habitantes.

Esta planta se caracteriza por tener hojas foliformes arrolladas llegando a medir hasta un metro de longitud. Su cultivo se da fundamentalmente en la mitad meridional de la península. En España su mayor presencia se da en el sureste, destacando las provincias de Almería, Granada y Murcia, aunque también se da en Valencia, Ciudad Real y Albacete. En Chirivel se dan las condiciones idóneas para su desarrollo.

El Museo del Esparto de Chirivel

Diferentes tipos de utensilios hechos con esparto. | Lázaro Martínez/QVEA
Garrafa enguitada. | Lázaro Martínez/QVEA

Todo este mundo, en el que los habitantes del medio rural han utilizado esta planta de la familia de las gramíneas, se refleja en el Museo del Esparto. Situado en una antigua casona, el museo consta de una sala en la que recogen piezas de todo tipo labradas a mano con las fibras obtenidas de esta planta silvestre.

En su interior se pueden contemplar diferentes tipos de utensilios como albardas, barjas, capazos, garrafas enguitadas, esparteñas y la reproducción de un pajar, con todos sus aperos. Además de una muestra de diferentes tipos de trenzados como el cordel, la guita, la soga de ramales, la guita retorcida, rabo de gato, la técnica de clineja o la pleita, así como diferentes paneles explicativos sobre la historia del esparto y su evolución.

El esparto supuso para esta sociedad una materia prima que servía para los quehaceres diarios tanto de la agricultura y la ganadería. Desde los tiros que se utilizaban para la labranza, contenedores para el trasporte de mercancías: aguaderas, capazos, espuertas, sembraderas. Para el uso doméstico también tenía su importancia como es el caso del empleo de cordeles para los asientos de las sillas, las esteras para limpiarse los zapatos o el uso de las esparteñas.

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Para visitar el Museo del Esparto hay que ponerse en contacto con el Ayuntamiento de Chirivel para concertar día y hora. El teléfono de contacto es el 639394465

Qué ver en El Contador

Iglesia de San Antonio de Padua en El Contador. | Lázaro Martínez/QVEA

Además del Museo del Esparto, en nuestro paseo por la pedanía de El Contador hay que hacer parada obligatoria en la Iglesia Parroquial de San Antonio de Padua, erigida en 1900. El edificio, de estilo historicista popular, es de finales del siglo XIX y se construyó sobre una antigua ermita de principios del 700.

Cuando hace su llegada el invierno, justo unos días antes de Navidad, podemos asistir a las peculiares misas de gozo en las cuales una pequeña «cuadrilla» de músicos interpreta las diferentes partes de la eucaristía. Estas misas se realizan de madrugada antes de la salida del sol y suelen terminar con un baile en la plaza del pueblo. En la misa del gallo, en Nochebuena, la «cuadrilla» vuelve a interpretar sus coplas entre las que destacan los antiquísimos aguinaldos junto con las parrandas, seguidillas, jotas y malagueñas…

Dónde comer tras visitar el Museo del Esparto de Chirivel

Para retomar fuerzas después de la visita hay que hacer parada obligatoria en el Teleclub donde se pueden degustar toda clase de comidas caseras, siendo típico el arroz con cabeza de cordero para la fiesta de San Antonio. También se puede descansar en un pequeño hotel rural la Casona de Don Bruno. Una mansión restaurada del siglo XIX con piscina cubierta y jardines.

Castro de Filabres cuenta con un museo de la pizarra que explica la importancia de este material que comparte con otros pueblos de la comarca

El paisaje de la sierra de Los Filabres es reconocible en la provincia de Almería por algo tan característico como es la pizarra, una piedra muy utilizada para diversas construcciones tales como tejados de casas (más conocidos como aleros), cortijos, corrales, fuentes, chimeneas y fachadas, entre otros usos.

La importancia de la pizarra es vital para la ladera sur de esta comarca, que comparten Olula de Castro, Velefique, Senés y Castro de Filabres. Para destacar el uso de este material en esta zona, Castro de Filabres alberga desde hace al menos 15 años el Centro de Interpretación de la Arquitectura Tradicional, más conocido como el Museo de la Pizarra, que explica el uso que se le ha ido dando a esta como seña de identidad de una parte de la sierra de Los Filabres.

