La Recreación Histórica de Canteros y Caciques de Macael es uno de los días más esperados del año en el Valle del Almanzora

Macael ha estado siempre ligado al mármol. Una relación con siglos de historia que no se deteriora con el tiempo. Se fortalece. Que no se concibe el uno sin el otro. Tanto, que echar la vista hacia atrás hace aflorar los sentimientos de sus vecinos, que se les erice la piel, lloren de la emoción con los homenajes a sus canteros, se rían bailando sus músicas de antaño, o escuchen las viejas historias de los macaeleros más veteranos. Una vez al año, uno de sus días más esperados es la Recreación Histórica de Canteros y Caciques.

La Recreación Histórica Canteros y Caciques en Lucha por el Mármol nacía en el año 2017 con el objetivo de mostrar la tradición del pueblo del Valle del Almanzora. Sus calles, su ambiente, sus vecinos, y los miles de visitantes se introducen en una máquina del tiempo que les lleva hasta 1919, cuando dio comienzo el conflicto por la privatización de las canteras. Una batalla que duró hasta 1947 y durante la que los macaeleros lucharon para que no sucediese, dando lugar al ‘pleito de las canteras’.

Macael se viste de época durante todo el fin de semana en el que se desarrolla la actividad (en 2023, el 6 y 7 de mayo) paseando por sus calles arrieros, canteros, dueños de canteras, carreteros, lavanderas, chambilleros, fragüeros y otros personajes fundamentales para narrar esta historia.

Representación de los Canteros y Caciques en Macael. | María José Martínez
Representación de los Canteros y Caciques en Macael. | María José Martínez

Dónde se celebra la Recreación Histórica Canteros y Caciques de Macael

Macael se envuelve en el siglo XX en un recinto por el que se despliega el espacio escénico, situado en el Bulevar-Paseo de las Esculturas y terrenos cercanos, con una extensión de más de 6.000 metros cuadrados cuidados al mínimo detalle. Un espacio accesible para todo el mundo y que cuenta con sombras para descansar.

Este recinto cuenta con un total de 22 escenarios por los que se cuenta la historia del pleito de las canteras, pero también se recrean las costumbres de la época.

Destaca, por ejemplo, la réplica de las canteras, que puede visitarse durante todo el año, o la propia Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, así como casas y bares, en los que se sirven las tapas que hacían las delicias de los macaeleros cuando visitaban los bares del Pavero, Mariquita, Antonio Molina, el Brillantina, o el Casino de Natalia. Las escenas de teatro se funden con el espacio, mezclándose los propios actores con el público presente. En esta V edición se contará con una nueva escena dedicada a la festividad de San Marcos.

Las actuaciones musicales también tienen un papel muy importante en estas jornadas. En esta V edición los visitantes podrán disfrutar el viernes 5 de mayo del concierto de O Sister!, y el sábado 6 de mayo de la Orquesta Oro Blanco.

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El Pleito de las Canteras

Las escenas narran episodios de traiciones y luchas de poder, que fueron la base de lo que es hoy en día Macael, su cultura, su industria de la piedra, y las costumbres más arraigadas de los macaeleros.

Durante las jornadas, se aterriza en 1919, año en el que se desencadenó el conflicto, hasta llegar a un acuerdo gracias a la batalla incansable de los que llevan a sus canteras de mármol en su ADN.

Además, cada año suele haber novedades, como el año pasado con la visibilidad al oficio de amoladora. Estas eran mujeres que iban a los talleres para pulir las piezas de mármol que previamente habían sido talladas por sus artesanos. Este año se añade la festividad de San Marcos, muy importante históricamente en la localidad almeriense.

También se puede ver a través de las narrativas la ambición de los caciques, los talleres, la vida diaria en sus calles y sus casas, o como era la escuela entonces. No se olvida tampoco la dureza de la vida en las canteras, con homenaje a todos los fallecidos, o la recreación de una boda, nacimiento, y su día de la virgen.

Los actores son los propios vecinos, que se ponen en la piel de sus antepasados para contar el por qué de su presente. Más de 70 personas entre actores y figurantes, que junto al trabajo de escenografía impecable hacen vivir uno de los eventos más esperados de la comarca. El que les lleva hasta el corazón de una historia, que, hoy en día, ellos mismos siguen escribiendo.

Dónde comer en la Recreación Histórica de Macael

A lo largo del recinto se encuentran algunos de los bares típicos de los canteros, que los macaeleros visitaban cuando finalizaban sus largas jornadas de trabajo, para tomar la ‘barrecha’. Mantienen sus nombres originales y su decoración. También está la Tienda Nueva, donde todos los visitantes podrán comer y degustar productos típicos del Valle del Almanzora. Una oportunidad inmejorable para sumergirse en la gastronomía de este rincón de la provincia de Almería.

Este templo albojense alberga la imagen de la Virgen del Saliente, y es uno de los centros de peregrinación más importantes

La joya arquitectónica de Albox tiene nombre propio y está alzada sobre una historia apasionante, leyendas y puro arte que envuelven a todos sus visitantes. Es una conjunción de ingredientes que cada año hacen que miles de personas se rindan a sus encantos. Se trata del Santuario de Nuestra Señora del Buen Retiro de los Desamparados del Saliente, conocido popularmente como el Santuario del Saliente.

Este templo albojense alberga la imagen de la Virgen del Saliente, o ‘La Pequeñica’, y es uno de los centros de peregrinación más importantes del suroeste español. Sin duda, si te estás preguntando qué visitar en la Comarca del Almanzora de Almería, esta es una parada obligatoria.

¿Quieres descubrir por qué el Santuario del Saliente es la joya de la corona de las Iglesias de Albox?

Cómo llegar al Santuario del Saliente de Albox

El Santuario del Saliente se encuentra en uno de los picos más altos de la Comarca del Almanzora. Desde allí, abrazado por un frondoso paisaje verde, casi parece que se pueda tocar el cielo. Esta obra de arte está ubicada a poco más de 20 kilómetros del pueblo de Albox, a unos 32 minutos en coche desde el centro de la ciudad.

