Ejerció durante casi un siglo su trascendental papel de guía para pescadores y marinos
El sol remolonea cada tarde mientras se pierde lentamente en el horizonte de Roquetas de Mar. Azul radiante en primer plano; despliegue de tonos anaranjados y rojizos en segundo. Dos inconfundibles siluetas, partes ambas de un todo icónico y emblemático que imprime carácter propio a este rincón de viejos marineros, se añaden a la mágica escena.
El espectáculo del ocaso desde el ‘kilómetro cero’ roquetero es gratuito y fiel: se repite cada día, y con él, también la contemplación de las principales joyas patrimoniales de Roquetas, nacidas siglos atrás de la necesidad de alertar, pero convertidas mucho tiempo después en historia viva y símbolos indudables de la que hoy es ya toda una ciudad.
Un faro ‘legendario’
El faro de Roquetas ejerció durante casi un siglo su trascendental papel de guía para pescadores y marinos. El castillo de Santa Ana, con igual importancia máxima en cuanto a su cometido, sirvió para alertar y defenderse de incursiones poco amistosas: piratas berberiscos en la mayoría de ocasiones, o invasores de cualquier otra calaña y similares pretensiones. Nos detendremos hoy en la luz. El de Roquetas forma parte del extenso ‘catálogo’ de faros legendarios que salpican la costa de Almería, desde Pulpí hasta Adra, y viceversa. Indisolublemente unido al pasado, su faro es también un elemento muy activo del presente de Roquetas de Mar.
Punto neurálgico y corazón de Roquetas de Mar
La disposición geográfica de Roquetas de Mar va unida indisolublemente a la línea que va trazando el litoral Mediterráneo en esta zona de Almería. Las envidiables playas urbanas roqueteras son un compendio de banderas azules, ‘Q’ de calidad y otras certificaciones que conceden oficialidad a aquello que salta a la vista (su extraordinario atractivo derivado de sus condiciones, dimensiones, servicios,…). Junto a las consideradas no urbanas y de igual e imponente belleza, encuentran en el faro de Roquetas y en el anexo castillo una suerte de punto neurálgico o de inflexión, desde el que se configuran las dos grandes zonas costeras de Roquetas, a su poniente y a su levante.
Desde aquí, en dirección Oeste, podemos encontrar la fantástica playa de la Bajadilla, que se adentra en la zona por la que el municipio se extendió décadas atrás, de la mano de su gran atractivo turístico: la Urbanización, o, para decirlo en ‘roquetero’, la ‘Urba’. Si seguimos en la misma dirección llegaremos a Playa Serena y a la Playa de Cerrillos, ya en la Reserva Natural Punta Entinas-Sabinar, una de las grandes joyas naturales de Roquetas y que se extiende hasta El Ejido.
En la dirección opuesta, desde el faro y el castillo hacia el Este, lo primero que encontraremos será el puerto de Roquetas de Mar, objeto actualmente de una profunda remodelación (junto a todo el entorno de los dos emblemáticos edificios), que permitirá modernizar sus instalaciones y facilitar una mayor integración con la ciudad. Este es uno de los dos puertos con los que cuenta el municipio, ya que en el límite de levante se encuentra el de Aguadulce, aunque antes de llegar allí, y si seguimos la línea de la costa, recorreremos todavía la imponente playa de La Romanilla, y las de Las Salinas, Los Bajos y La Ventilla, así como otra zona natural, los humedales de la Ribera de la Algaida, que albergan una riquísima biodiversidad.
Y en el centro de todo, en pleno corazón del lugar como si fuera la punta afilada de un compás sobre el que pivota todo lo demás, los verdaderos estandartes del patrimonio histórico y sentimental de Roquetas de Mar.
La mano de Isabel II en el faro de Roquetas
Más de 80 años de servicio repartidos durante dos siglos contemplan al Faro de Roquetas de Mar, que comenzó a avisar a los barcos de la inminente presencia de tierra poco después de que la Reina Isabel II atendiera la petición de la incipiente localidad almeriense, inaugurándose en diciembre de 1863, casi al par que el primitivo fondeadero, y luego puerto, roquetero.