Cómo llegar al Museo de la Pizarra

Fuente de pizarra en Castro de Filabres. | Javier Cortés/QVEA
Fuente de pizarra en Castro de Filabres. | Javier Cortés/QVEA

Llegando a Castro de Filabres desde Tabernas, la entrada al pueblo la hacemos por el camino de la derecha, que desemboca directamente en el museo. Por este camino pasamos por dos fuentes, una de ellas de agua potable, y vemos varias fachadas, cómo no, de pizarra.

El Museo de la Pizarra está situado al lado del Ayuntamiento, de una fuente decorativa, muy similar a una gran fortificación y enfrente del puente del Barranco, uno de los lugares que ver en Castro de Filabres. Como curiosidad, parte de la fachada del Ayuntamiento está conformada por pizarra.

Fachada de pizarra del Ayuntamiento de Castro de Filabres. | Javier Cortés/QVEA
Fachada de pizarra del Ayuntamiento de Castro de Filabres. | Javier Cortés/QVEA

El Centro de Interpretación de la Arquitectura Tradicional, construido a raíz del Plan Turístico Filabres-Alhamilla, tiene como objetivos principales difundir la arquitectura de esta zona de Los Filabres e impulsar la recuperación de la misma.

El museo de la pizarra consta de tres plantas: la primera (o planta baja) dedicada a la explicación de qué es arquitectura tradicional y tipos en la zona; la segunda, dedicada a las construcciones de pizarra, y el sótano como sala de conferencias.

Primera planta

Útiles para la extracción de la pizarra. | Javier Cortés/QVEA
Útiles para la extracción de la pizarra. | Javier Cortés/QVEA

En la primera planta encontramos una pequeña oficina de información sobre las 7 maravillas de Castro, libros dedicados al paisaje cultural de la sierra de Los Filabres, y algunos trípticos con información sobre los lugares de interés de Castro de Filabres. A mano derecha se encuentran los restos de una casa con el tejado, ventana y una pared cubiertas de pizarras.

La arquitectura tradicional de Los Filabres se caracteriza por el empleo de los materiales que ofrece el entorno, ya sea posibilitando el acceso a los mismos y al esfuerzo por conseguir la pizarra y otros útiles necesarios para la construcción. Eran muy importantes las labores de extracción y acarreo hasta el lugar donde queríamos tener los materiales.

Además de aprender la diversidad y las técnicas constructivas en el hábitat, se pueden apreciar 34 fotografías de armaduras, forjados, suelos, ornamentos, fábricas, vanos y cubiertas (tres tipos: de rejas, planas o de aleros). Todas las fotografías están tomadas de lugares de Castro de Filabres, Senés y Velefique.

En la primera planta podemos ver además una pedrera, que es el apero de los animales de carga (generalmente burros o mulas, llamadas también bestias). Se empleaba para el transporte de las piedras utilizadas en la mampostería de la construcción tradicional. También hay un ejemplar de un garabato. Este es un conjunto de palos de madera dura (almez, carrasca, olivo, aunque también se fabricaban de chopo), utilizando sobre animales de carga para el transporte de los aleros (lajas) de pizarra.

Antes de subir las escaleras hacia la siguiente planta podemos ver algunos itinerarios para descubrir Castro de Filabres como el paseo hacia la balsa y el molino del Chorro, el recorrido por los cultivos hasta la balsa de Huerta Iglesias y la excursión por el barranco del Royo, en la que podemos ver ‘El Castillico’, algunos corrales, molinos y cortijos.

Segunda planta

Ejemplo de fachada típica de Los Filabres. | Javier Cortés/QVEA

Si continuamos por las escaleras, veremos un cuadro extenso de la sierra. Si lo hacemos por el ascensor, a mano izquierda encontraremos una imagen de una casa típica de la zona. Ya en la segunda planta, se nos presentan carteles informativos para conservar y proteger, reformar y construir, y recuperar la identidad.

La primera parte, ‘Conservar y proteger’, enlaza con la importancia de conservar estas construcciones por el valor histórico, arquitectónico, paisajístico y social que tienen. Además, aporta un enfoque basado en el conocimiento para así comprender esta tradición en el presente y poder dar a conocerla a las próximas generaciones. Todo ello acompañando el texto con fotografías de eras, corrales y muros de esta zona.