Comenzamos la ruta sumergiéndonos en un camino de curvas cerradas, que nos van descubriendo a su paso escenarios que querrás guardar en tu retina para siempre. Imágenes que tan solo son una pista del monumento que nos espera en nuestro destino.
Para llegar al Santuario del Saliente de Albox hay que coger la carretera AL-7100, atravesando en primer lugar la pedanía de San Roque, y continuando por Locaiba, el Llano de Los Olleres, Las Pocicas, el Saliente Bajo, las Pocicas y el Caserío El Lugarico. A los lados del camino podemos ver cortijos y casas modernos y clásicos donde muchos albojenses hacen su vida, un poco más alejados del bullicio urbano.

Los Aceiteros es la pedanía más cercana al santuario de Albox, y nos advierte de que ya estamos muy cerca de nuestro destino, al que también precede la Cueva Sima del Saliente. Y allí, en la carretera AL-7100, en el Saliente Alto, vislumbramos el majestuoso Santuario del Saliente de Albox, encontrando respuesta a por qué es uno de los sitios imprescindibles que ver en la Comarca del Almanzora de Almería.

El paisaje que conduce hasta el monumento. | Mª José Martínez/QVEA

Uno de los monasterios más grandes de Andalucía

El Santuario de Nuestra Señora del Buen Retiro de los Desamparados del Saliente se construyó en las últimas décadas del siglo XVIII, convirtiéndose con el paso del tiempo en uno de los centros de peregrinación más importantes de España. Tal es así que, en el año 1992, fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional.

Este templo de la Comarca del Almanzora fue construido sobre una antigua ermita erigida en el poblado prehistórico de Monterroel. Fue uno de los enclaves más privilegiados para los primeros asentamientos humanos gracias a su localización en la ruta que discurría desde la Comarca de Los Vélez hasta el Valle del Almanzora.

La planta de este santuario, de estilo barroco en transición hacia el neoclásico, tiene forma rectangular y mide aproximadamente 46 metros de largo por cincuenta metros de ancho. Desde la explanada del Roel se levanta la fachada principal, que está bordeada por unos muros de contención, y donde se disponen las dos puertas que están abiertas al atrio del monumento y al portal del claustro. Asimismo, la tribuna enmarca la hornacina central. Junto al templo, de forma adosada, se encuentran las dependencias del capellán, que están coronadas por un balcón de forja que no deja a nadie indiferente ante tanto derroche artístico.

El Pozo de los Deseos

Dentro del recinto, en el centro del patio entorno al que dispone el monumento, está el pozo de los deseos. Con estructura poligonal, era el encargado de abastecer con agua a los habitantes del monasterio y, en la actualidad, es el foco de muchas leyendas. Una de las más conocidas es la de echar tantos granos de trigo como personas a las que quieras desearle fuerza y salud. Pero, la más extendida es la de pedir un deseo y posteriormente lanzar una moneda.

Pozo de los Deseos en el Santuario del Saliente
Pozo de los Deseos en el centro del patio del Santuario del Saliente. | Mª José Martínez/QVEA

La Romería del Saliente, cita obligatoria con ‘La Pequeñica’

El 8 de septiembre es una fecha grabada a fuego en el calendario de los vecinos de Albox, y de otros muchos pueblos de la Comarca del Almanzora. La razón es que este es el día en el que se celebra la peregrinación religiosa, aunque comienza en las vísperas, que discurre desde la Plaza Mayor de Albox con destino al Santuario del Saliente.

Los romeros también parten desde diferentes puntos de las comarcas vecinas, haciendo el camino a pie. El fervor religioso se palpa en muchos de los sacrificios de los peregrinos, como es hacer el camino descalzos, incluso de rodillas, para que la virgen cumpla sus plegarias.

Miles y miles de peregrinos caminan unidos para visitar a la Virgen del Saliente, recorriendo la Rambla y disfrutando de jornadas inolvidables de convivencia. Tal es su importancia que esta fiesta fue declarada de Interés Turístico Andaluz en el año 2002.

Los peregrinos piden sus deseos a la Virgen del Saliente. | Mª José Martínez/QVEA

Antes de que amanezca ese mismo 8 de septiembre, ya en la basílica, se celebran misas ininterrumpidas hasta el mediodía. En ese momento se reza el Ángelus y se hace la procesión de la imagen coronada por los alrededores del Santuario del Saliente de Albox, continuando con las celebraciones litúrgicas hasta últimas horas de la tarde.

¿Qué simboliza la Virgen del Saliente de Albox (La Pequeñica)?

La Virgen del Saliente, conocida también como La Pequeñica, es una iconografía que simboliza la visión del capítulo 12 del Apocalipsis. Tradicionalmente la Iglesia ha visto en ella la figura de María o de la propia iglesia, asociada a la victoria de Jesucristo sobre la muerte y sobre el pecado.

Interior del Santuario del Saliente de Albox
Interior de la Iglesia del Saliente de Albox. | Mª José Martínez/QVEA

La imagen de Nuestra Señora del Buen Retiro de los Desamparados del Saliente es una talla de estilo barroco, de madera de tilo policromada, y de tan solo 58 centímetros. Es por ello que coloquialmente se refieren a ella como ‘La Pequeñica’. Lo cierto es que no se conoce exactamente cuando fue creada, pero, se piensa que debió ser a principios del siglo XVIII.

Virgen del Saliente. | Ayuntamiento de Albox

La Virgen del Saliente es sin duda una gran símbolo de veneración y cariño de muchos devotos de la Comarca del Almanzora. Además, son muchas las leyendas que se han propagado en torno a esta figura. Una de las más conocidas es la que cuenta que todo comenzó en el siglo XVII, con la aparición de la Virgen acompaña por unos cantos celestiales a un pastor de la zona, llamado Lázaro de Martos. Las autoridades eclesiásticas de la época mandaron a construir en el lugar una pequeña ermita. Sin embargo, la gran afluencia de peregrinos les obligó a levantar el actual Monasterio en el año 1769. Lázaro de Martos se convirtió en sacerdote tras esta aparición en mitad de una noche tempestuosa en la sierra albojense.

El Saliente, pura inspiración para el pintor Andrés García Ibáñez

El pintor Andrés García Ibáñez reside en Olula del Río. Sin embargo, sus padres, Pablo García López y María Dolores Ibáñez procedían de Albox. Esto ha hecho que el artista esté estrechamente vinculado a este pueblo almeriense, y haya dedicado muchas de sus obras a plasmar la belleza del Saliente.