En la segunda parte, ‘Reformar y construir’. se centra en la adecuación de los volúmenes para conseguir pueblos armónicos, en el empleo de la pizarra para las cubiertas, en las fachadas y en la unidad del tratamiento de pavimento de las calles. Esta segunda parte trata de ver los aciertos y fallos que tienen pueblos como Senés, Velefique y Castro de Filabres en el uso y trato de la pizarra.

La tercera parte, ‘Recuperar la identidad’, se centra en mantener la identidad que supone para estos municipios la pizarra y su uso desde tiempos inmemoriales. Abajo se encuentran fotografías de pueblos de Asturias, Granada y Lérida como buenos ejemplos de municipios que tienen una identidad propia.

En el suelo se encuentran varias herramientas para la extracción de la pizarra y esquistos, además de aperos como martillos, garabatos y pedreras. También un barretón, barra de hierro cuya finalidad es servir de palanca para la extracción del alero de la pizarra. O cuñas (piezas de hierro para desgajar la pizarra y conseguir piezas del grosor deseado, que de fabricaban en las propias fraguas locales). Todas las herramientas están cedidas por varios usuarios de Castro de Filabres, Velefique y pueblos de alrededor.

Cómo era la vida en la sierra de Los Filabres

Maqueta de poblamiento en Los Filabres. | Javier Cortés/QVEA
Maqueta de poblamiento en Los Filabres en el Museo de la Pizarra. | Javier Cortés/QVEA

En la pared, una pantalla informa de cómo es la vida en la sierra de Los Filabres. Otra, sobre la técnica constructiva de la pizarra. Esta última explica cómo deben ser los cimientos, los muros de cierre, solerías (las losas de pizarra), vanos y los revocos, entre otros. También se pueden ver algunas fotografías familiares en blanco y negro, o una estampa del barrio de Triana de Velefique.

En la segunda planta también podemos ver una maqueta de un poblamiento de la vertiente sur de la sierra de Los Filabres. Esta trata de enseñarnos las características típicas de esta zona. Los rasgos más importantes del tipo de poblamiento nacen durante el periodo andalusí. Es en ese periodo cuando se definen y construyen los principales sistemas de regadío, junto a los mejores cursos de agua. Esto daría lugar al origen de los actuales núcleos de población.

Este tipo de poblamiento tendría un castillo (hisn) como fortaleza, animales para la supervivencia del poblado situados en los corrales y en el palomar, también tendría eras (lugares comunes donde se cultivaban vegetales y cereales, aparte de ser también un lugar para almorzar). Sería necesario disponer de un lavadero para la ropa, acequias, balsas y molinos de agua para el riego, para los animales y humanos. También la creación de balates que hicieran posible un buen desarrollo de la agricultura.

Una sorprendente sala

Mina excavada en la roca en el Museo de la Pizarra de Castro de Filabres. | Javier Cortés/Qué ver en Almería
Mina excavada en la roca en el Museo de la Pizarra de Castro de Filabres. | Javier Cortés/QVEA

Este museo está emplazado sobre una antigua balsa cuya mina de agua se puede ver en el acceso al sótano. La mina es una galería excavada en la roca, en las pendientes de las montañas, con un canal que extrae agua al exterior. Habiendo bajado al sótano nos encontramos una magnífica sala de videoconferencias con aforo para más de 40 personas, que cuenta con un proyector para ver películas, dos servicios y que está rodeado por tres cuadros dedicados a tres municipios de Los Filabres: una cubierta plana de cortijo (Tabernas), el molino de agua de Juan Egea (Senés) y el Palomar en el cortijo de la balsa (Velefique).

Para finalizar el recorrido por el museo de la pizarra, es recomendable pasarse a tomar unas tapas de calamares, lomo y algún que otro bocata en el bar que hay en Castro, que es el de la tercera edad (abre de martes a domingo) y pasar por la Iglesia Santa María del Rosario.

Un Museo Etnográfico, el Museo Provincial de la Uva del Barco, ‘La Modernista’, el Museo de la Escritura y exposiciones temporales, en los Museos de Terque

Existe un pueblo que lleva encargándose durante casi 20 años de recoger el legado cultural y etnográfico de la provincia de Almería, de forma que ha ido enlazando las tradiciones históricas con la cultura popular. Se trata del pequeño municipio de Terque (actualmente por debajo de los 400 habitantes), situado en la comarca de la Alpujarra y en el trayecto del Río Andarax.