Estas son, por ejemplo, ‘El Santuario del Saliente desde los Dientes de la Vieja’, la ‘Rambla del Saliente en invierno’, las ‘Ramblas del Saliente en verano’, ‘Subida al Santuario, El Saliente’, ‘Vista lateral del Santuario, el Saliente’, ‘Claustro del Santuario del Saliente’, o ‘El Santuario del Saliente. Fachada principal’, entre otras muchas.

El Museo Ibáñez está situado en la Ciudad de la Cultura de Olula del Río. Exactamente, en la Calle Museo número 7 de la localidad almeriense. En este complejo también se puede visitar el Centro de Fotografía Pérez Siquier, que no puedes perderte.

Colección El Saliente. | Museo Casa Ibáñez

Dónde comer y dormir en el Saliente de Albox

Si quieres coronar la experiencia de visitar el Santuario del Saliente de Albox, te recomendamos visitar la Hospedería del Saliente, que está ubicada en el mismo recinto. Cuenta con trece habitaciones rodeadas por su historia y naturaleza única. Es más, está considerada como Patrimonio Nacional de Interés Cultural porque está justamente en el Santuario.

El complejo cuenta con una posada y un restaurante. | Mª José Martínez/QVEA

Esto no es todo, porque si además quieres disfrutar de la gastronomía albojense y de la Comarca del Almanzora, el Restaurante Virgen del Saliente, también en este complejo, ofrece platos regionales tradicionales. Además, cuenta con una terraza desde donde gozar de sus paisajes de película.

Es uno de los edificios de arte neoclásico más representativos de toda la provincia de Almería

A tan solo cinco kilómetros del municipio de Cantoria, en la pedanía de Almanzora, encontramos un edificio que simplemente con mirar su fachada es capaz de trasladarnos hasta finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Se trata del Palacio del Almanzora, también conocido como Palacio de los Marqueses del Almanzora.

Se alza junto a la plaza Marquesa Catalina Casanova, donde los vecinos conviven y charlan. Y allí, atenta, frente a ellos, la obra observa el día a día de los cantorianos, esperando impaciente volver a cobrar vida y continuar su historia.

Vista general del Palacio del Almanzora. | Mª José Martínez/QVEA
Vista general del Palacio del Almanzora. | Mª José Martínez/QVEA

Tras sus paredes se esconden miles de leyendas. Historias que narran la vida de los marqueses de Villafranca, del marqués de la Romana, o del mismísimo marqués del Almanzora. Unos muros que durante muchos años han sido el refugio de momentos clave en la comarca del Almanzora, y que conforman una enorme caja de secretos que jamás serán desvelados.

Orígenes del Palacio del Almanzora

El origen del Palacio del Almanzora se remonta al siglo XVIII, cuando el marquesado de Los Vélez optó por dividir su área geográfica en tres zonas administrativas. En Almanzora construyeron el edificio de arte neoclásico más destacado de toda la provincia de Almería. Este contaba con áreas de vivienda, áreas administrativas, graneros para recoger los cereales, y una almazara. Un poco más tarde, se aprovechó como casa solariega de los marqueses de Villafranca y del marqués de la Romana.

Su historia dio un giro a mediados del siglo XIX, cuando Don Antonio Abellán Pañuelas, de Cuevas del Almanzora, adquirió el edificio. En 1872 fue nombrado marqués, convirtiéndose en el primer marqués del Almanzora. Tras su nombramiento amplió considerablemente el Palacio del Almanzora de Cantoria, añadiendo nuevas estancias y convirtiéndolo en un verdadero castillo. Fue en este punto cuando se le otorgó un aire neoclásico, muy de moda en las construcciones de aquella época.

Estructura del Palacio del Almanzora

La fachada externa de este monumento de Cantoria es de ladrillo visto, decorado con mármol blanco. En el centro podemos observar un arco de medio punto reposado sobre pilastras, encuadrado por elementos similares. Además, una cornisa en línea quebrada bordea todo su perfil. Esta estructura tiene un gran protagonista: el escudo de armas de Abellán, que consta de un manto con el escudo de Carlos III.

Escudo de Armas de Abellán. | Mª José Martínez/QVEA

Al cruzar el portón del Palacio del Almanzora, llegamos a un patio de honor, coronado por unas elegantes escaleras que llevan hasta su puerta principal. El edificio cuenta con un gran pabellón con dos alas en escuadra, que abrazan dicho patio. Es el ala izquierda de la obra y el pabellón principal las zonas que estaban destinadas a la vivienda de los marqueses. El ala derecha, por su parte, era el lugar de culto, con una capilla, a la que podía accederse desde el patio central. Desde allí también se llegaban a las caballerizas, las dependencias para servicios y la almazara.

Al interior del Palacio del Almanzora de Cantoria se entraba desde una gran puerta de madera sólida tallada. Un amplio vestíbulo era el centro desde donde se disponías el resto de habitaciones. Estas dependencias conservan aún algunos de sus elementos decorativos, como son zócalos pintados simulando la textura del mármol, techos con dibujos pintorescos y colores alegres en sus paredes.

Interior del Palacio del Almanzora. | Mª José Martínez/QVEA
Interior del Palacio del Almanzora. | Mª José Martínez/QVEA

Rehabilitación del Palacio de Almanzora

La rehabilitación del Palacio del Almanzora de Cantoria es algo que piden a gritos sus propietarios, administraciones y vecinos. Este inmueble, que fue declarado Patrimonio Histórico Andaluz en el año 2006, se encuentra en evidente estado de deterioro y pide a voces auxilio. Sin embargo, su dimensión es tan amplia que la rehabilitación completa tendría un coste de alrededor de seis millones de euros. Un importe muy elevado al que no pueden hacer frente y reclaman una solución urgente.

Hasta el año 2020 el edificio tenía diferentes dueños, pero recientemente se firmó la cesión al Ayuntamiento de Cantoria durante el próximo medio siglo buscando un compromiso para que vuelva a lucir como antaño.

Dónde comer en Cantoria

Si quieres aprovechar la visita para degustar algunos platos típicos de la zona, el Bar-Restaurante Los Albardines te encantará. En él ofrecen menús diarios y especiales, tapas variadas y carnes a la brasa. Destacan sus salchichas al vino, carne en salsa, ensaladilla rusa y alitas de pollo, entre otros muchos platos.

En él se pueden visitar los antiguos edificios, hacer rutas de senderismo y disfrutar de la gastronomía local

¿Has pensado alguna vez en realizar un viaje en el tiempo hasta un antiguo poblado minero del siglo XIX? Hacerlo realidad es tan sencillo como visitar el Poblado Minero de Las Menas de Serón, en el corazón del Valle del Almanzora. Un lugar en el que convergen la naturaleza, la historia, el deporte y la gastronomía local en un entorno único.

Paisaje de Las Menas de Serón. | Mª José Martínez/QVEA
Paisaje de Las Menas de Serón. | Mª José Martínez/QVEA

Cómo llegar a Las Menas de Serón

El poblado de Las Menas de Serón está abrazado por las montañas de la Sierra de Los Filabres. Un paisaje de tonos tierra y verdosos con amplios senderos que invitan a perderse en ellos. Es la carretera A-1178 la que nos conduce hasta este enclave del municipio almeriense, a través de un zigzag de curvas que poco a poco van descubriendo sus peculiaridades.

La nieve nunca olvida su visita, y sus inviernos son blancos, dejando estampas propias de una película. Además, muy cerca, a tan solo 15 kilómetros, se encuentra el Observatorio de Calar Alto, que es el observatorio astronómico más grande del continente europeo. Sin duda, una parada obligatoria en la zona, especialmente cuando está nevado.

Historia del poblado 

Las Menas de Serón es un poblado minero donde se extrajo hierro desde finales del siglo XIX hasta el año 1968. Fue tan importante que en él llegaron a trabajar más de 2.900 personas. En la actualidad es muy fácil visualizar como era el día a día antaño, ya que hay muchas edificaciones de la época, algunas de ellas restauradas. Es el caso de la vivienda del director de las minas y de sus ayudantes de dirección. Muchas se quedaron tal cual cuando sus habitantes partieron de allí con el cierre de las minas.

Edificios en Las Menas de Serón. | Mª José Martínez/QVEA
Edificios en Las Menas de Serón. | Mª José Martínez/QVEA

Qué hacer en el Poblado Minero de Las Menas de Serón

Sus yacimientos de hierro fueron muy importantes para la provincia de Almería durante más de medio siglo. Se construyó de manera progresiva a través de una ordenación urbanística jerárquica que incluía edificios de mucha calidad arquitectónica. Destacan entre ellos la Ermita de Santa Bárbara, las oficinas de los empleados, el hospital del pueblo, los talleres, el cuartel de la Guardia Civil, y el pabellón de los obreros.

Ruta de senderismo por el poblado de Las Menas de Serón. Mª José Martínez/QVEA
Ruta de senderismo por el poblado de Las Menas de Serón. | Mª José Martínez/QVEA

La vida que latía con fuerza en el Poblado de las Menas de Serón perdió pulso en el año 1968 con su cierre. Esto provocó diferentes expolios, pero se ha recuperado como centro turístico con una preciosa área de acampada que dibuja un cielo estrellado por la noche, un apartahotel y rutas de sendero para hacer con toda la familia, también con las mascotas.

Asimismo, se puede visitar el Centro de Interpretación de la Minería y el Parque Forestal, aunque previamente hay que concertar la excursión llamando al Ayuntamiento de Serón a los teléfonos 950426001 / 636782157. Además, hay un bosque con árboles y arbustos autóctonos. Todos ellos cuentan al visitante su historia y le hacen disfrutar de las características de su naturaleza.

En las rutas de senderismo por las Menas de Serón no solamente encontramos naturaleza, sino que se pueden ver los restos de su industria, como una tolva que fue construida con muros de mampostería, un puente y algunas de las minas que abandonaron. Por este camino es muy frecuente encontrarse con algunos animales y pequeños laguitos con agua.

El recorrido por el Poblado de Las Menas de Serón se hace con el Sendero Local Las Menas (SL-A 192). Es una ruta de cerca de 7 kilómetros con una duración aproximada de dos horas y media, señalizada durante le camino para que los visitantes estén guiados en todo momento.

El recorrido da comienzo en el parking junto al Apartahotel. Durante la ruta podrás ver todos esos edificios donde discurría la vida diaria de todos sus habitantes.

Dónde comer y alojarse en Las Menas de Serón

Una opción para alojarse es el Camping Las Menas, en Serón. Forma parte del poblado por lo que te sentirás uno más de sus vecinos. El establecimiento turístico dispone de treinta parcelas y encantadoras cabañas de madera. Su enclave es idílico, a una altura de 1.530 metros en la Sierra de los Filabres. Cuando cae la noche el complejo queda iluminado por la luna y miles de estrellas se dejan ver en el cielo.

Vistas nocturnas en el Camping Las Menas de Serón. Ruta de senderismo por el poblado de Las Menas de Serón. Mª José Martínez/QVEA
Vistas nocturnas en el Camping Las Menas de Serón. | Mª José Martínez/QVEA

Una parada obligatoria es el Mesón Restaurante Las Menas, que está abierto durante todo el año. Dispone de tres salones y un patio interior de decoración pintoresca con un amplio jardín, terraza y espacio para que jueguen los más pequeños. En él se puede degustar la comida tradicional de la zona como migas, fritás y olla de trigo, perfectos para sentirse como en casa en los meses de frío.

 ¿Qué ocurrió para que este pequeño municipio del Valle del Almanzora comenzase una contienda que duró 100 años?

Pensar que un municipio almeriense de menos de 400 habitantes declaró la guerra a una gran nación durante 100 años puede parecer una historia disparatada. Sin embargo, el miedo nunca ha estado en el ADN de los vecinos de Líjar: el pueblo que declaró la guerra a Francia.

Subida a Líjar, pueblo que declaró la guerra a Francia. | Mª José Martínez/QVEA

El camino hacia este municipio del Valle del Almanzora nos lleva por escenarios de película, literalmente. Las impresionantes canteras de Macael se abren paso ante nuestros ojos. Estas dejan relucir su oro blanco, su mármol blanco, que abraza la carretera A-349. Y es que, este enclave de la provincia de Almería en un baúl de grandes historias. Un poco antes de llegar a la Escuela Restaurante Las Canteras, un cartel anuncia el desvío que lleva hasta todo lo que ver en Líjar.