Esta recopilación histórica ha dado lugar a cinco museos, los Museos de Terque, que tras recopilaciones infinitas y donaciones familiares, se han convertido en un tesoro cultural de la provincia. Gracias a la colaboración del Ayuntamiento y la Asociación de Amigos del Museo creada en el año 2002 por los vecinos de Terque, esta apuesta por la recuperación y conservación de este patrimonio sigue creciendo a través del Museo Etnográfico, Museo Provincial de la Uva del Barco, Museo de la Escritura Popular, La Modernista y la Cueva de San José.

Los inicios de los Museos de Terque

Esta aventura comienza en los años 80 cuando llega al pueblo Alejandro Buendía, un valenciano diplomado en Enfermería al que destinaron a los pueblos de Terque y Bentarique. Buendía se acaba casando con Lourdes, la hija de Paca la panadera. Paca decide cerrar la panadería, y este matrimonio ingenia la idea de guardar el mobiliario. Posteriormente solicitaría al Ayuntamiento un par de salas que albergasen varias exposiciones que habían decidido recrear.

Lo que no imaginaban fue como vecinos y forasteros, comenzaron a donar artilugios dotados de historia y gran valor sentimental. Un punto de partida en el que se decide dar un paso más en el proyecto, contratando un museólogo que analizara las piezas, y apostando por la riqueza cultural creando el Museo Provincial de la Uva del Barco.

Comienzo de la ruta por los Museos de Terque

El municipio de Terque no se caracteriza por su lejanía de la capital, ya que se encuentra situado a tan solo 29 kilómetros de ella. El trayecto más ameno para acercarse a conocerlo toma la ruta dirección Benhadux, siguiendo por la A-348 hasta llegar al cruce de Santa Fé. Tras tomar el desvío por la antigua carretera que atraviesa el Puente de Los Imposibles sobre el Río Andarax, se encuentra este pueblo de la Alpujarra Almeriense.

La ruta por los Museos de Terque comienza, como siempre que se visita un pueblo, en su plaza central, en este caso llamada Plaza de la Constitución, la cual se encuentra ambientada por los hombres mayores del pueblo que descansan en el bar Yolanda de sus labores, mientras cuentan sus peripecias.

El Museo Etnográfico

A pocos metros de allí se ubica el Museo Etnográfico situado en una de las casas señoriales de finales del siglo XIX, actualmente propiedad del Ayuntamiento. Asombra como tan solo al entrar se experimenta un viaje en el tiempo, rodeándote en un primer momento por los distintos oficios artesanales. Destaca el esparto característico de Almería, ya que antiguamente la conocían como la tierra de las tres cosechas: “mocos, legañas y esparto”, haciendo referencia a la conjuntivitis que provocaba la manipulación del esparto.

Los museos son de carácter provincial, aunque han adoptado figuras de toda España. Prueba de ello es la gran rueda de afilador procedente de Ourense, situada en la planta baja. En la misma planta, recogen uno de los establecimientos más añejos de la comarca: una botica que funda Francisco Sánchez en Terque en 1871, que acaba trasladando a Alhabia unos años después.

Museo Etnográfico, uno de los Museos de Terque
Frasco del siglo XIX con aceite de alacranes, que paliaba el cólico nefrítico. | Alba O./QVEA

Una botica que estuvo abierta durante tres generaciones  y que recopila medicinas que los boticarios elaboraban a partir de animales, minerales y plantas, además de mucho del instrumental que necesitaban para ello. Conservan medicamentos como los salicilatos de bismuto de la farmacia Vivas Pérez de Almería o el popular antidiarreico Tanagel, de la Farmacia Durbán. Sin embargo, destaca en sus estantes un frasco que aun conserva restos de aceite de alacranes, el primer tratamiento de urología conocido, útil para combatir el cólico nefrítico.

El museo etnográfico cuenta además con una sala dividida en dos. Por un lado se expone una antigua barbería; por otro, una sala con armas de caza y aperos para la crianza de los animales.

En la segunda planta, se encuentra una recreación de una pequeña clase de colegio llena de pupitres, libros escritos por niños y niñas, estuches de la época, entre otros objetos de valor. En la misma sala, están colocadas dos vitrinas con una gran colección de juguetes, en la que el ‘cozio’ se coloca como la pieza más antigua. Se trata de un objeto que servía para hacer la colada y que pertenece a 1870. Con motivo del auge que tuvo el trabajo de la uva, en Terque llegaron a vivir alrededor de 1.200 personas dando lugar a la existencia de cinco colegios.

En el resto de sus salas se recrean un dormitorio, una panadería, una mercería, e incluso una cocina con su despensa. Se conservan objetos de la vida cotidiana como una ‘espetera’ para colgar los utensilios, sartenes, embutidores o fiambreras que recibían el nombre de horteras.

En cambio, la tienda de comestibles de este museo es sin duda la cuna de los recuerdos para los visitantes. A cualquier persona que pase por ella le hará rememorar su juventud o su infancia. Por último, tras mucho tiempo detrás de él, consiguen gracias a la donación de la familia Algarra, un estanco emblemático de Almería que se situaba en el Paseo de Almería, y que ahora ocupa un espacio muy significativo de este museo.

La Modernista, tienda de tejidos del siglo XX

Continuando con el recorrido por las calles de Terque, se encuentra el Teatro Manuel Galiana, un antiguo almacén de uvas que actualmente acoge esta centenaria tienda de tejidos y de forma anexa, el Museo Provincial de la Uva del Barco.

En la entrada del museo se encuentra esta tienda enfocada a conocer la historia de las vestimentas de la época y los diferentes tejidos, acercando a los visitantes a objetos que ellos mismos han podido ver a lo largo de su vida. Esto es así porque se trata de mobiliario y elementos originales de una tienda de Alhabia que se mantuvo abierta hasta los años 70.

El prêt-à-porter (‘listo para llevar’) no se implanta hasta los años 50, por lo que las diferentes clases sociales acudían a esta tienda a comprar la tela para posteriormente confeccionar sus atuendos. Lo que más llama la atención es su gran mostrador ondulado, diseñado así para que trabajadores y clientes pudieran rezar; sus maniquíes con ropas tradicionales; la recuperación de trajes históricos como el azul y rojo de  Federico González, un niño de Alhabia que emigra a Nueva York convirtiéndose en uno de los padres fundadores del surrealismo estadounidense; la exhibición de la moda de los vestidos de novia de color negro; los mantones de manila que realmente eran originarios de China; o vestimentas de la Primera Guerra Mundial.

Museo Provincial de la Uva del Barco

Situado en el mismo museo, se encuentra quizás una de las salas con más valor histórico. Este recorrido cuenta como durante dos siglos la provincia de Almería fue mundialmente conocida por su uva de calidad, llegando a comercializarse en Alaska, Kenia, Singapur o Londres (los Fischer fueron unos de los grandes exportadores).

En primer lugar, se encuentra una exposición sobre la faena de la uva, que cuenta como se desató la fiebre del parral debido al gran potencial que empezó a obtener el pueblo de Ohanes, pionero en vender esa uva de carne prieta y piel muy gruesa al extranjero. Como consecuencia, la realidad social, económica y paisajística da un vuelvo en Almería.

Museo de la Uva de Barco, uno de los Museos de Terque
Consignataria de Buques de la familia Berjón (Almería, 1931). | Alba O/QVEA

También se consagró como una oportunidad para que la mujer se incorporase a la vida laboral, ya que comienzan las faenas, oficio en el que la mujer se encargaba de cortar la uva y quitar cualquier uva podrida que pudiese estropear el lote. Esta sala recoge sellos de exportadores, una colección de barriles, documentos de valor, y paneles que demuestran cómo esta fruta llegó hasta Estados Unidos gracias a la línea Almería-Nueva York, la cual tardaba 8 días y medio en hacer el recorrido.

Resalta como en uno de los paneles explicativos de la exposición, se plasma una fotografía de una tienda de Londres situada en el barrio pudiente de Notting Hill, en la que se observa como la uva de Almería era el fruto más caro de esa frutería.