Canteras de mármol. | Mª José Martínez/QVEA

Una gran cuesta nos adentra en un paisaje de montañas y pinares, por los que es un muy común encontrarse algunos animales. Tras recorrer una carretera en la que cada curva nos desvela un rincón con encanto, volvemos a llegar a un cruce. A la izquierda ya intuimos el destino, continuando por la AL-5100.

Líjar y su guerra con Francia: un conflicto de 100 años

Para contar la historia de Líjar y su guerra con Francia hay que introducirse en una máquina del tiempo con destino a finales del siglo XIX. Más concretamente al periodo comprendido entre julio de 1870 y enero de 1871. En esta época tuvo lugar en Europa el conflicto franco-prusiano. Fueron los prusianos los que se declararon vencedores y configuraron una nueva Alemania con los territorios que habían ganado.

El monarca español por aquel entonces era Alfonso XII, que decidió realizar un viaje por Alemania y Francia para calmar a los bandos tras esta guerra. Ofreció su apoyo al canciller Bismarck si se volvía a retomar  el conflicto y, posteriormente, continuó su viaje a París con su informe prusiano en mano.

Sin embargo, el recibimiento por parte de los franceses, y por los ciudadanos galos, no fue precisamente cortés. El gobernante español fue una diana de insultos, muchos abucheos, incluso de objetos, debido al comportamiento contendiente con el que se había presentado en el lugar.

Cuando volvió a España tras su particular aventura, los ciudadanos aplaudieron su hazaña. Las idas y venidas de su viaje y la actitud que los franceses habían tomado ante la presencia de Alfonso XII llegó a oídos de los vecinos de Líjar, que no quisieron quedarse con los brazos cruzados.

Es por ello que redactaron un bando municipal en 1883 en el que sus intenciones quedaban muy claras: “Líjar, que se compone únicamente de 300 vecinos y 600 hombres útiles, está dispuesto a declararle la guerra a Francia, computando por cada diez mil franceses un habitante de esta villa”.

Placa conmemorativa del final de la guerra. | Ayuntamiento de Líjar

Para demostrar su poder y dejar aún más claras sus intenciones, explicaron que: “Es necesario que sepa el Territorio Francés, que España ostenta en su escudo, la insignia de más valor que puede ostentar la primera nación del Mundo. Tiene en la nada menos que un León. Cuenta la Historia Española, un Sagunto, un San Marcial, Bailén, Zaragoza, Otumba, Lepanto y un Pavía, que ninguna Historia de las que se conocen hasta el día puede presentar ejemplos tan terribles”.

El acta, redactada por su alcalde Miguel García Sáez y firmada por toda la corporación, concluía exponiendo que: “el Ayuntamiento de Líjar tomando en consideración lo expuesto por el Alcalde, acuerda unánimemente declararle Guerra a la Nación Francesa, dirigiendo comunicado en forma debida directamente al Presidente de la República Francesa, anunciando previamente al Gobierno de España esta Resolución”.

Lo cierto es que nunca llegó a haber ningún incidente. Todo se quedó en una declaración de intenciones, dejando más que patentes su valentía y su orgullo. Un conflicto que llegó a su fin el día 30 de octubre de 1983. La plaza del pueblo fue testigo y allí se firmóla paz entre Líjar y Francia. El alcalde, Diego Sánchez Cortés, reunió al cónsul francés en Málaga, Charles Santi, y al director provincial de la administración provincial, Fernando Fernández Montero, para llevar la paz a ambas naciones.

Senderos que ver en Líjar para descubrir su historia

Este pequeño pueblo almeriense cuenta más historias que ver en Líjar, aparte del conflicto con Francia. Y es que, hay huella humana en la zona desde la Prehistoria. Incluso, el municipio fue ocupado por los romanos y los cartagineses, que iban en busca de la grandeza de los minerales que se encuentran en esta zona del Valle del Almanzora.

Sus calles están dispuestas en gran parte por cuestas. Sus casitas blancas que contrastan con el verde de la zona le otorgan un encanto especial al lugar. Para adentrarse en esta historia existen varias rutas de senderismo, como la de las Huertecicas Bajas. Es un recorrido con alto contenido histórico que lleva al viajero hasta la Cueva del Moro, la posible gruta Megalítica y los restos árabes del Castillico, más sitios que ver en Líjar. Encontrarlo es muy sencillo, pues tan solo unos metros antes de llegar al núcleo urbano encontramos un enorme letrero con un mapa del recorrido.

Comienzo de la ruta de senderismo en Líjar. | María José Martínez/QVEA
Comienzo de la ruta de senderismo en Líjar. | María José Martínez/QVEA

Dónde comer en Líjar

Además de paisajes muy bonitos que ver en Líjar, también hay una gastronomía excelente. Puedes disfrutar de ella en el Bar Teruel, especialista en tapas, arroces y calamar. Está ubicado en la calle Antonio Sirvent número 7. Este es un punto de encuentro tanto para sus vecinos como para todos los visitantes, a los que reciben como uno más.

En pleno corazón del Valle del Almanzora, se puede descubrir este bonito enclave de La Cerrá de Tíjola a través de una ruta de 7,2 kilómetros

Adentrarse en el paraje de La Cerrada de Valentín, La Cerrá de Tíjola, es sinónimo de sumergirse en el patrimonio histórico y natural de Tíjola, en pleno corazón del Valle del Almanzora. Antes de hacer este “viaje en el tiempo” hasta los orígenes del municipio almeriense, cautiva la magia de la vida rural que se respira en sus calles.

La caminata por la calle Huertas de la Polaca conduce hasta la Plaza de España, epicentro del pueblo de Tíjola donde se sitúa su Ayuntamiento. Allí la vida tiene más vida. Algunos vecinos salen de la casa consistorial ajetreados, mientras otros disfrutan en el bar, tranquilamente, de un gran aperitivo en buena compañía. Aún estando en la calle, todos parecen estar en casa, y se saludan con mucha alegría, poniéndose un poco al día sobre cómo ha ido el verano y lo loco (aún más) que parece el mundo últimamente.

A lo lejos predomina un paisaje verde. Una montaña llena de historia y de pasado donde antiguamente se asentaba su población: Tíjola La Vieja. Un pasado que ahora parece abrazar la vida presente de sus vecinos, pero sin olvidar sus orígenes, de los que todavía podemos encontrar muchas señales.

Paisaje desde Tíjola la Vieja en La Cerrá de Tíjola. | María José Martínez/QVEA
Paisaje desde Tíjola la Vieja. | María José Martínez/QVEA

El paraje de La Cerrada de Valentín, o ‘La Cerrá de Tíjola’

Ascendemos por la carretera y tras un camino de piedras (y muchas curvas de vértigo) llegamos hasta la primera parada de periplo temporal. Uno de los tesoros más escondidos y bellos de Tíjola: El paraje de La Cerrada de Valentín, más conocido como ‘La Cerrá de Tíjola’.

Tras caminar unos pasos, un estrecho desfiladero enorme (ni más ni menos que unos 120 metros) se abre ante nuestros ojos. La naturaleza más pura y espectacular hace acto de presencia en este rincón rocoso que esconde una historia de luchas, trabajo, familia y diversión.

En este lugar se asentaban las antiguas poblaciones. Un paraje muy cotizado gracias a su entorno, en el que abundaba el agua, los minerales y sobre el que se erigía una gran fortaleza para proteger el terreno. Por La Cerrá de Tíjola pasa el río Bacares, principal afluente del río Almanzora. Antiguamente, aprovechaban las caídas del agua para las tareas locales, como la agricultura.

Un rincón escondido de Tíjola

Un grupo de cabras montesas pasean por esta majestuosa roca vertical. Y son varios los senderistas que han decidido descubrir este rincón escondido de Tíjola en una mañana soleada de septiembre.

Cruzamos un bonito puente para conocer de pleno La Cerrá de Tíjola. Y tras él se abre un recorrido de rocas y cascadas (ahora sin agua), que son mucho más vistosas con la llegada de la primavera, y que en invierno son conquistadas por el deshielo del Calar Alto. Todo ello coronado por un hermoso paisaje verde, que en ciertas partes, hay que “esquivar” para seguir el sendero.

Antiguo molino en La Cerrá de Tíjola. | María José Martínez/QVEA
Antiguo molino. | María José Martínez/QVEA

Este gran desnivel y la riqueza de agua hicieron que la población se asentase en el lugar, pues podían vivir de la agricultura, la ganadería y les permitía contar con molinos de agua. Alguno de ellos es visible hoy en día durante la ruta. Concretamente, el ‘Molino de la Cerrá’, que mandó a construir Guillermo Guiard Burgalat en 1880 cuando se estableció con su familia en Tíjola, procedentes de Francia. El francés hizo que funcionase con las técnicas más novedosas de aquella época, dejando caer el agua desde un desnivel con varios metros de altura. Por otra parte, el ‘Molino de Don Ramón’, situado un poco más arriba. Este estuvo a pleno rendimiento hasta que en la década de los setenta fue destruido por una riada.

Un lugar de leyendas e historias

Alzando la vista se pueden ver las tres colinas que rodean este monumento de la naturaleza. En lo alto de ellas estaba el castillo, de difícil acceso, y del que aún quedan restos de la muralla. Un lugar lleno de leyendas e historias que todavía siguen contando los tijoleños de generación en generación: Tíjola La Vieja. Una de ellas la protagoniza un rey moro, que antes de ser abatido y preso por sus enemigos, prefirió desplomarse por la colina a lomos de su caballo. La historia de este monarca y su fiel amigo se ha quedado para siempre en el lugar, y se puede ver claramente la escena del salto tatuada en la roca.

Al fondo, el salto del rey de la leyenda. | María José Martínez/QVEA

Pero sus historias van mucho más allá. Y es que, en marzo de 1570, Juan de Austria frenó a los rebeldes moriscos que estaban en la fortaleza y consiguió despoblar aquel territorio. Esto dio lugar a una nueva vida en la zona con la llegada de pobladores.

La vida en el paraje de La Cerrada de Valentín también trascurría en las profundidades de las rocas. De su subsuelo se podían extraer minerales como el cobre. Es la cueva de la Paloma la que producía este material desde la época argárica, dos milenios antes de Cristo, hasta hace apenas un siglo. Subiendo hasta la zona norte del enclave, y tras recorrer un bonito camino de arena, se llega hasta la entrada de esta cueva, que se puede ver desde el exterior.

Cueva de la Paloma en Tíjola. | María José Martínez/QVEA

Sendero de La Cerrá de Tíjola

El actual sendero de La Cerrá de Tíjola antiguamente era un paso de regantes. Durante la década de 1930 hicieron una serie de obras para que pudieran pasar los carros hasta el molino del sur. Posteriormente, en los 70 se volvió a modificar para permitir el accedo de los vehículos, principalmente los de mantenimiento.

Este recorrido da comienzo junto a la ermita de San Salvador, que puede reconocerse fácilmente por su característica cúpula celeste. Tras ella se dispone un camino de tierra que baja hacia el río Bacares, por el que hay que descender para seguir el camino, pero sin llegar al río.

Sendero de La Cerrá de Tíjola. | María José Martínez/QVEA

La ruta tiene una duración aproximada de dos horas y un recorrido de 7,28 kilómetros, alcanzando una altura máxima de 865 metros. Es un plan perfecto para hacer en familia, pues es un sendero sencillo. Además, la entrada a la cueva de la Paloma será el lugar perfecto para hacer un pequeño descanso, ya que hay zona para sentarse.

Durante el trayecto enamora el encuentro entre la Tíjola del pasado y la del presente. Su ermita de San Salvador, el Molino de la Cerrá, la cueva de la Paloma, o las ruinas de leyendas y batallas de Tíjola La Vieja. Un enclave único, una maravilla de la naturaleza y una historia guardada para siempre.

La espectacular escultura de casi seis metros de altura está incluida en el Libro Guinness de los Récord como el mortero más grande del mundo

La historia de Macael está esculpida en mármol blanco. Una historia con más de 25 siglos a través de la que este municipio del Valle del Almanzora ha dejado una huella imborrable en el arte. Un legado de obras majestuosas alzadas en su ‘oro blanco’, como la Fuente de los Leones de la Alhambra de Granada, el Palacio Real de Madrid o el mismísimo Teatro Romano de Mérida.