Sin embargo, la joya de este museo sería la magnífica reconstrucción de una oficina consignataria de buques que pertenecía a la familia Berjón. Una oficina muy elaborada de maderas y vidrieras por fuera, y una recopilación de libros de cuentas, máquinas de escribir o antiguas cajas fuertes, entre otras reliquias por dentro. Estaba situada en el puerto de Almería, y era la parada obligatoria para aquellos barcos con destino a Liverpool, desde donde se distribuía la uva.

Museo de la Escritura Popular

Museo de la escritura en los Museos de Terque. | Alba O./QVEA
Museo de la escritura en los Museos de Terque. | Alba O./QVEA

El paseo cultural por los Museos de Terque continúa en la antigua Casa de los Yebra. Es el Museo de la Escritura Popular, donde los sentimientos florecen. Acoge más de 10.000 documentos y cartas, a través de los cuales se puede conocer como era la verdadera realidad social a la que se enfrentaban los habitantes de la provincia.

Al igual que el resto de museos destacan por la cantidad de historia que narran, en este museo puede que los visitantes salgan más emocionados de lo que entraron, ya que no abunda la oportunidad de leer de primera mano testimonios reales.

Cartas de amor de la época. | Alba O./QVEA

En esta exposición se recopilan desde cartas de amor que escribían las enamoradas a sus hombres destinados en la mili o viceversa, hasta cartas de los dos bandos enfrentados durante la guerra.

También cuenta con tarjetas postales; cartas enviadas desde Nueva York a Almería; tarjetas de visita que según se doblaran adquirían distintos significados; o retratos con escritos detrás que se convertían en el mejor detalle para regalar debido a que el fotógrafo solo acudía al pueblo en fiestas.

No obstante, en sus vitrinas destaca la conservación de un bote de yodo en el que el boticario de Alhabia redacta a letra comprometida de leer una esquela, o bien, algo que puede suscitar humor como son las chuletas ilegibles que se hacía un estudiante de ginecología para aprobar sus exámenes.

Exposiciones temporales en la Cueva de San José

Exposiciones temporales en los Museos de Terque
Exposición sobre la España de la posguerra. | Alba O./QVEA

Terminando el recorrido, en la cumbre del pueblo se encuentra este espacio cultural ubicado en una antigua casa cueva, algo que lo hace especial y único. Se trata de un centro dedicado a exposiciones temporales enfocadas en temáticas de producción propia de los Museos de Terque.

Ya son algunos años los que se dedican a recrear diversas exposiciones de carácter variopinto. Acogieron una en honor al 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna; una recopilación de palabras olvidadas y en desuso para así evitar su desaparición, en otra ocasión sobre costumbres navideñas; o una exposición sobre juguetes tradicionales y artesanos de la provincia de Almería.

En 2021 alberga una exposición sobre la España de posguerra (1939-1959) y se trata de la primera realizada en Almería con esta temática. En esta visita se encuentran multitud de testimonios que relatan las vivencias de esos duros años, y que el museo guarda dando la posibilidad a los transeúntes de leerlos.

No obstante, se muestran también cuadernos de niños de la escuela, ejemplares de tebeos, diplomas donados por aquellos que fueron a la División Azul, o materiales propios de la época.

Visitas guiadas a los Museos de Terque

Este plan se convierte esencial si se pretende conocer la potente historia de Almería en sus diferentes ámbitos. En un principio eran los propios vecinos de Terque los que se encargaban de abrir las puertas de los museos y meterse en el papel de guías por un rato cuando había visitas. Sin embargo, en la actualidad existen visitas guiadas los sábados, domingos y festivos.

Estas visitas museísticas concluyen en su punto de partida a la hora del mediodía. De esta forma, no hay mejor broche final a este plan de fin de semana que hacer una parada para tomar algo. Una tapa de carne con tomate o un ‘Alpujarreño’ (patatas con huevo y chistorra) en la terraza del bar Yolanda, se hacen irresistibles antes de dejar el pueblo.

Terque ha conseguido reunir parte de las raíces de muchos almerienses a través de tradiciones, oficios y costumbres que no se deben olvidar. Gracias a esta labor cultural que no cesa, son cada vez más los que deciden pasar un día en este pequeño pueblo de la Alpujarra, en el que se respira orgullo y dedicación entre sus habitantes. Se trata de un punto de encuentro tanto para jóvenes interesados en conocer la vida de sus antepasados, como para mayores que buscan regocijarse entre sus entrañables recuerdos.

La obra completa de fotografías de Pérez Siquier, en Olula del Río, en el primer museo de España dedicado a uno de los grandes fotógrafos clásicos

Mientras avanzamos por la autovía A-334 que pasa por Olula del Río, podemos observar su Vía Verde. En ella se cruzan ciclistas, caminantes y corredores que se saludan alegremente. Unos kilómetros más hacia adelante, una espectacular escultura en mármol blanco de Macael anuncia que hemos llegado a nuestro destino: la Ciudad de la Cultura de Olula del Río. Se trata de ‘La Mujer del Almanzora’. Una obra del artista Antonio López que custodia sus tres museos. Uno de ellos, dedicado de forma íntegra a las fotografías de Pérez Siquier.

Acceso al Centro de Fotografía Pérez Siquier en Olula del Río. | María José Martínez/QVEA

El Paseo de las Esculturas con flamantes Dionisios de piedra blanca nos da la bienvenida a esta gran cita con el arte. Tras él está ‘La Mujer del Almanzora’, una de las escultura más grandes de España, formada por 82 piezas de mármol de Macael, con un peso de 180 toneladas y más de ocho metros de altura. Al frente, un edificio blanco y azul: el Museo Casa Ibáñez. Una de las mayores colecciones de Arte Contemporáneo de Andalucía creado por el pintor Andrés García Ibáñez, un artista de valorada trayectoria dentro del Realismo contemporáneo. Y a la derecha, el encuentro con la gran obra de Carlos Pérez Siquier. En ese edificio de más de 1.000 m2 se encuentra el archivo completo de fotografías de Pérez Siquier. Es el primer museo de España que está dedicado a uno de los grandes fotógrafos clásicos. Entrar en él es ponerse esas gafas inseparables y ver el mundo a través de sus ojos.

Sala de ‘La Chanca en color’. | María José Martínez/QVEA

Carlos Pérez Siquier

De cabello rubio y ojos dulces escondidos tras unas gafas. Solía vestir camisa desenfadada y normalmente llevaba un bolígrafo en su bolsillo. La cámara siempre en mano, y en su corazón. Tal era su aspecto que muchos pensaban que era americano. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Almería era su tierra y su hogar.

Hablando de hogar, fue precisamente en la boardilla de su casa donde se enamoró de la fotografía, con tan solo quince años. Su padre, Joaquín Pérez, se aficionó a este arte y él descubrió en aquel rincón la magia del rebelado. Desde entonces, Carlos Pérez Siquier observaba el mundo a través de su objetivo.

Su mirada era diferente a la de todos los demás. Corrían los años 50 entre posguerra, pobreza y franquismo. Pero él estaba alejado de los cánones tradicionales y supo adelantarse a su tiempo sin ningún tipo de cobardía por los años presentes.

Colección ‘La Chanca en color’. | María José Martínez/QVEA

Carlos Pérez Siquier nació en Almería un frío mes de diciembre de 1930. Su historia es la historia de La Chanca. La de verdad. La de las casas de colores y su vida cotidiana en las calles. Cada fin de semana que trascurrió entre los años 1956 y 1965 cogía su cámara de fotos y se iba hasta este barrio. En silencio, y sin apenas saludar a los vecinos, comenzaba a capturar ese mundo en blanco y negro primero, y a todo color después. De esta manera captaba la esencia de las barriadas pobres de España durante la posguerra.

Esa colección de fotografías de Pérez Siquier le cambió la vida, pues le encumbró como uno de los autores más vanguardistas de la fotografía española. Eran fotografías sin barreras. Junto a su fiel amigo José María Artero, entró en la Agrupación Fotográfica Almeriense, a través de la que lideraron la revista AFAL, que se publicó entre los años 1956 y 1962. Con ella consiguieron traspasar fronteras y para él, en sus propias palabras, “AFAL era el Internet de la época”. Y consiguieron captar la atención de los fotógrafos jóvenes.