Letrero de mármol a la entrada a Macael. | María José Martínez/QVEA

Macael y mármol son dos palabras inseparables. Sus canteras, muy próximas a la urbe, han sido explotadas desde tiempos muy remotos, convirtiéndose en la base de su economía y de la de gran parte de la comarca. En la actualidad, el pueblo es el mayor productor de mármol de España, y su prestigio y reconocimiento es mundial. Los macaeleros han sabido transmitir su riqueza y tradición de generación en generación, llegando a ser la cantería del mármol de Macael candidata a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.

Macael, un museo enorme de mármol blanco

Visitar Macael es visitar un museo enorme de mármol blanco. Su cultura se respira tan solamente con pisar su entrada, donde la bienvenida la da un enorme edificio de fachada curvada elaborada al completo con esta majestuosa piedra. Se trata del Centro Tecnológico Andaluz de la Piedra. Tan solo unos metros más adelante, se puede leer en una magnífica escultura de mármol blanco, gris y amarillo que hemos llegado a nuestro destino: Macael.

Cada rotonda que encontramos a nuestro paso no deja margen de error de su cultura, pues cada elemento está elaborado en su oro blanco. La amplia avenida de Andalucía nos dirige al encuentro con uno de sus monumentos más emblemáticos.

Por el instituto Juan Rubio Ortiz y el Colegio Público Nuestra Señora del Rosario la vida no se detiene y sus alumnos juegan animados en el patio. Enfrente, el alboroto habitual en el Centro de Salud y la farmacia, un gran punto de encuentro para los macaeleros. Otros salen de la consulta de don Enrique, o quedan para desayunar tras su cita con los dentistas Ana y Ambrosio. Antonio ‘Piscinas’ ultima sus menús en el Restaurante Los Membrives, muy reconocido por su gran cocina y por su delicioso ‘mero Membrives’. La rutina tiene mucho encanto en este pueblo donde todos son una gran familia, y hacen de su localidad un hogar para todos los visitantes.

El mortero de mármol más grande del mundo

Mortero más grande del mundo en Macael
El mortero más grande del mundo, en Macael. | María José Martínez/QVEA

Es prácticamente imposible no verlo. El mortero de mármol más grande del mundo corona la avenida. Una majestuosa escultura de nada más y nada menos que 50.000 kilos de mármol de Macael. La anchura de su base es de tres metros de diámetro, elevados hasta los 5,4 metros en la parte superior. Tal es su dimensión que en el año 2016 fue incluido en el Libro Guinness de los Récord como el mortero más grande del mundo.

Esta pieza es el reflejo de una de sus señas de identidad: un mortero clásico para machacar los ingredientes. Es un objeto muy popular que se ha convertido hoy en día en un icono turístico para el municipio almeriense, y que construye un homenaje a sus artesanos del mármol. Además, en los últimos años se ha hecho muy conocido por su utilización en las cocinas de los cocineros más prestigiosos.

Empresas locales, una grúa y algún contratiempo

Avenida de Andalucía en Macael. | María José Martínez/QVEA

La talla se comenzó a construir en el año 2015. En su elaboración participaron empresas locales como Grupo Cosentino y Pimar Stone, que cedieron el material para hacerlo. Además, los también macaeleros Arriaga Artesanos del Mármol se dedicaron a esculpir la obra, que está valorada en más de 300.000 euros.

Antes incluso de que existiesen los talleres de artesanía en el pueblo, su elaboración, desde el momento en el que se trazaba la pieza hasta que se tallaba con punteros y amolado, señalaban el final de una etapa en la que los jóvenes pasaron de ser aprendices a canteros.

Para su instalación en el encuentro entre la avenida de Andalucía y la avenida de Ronda fue necesaria una gran grúa y tampoco faltaron los contratiempos, pues el mazo gigante se partió cuando iba a ser colocado y consiguieron arreglarlo en tiempo récord.

El mortero más grande del mundo es solamente una de las grandes obras de arte que se pueden visitar en el pueblo, pues si nos adentramos más en sus calles y sus plazas podremos ver una réplica exacta de la Fuente de los Leones de la Alhambra, el recién restaurado Monumento al Cantero, o pasear por su bulevar repleto de escultura. Sin duda, Macael es cultura. Macael es arte.

La obra completa de fotografías de Pérez Siquier, en Olula del Río, en el primer museo de España dedicado a uno de los grandes fotógrafos clásicos

Mientras avanzamos por la autovía A-334 que pasa por Olula del Río, podemos observar su Vía Verde. En ella se cruzan ciclistas, caminantes y corredores que se saludan alegremente. Unos kilómetros más hacia adelante, una espectacular escultura en mármol blanco de Macael anuncia que hemos llegado a nuestro destino: la Ciudad de la Cultura de Olula del Río. Se trata de ‘La Mujer del Almanzora’. Una obra del artista Antonio López que custodia sus tres museos. Uno de ellos, dedicado de forma íntegra a las fotografías de Pérez Siquier.

Acceso al Centro de Fotografía Pérez Siquier en Olula del Río. | María José Martínez/QVEA

El Paseo de las Esculturas con flamantes Dionisios de piedra blanca nos da la bienvenida a esta gran cita con el arte. Tras él está ‘La Mujer del Almanzora’, una de las escultura más grandes de España, formada por 82 piezas de mármol de Macael, con un peso de 180 toneladas y más de ocho metros de altura. Al frente, un edificio blanco y azul: el Museo Casa Ibáñez. Una de las mayores colecciones de Arte Contemporáneo de Andalucía creado por el pintor Andrés García Ibáñez, un artista de valorada trayectoria dentro del Realismo contemporáneo. Y a la derecha, el encuentro con la gran obra de Carlos Pérez Siquier. En ese edificio de más de 1.000 m2 se encuentra el archivo completo de fotografías de Pérez Siquier. Es el primer museo de España que está dedicado a uno de los grandes fotógrafos clásicos. Entrar en él es ponerse esas gafas inseparables y ver el mundo a través de sus ojos.

Sala de ‘La Chanca en color’. | María José Martínez/QVEA

Carlos Pérez Siquier

De cabello rubio y ojos dulces escondidos tras unas gafas. Solía vestir camisa desenfadada y normalmente llevaba un bolígrafo en su bolsillo. La cámara siempre en mano, y en su corazón. Tal era su aspecto que muchos pensaban que era americano. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Almería era su tierra y su hogar.

Hablando de hogar, fue precisamente en la boardilla de su casa donde se enamoró de la fotografía, con tan solo quince años. Su padre, Joaquín Pérez, se aficionó a este arte y él descubrió en aquel rincón la magia del rebelado. Desde entonces, Carlos Pérez Siquier observaba el mundo a través de su objetivo.

Su mirada era diferente a la de todos los demás. Corrían los años 50 entre posguerra, pobreza y franquismo. Pero él estaba alejado de los cánones tradicionales y supo adelantarse a su tiempo sin ningún tipo de cobardía por los años presentes.

Colección ‘La Chanca en color’. | María José Martínez/QVEA

Carlos Pérez Siquier nació en Almería un frío mes de diciembre de 1930. Su historia es la historia de La Chanca. La de verdad. La de las casas de colores y su vida cotidiana en las calles. Cada fin de semana que trascurrió entre los años 1956 y 1965 cogía su cámara de fotos y se iba hasta este barrio. En silencio, y sin apenas saludar a los vecinos, comenzaba a capturar ese mundo en blanco y negro primero, y a todo color después. De esta manera captaba la esencia de las barriadas pobres de España durante la posguerra.

Esa colección de fotografías de Pérez Siquier le cambió la vida, pues le encumbró como uno de los autores más vanguardistas de la fotografía española. Eran fotografías sin barreras. Junto a su fiel amigo José María Artero, entró en la Agrupación Fotográfica Almeriense, a través de la que lideraron la revista AFAL, que se publicó entre los años 1956 y 1962. Con ella consiguieron traspasar fronteras y para él, en sus propias palabras, “AFAL era el Internet de la época”. Y consiguieron captar la atención de los fotógrafos jóvenes.

La Chanca, en blanco y negro y en color

Volviendo al Centro Pérez Siquier en Olula del Río, el recinto está dividido en ocho salas. Un prototipo original de la ‘Mujer de Coslada’ de Antonio López corona la primera sala. Se trata de una escultura que parece rozar el cielo por su gran magnitud. Es ella la que se encarga de custodiar ‘La Chanca en blanco y negro’ de Carlos Pérez Siquier. La mítica serie neorrealista de los vecinos del barrio almeriense.

La niña de La Chanca de Pérez Siquier. | María José Martínez/QVEA
La niña de La Chanca de Pérez Siquier. | María José Martínez/QVEA

En muchas ocasiones, esta era simbolizada por su fotografía más representativa, la de la niña blanca de La Chanca. La mirada de aquella chica cautivó al fotógrafo, pero también a su público. “Ella me estaba ofreciendo su interior y yo lo eternicé”, explicó en una ocasión. Medio siglo después la protagonista volvió a aparecer en la vida de Pérez Siquier. Se llamaba Ángeles Domínguez y vivía en Londres. Esta viajó hasta Almería para conocer al artista, que la fotografió en el mismo lugar y le dio la copia original.

En la sala 2 nos trasladamos hasta los años 60, haciendo una parada en ‘La Chanca en color’. El barrio se iluminó entonces. Con esta colección tiene una visión más estética de aquel lugar, dando protagonismo a sus bonitas casas de colores alegres. Así se ensalzaba su vida cotidiana.

La playa de los 70, turismo en la costa mediterránea

Viajamos hasta ‘La playa de los 70’ en la siguiente sala. Allí predomina la ironía y el acento pop sobre el turismo masivo en la costa mediterránea. Lo cierto es que esta obra le dio una gran fama al fotógrafo almeriense y lo convirtió en uno de los pioneros de la fotografía en color de todo el mundo. Otras dos estancias albergan el ‘Color del sur’ y algunas obras que reflejan la belleza de Cabo de Gata.

Recientemente, el Centro Pérez Siquier inauguró, con la presencia del artista, la ampliación de su superficie expositiva. Un punto de encuentro con la historia de la fotografía a través de más de 120 obras. Esta colección la completan una recopilación bibliográfica con ejemplares de AFAL, su Anuario de la Fotografía Española de 1958 y otras publicaciones de aquella generación tan mítica.

En una ocasión Carlos Pérez Siquier advirtió que moriría “con las fotos puestas”. Y lo cumplió. El 14 de septiembre de 2021, a los 90 años, falleció en su Almería natal, pocos días después de visitar por última vez su centro fotográfico. Pero lo cierto es que el artista seguirá vivo en cada una de las obras con las que consiguió prolongar la vida, y retratar primero a una España oprimida en blanco y negro, y una España a todo color que luchaba por salir de aquello un tiempo después.

Visitar el Centro Pérez Siquier de Olula del Río

El Centro Pérez Siquier, ubicado en la Plaza de la Cultura número 1, es un espacio dedicado a la vida y a la historia del fotógrafo almeriense. Visitarlo es muy fácil porque está abierto todo el año, incluidos los festivos, de martes a domingo. Los únicos días que este museo de la Ciudad de la Cultura de Olula del Río está cerrado son los lunes y el 1 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre. Además, la entrada es totalmente gratuita.

Horario del 1 de octubre al 31 de marzo:  Está abierto por las mañanas de 11:00 a 14:00 horas, y por las tardes de 18:00 a 20:00 horas.

Horario del 1 de junio al 30 de septiembre: Abierto por las mañanas de 11:00 a 14:00 horas y por las tardes de 19:00 a 21:00 horas.

Si quieres hacer una visita guiada al Centro Pérez Siquier, se debe concertar previamente llamando a los teléfonos 950 441 017 o al móvil 628 230 872. El coste por persona es de dos euros, y cada grupo tendrá un mínimo de 10 participantes.

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Finalizada la visita, no puedes irte de Olula del Río sin disfrutar de su deliciosa gastronomía. Muy cerca del centro de fotografías de Pérez Siquier está ubicado uno de sus restaurantes más míticos: el Mesón de Huitar. Concretamente, en la calle Huitar Mayor número 30, en la carretera del Polígono Industrial. Allí podrás degustar tanto platos tradicionales como innovadores, aunque son especialistas en carnes a la brasa. ¡No te vayas sin probarlas!