La Chanca, en blanco y negro y en color

Volviendo al Centro Pérez Siquier en Olula del Río, el recinto está dividido en ocho salas. Un prototipo original de la ‘Mujer de Coslada’ de Antonio López corona la primera sala. Se trata de una escultura que parece rozar el cielo por su gran magnitud. Es ella la que se encarga de custodiar ‘La Chanca en blanco y negro’ de Carlos Pérez Siquier. La mítica serie neorrealista de los vecinos del barrio almeriense.

La niña de La Chanca de Pérez Siquier. | María José Martínez/QVEA
La niña de La Chanca de Pérez Siquier. | María José Martínez/QVEA

En muchas ocasiones, esta era simbolizada por su fotografía más representativa, la de la niña blanca de La Chanca. La mirada de aquella chica cautivó al fotógrafo, pero también a su público. “Ella me estaba ofreciendo su interior y yo lo eternicé”, explicó en una ocasión. Medio siglo después la protagonista volvió a aparecer en la vida de Pérez Siquier. Se llamaba Ángeles Domínguez y vivía en Londres. Esta viajó hasta Almería para conocer al artista, que la fotografió en el mismo lugar y le dio la copia original.

En la sala 2 nos trasladamos hasta los años 60, haciendo una parada en ‘La Chanca en color’. El barrio se iluminó entonces. Con esta colección tiene una visión más estética de aquel lugar, dando protagonismo a sus bonitas casas de colores alegres. Así se ensalzaba su vida cotidiana.

La playa de los 70, turismo en la costa mediterránea

Viajamos hasta ‘La playa de los 70’ en la siguiente sala. Allí predomina la ironía y el acento pop sobre el turismo masivo en la costa mediterránea. Lo cierto es que esta obra le dio una gran fama al fotógrafo almeriense y lo convirtió en uno de los pioneros de la fotografía en color de todo el mundo. Otras dos estancias albergan el ‘Color del sur’ y algunas obras que reflejan la belleza de Cabo de Gata.

Recientemente, el Centro Pérez Siquier inauguró, con la presencia del artista, la ampliación de su superficie expositiva. Un punto de encuentro con la historia de la fotografía a través de más de 120 obras. Esta colección la completan una recopilación bibliográfica con ejemplares de AFAL, su Anuario de la Fotografía Española de 1958 y otras publicaciones de aquella generación tan mítica.

En una ocasión Carlos Pérez Siquier advirtió que moriría “con las fotos puestas”. Y lo cumplió. El 14 de septiembre de 2021, a los 90 años, falleció en su Almería natal, pocos días después de visitar por última vez su centro fotográfico. Pero lo cierto es que el artista seguirá vivo en cada una de las obras con las que consiguió prolongar la vida, y retratar primero a una España oprimida en blanco y negro, y una España a todo color que luchaba por salir de aquello un tiempo después.

Visitar el Centro Pérez Siquier de Olula del Río

El Centro Pérez Siquier, ubicado en la Plaza de la Cultura número 1, es un espacio dedicado a la vida y a la historia del fotógrafo almeriense. Visitarlo es muy fácil porque está abierto todo el año, incluidos los festivos, de martes a domingo. Los únicos días que este museo de la Ciudad de la Cultura de Olula del Río está cerrado son los lunes y el 1 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre. Además, la entrada es totalmente gratuita.

Horario del 1 de octubre al 31 de marzo:  Está abierto por las mañanas de 11:00 a 14:00 horas, y por las tardes de 18:00 a 20:00 horas.

Horario del 1 de junio al 30 de septiembre: Abierto por las mañanas de 11:00 a 14:00 horas y por las tardes de 19:00 a 21:00 horas.

Si quieres hacer una visita guiada al Centro Pérez Siquier, se debe concertar previamente llamando a los teléfonos 950 441 017 o al móvil 628 230 872. El coste por persona es de dos euros, y cada grupo tendrá un mínimo de 10 participantes.

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Finalizada la visita, no puedes irte de Olula del Río sin disfrutar de su deliciosa gastronomía. Muy cerca del centro de fotografías de Pérez Siquier está ubicado uno de sus restaurantes más míticos: el Mesón de Huitar. Concretamente, en la calle Huitar Mayor número 30, en la carretera del Polígono Industrial. Allí podrás degustar tanto platos tradicionales como innovadores, aunque son especialistas en carnes a la brasa. ¡No te vayas sin probarlas!