La monarca había arribado en barco a Almería el año anterior, comprobando de primera mano la necesidad de contar con una luminaria en este punto del litoral, por lo que los trámites para su construcción no se demoraron.
Fin del uso como faro
El faro cerró su etapa de luz en mayo de 1945, cuando su utilidad llevaba varios años en entredicho. Su torre mide 9,5 metros, lo que se debe unir a la elevación del terreno, situándose a algo más de 17 metros sobre el nivel del mar. El alcance de su linterna era de 9 millas y era especialmente útil para las operaciones de entrada a la ensenada natural donde se construyó el puerto.
El hecho de no contar con unas dimensiones especialmente grandes y el crecimiento de las instalaciones portuarias contribuyeron a que no permaneciera en el tiempo como linterna de referencia. Su presencia incluso podía ser perjudicial para las embarcaciones que se aproximaran al puerto, debido a la nueva configuración del mismo. Así sucedió tras la construcción del muelle de poniente y el dique de levante, que no existían cuando se puso en funcionamiento el faro.
Foco de manifestaciones culturales en Roquetas
Pero este final de su vida útil ni mucho menos hizo que se ‘acabara’ la trayectoria del coqueto faro roquetero. Con posterioridad tuvo, y sigue teniendo, distintos usos que le permitieron seguir siendo una edificación viva y práctica.
El faro de Roquetas en sí emerge de una pequeña construcción de planta rectangular que hizo las veces de residencia para el farero, y posteriormente para el encargado del puerto de Roquetas, durante varios años más. Se convirtió mucho después en una instalación cultural ideal para pequeñas exposiciones y muestras de las más variopintas manifestaciones artísticas.
El faro de Roquetas, uno de los edificios con más solera del Poniente Almeriense
Entre medias, el edificio se sometió a unas obras de restauración que permitieron devolverle el esplendor que hubiera podido dejar por el camino a causa del tiempo. En la actualidad presenta un muy buen estado de conservación. Ello le hace ser uno de los edificios históricos con más solera del municipio y de toda la comarca del Poniente Almeriense. Así, cuenta con dos estancias habilitadas como salas de exposiciones, las habitaciones que en su día fueron utilizadas como vivienda, y que albergan material expositivo de manera permanente.
El faro es gestionado por el Ayuntamiento de Roquetas de Mar, cuya área de Cultura va renovando con periodicidad las muestras. Esto permite que a lo largo de todo un año sean varias decenas las que puedan ser contempladas por sus visitantes, y abarcando un amplio abanico de disciplinas: pintura, fotografía, escultura, maquetas, moda…
Cómo visitar el faro de Roquetas
La visita a las instalaciones del faro de Roquetas de Mar es gratuita y, salvo las eventuales restricciones a causa de la crisis sanitaria, permanece abierto de lunes a sábado en un amplio e ininterrumpido horario, hasta las 21:00 horas, aunque el visitante no debe esperar poder subir a la torre, ya que esto no está contemplado.
No obstante, las vistas desde su pie son igualmente inconmensurables, estando considerado este lugar como el punto más emblemático de los miradores naturales de Roquetas.
Las exposiciones que se ofrecen en su interior suelen tener una permanencia de en torno a 15 días y se caracterizan por la alta calidad de las propuestas artísticas.
Pese a estar separado por varias decenas de metros del castillo de Santa Ana, puede decirse que ambos monumentos forman parte de un mismo recinto, con amplias zonas para el paseo, el esparcimiento y la contemplación del mar. Bajo sus pies, el final de la Playa de La Bajadilla y esas características ‘roquetas’ donde rompen las olas y que dan nombre a la propia localidad.
Así, lo más habitual es realizar la visita de todo el complejo, incluidas ambas instalaciones, y contemplar no solo las exposiciones de arte, sino los propios edificios históricos.
Dónde comer tras visitar el faro de Roquetas
Roquetas de Mar es la localidad con mayor número de visitantes y turistas de toda la provincia de Almería y destaca por la calidad y la cantidad de sus bares, restaurantes y chiringuitos. El faro, el castillo y el puerto cuentan en sus alrededores con decenas de lugares donde completar de la mejor manera posible la visita a este corazón roquetero, ubicados en el populoso barrio homónimo, el barrio del Puerto.
El restaurante Alejandro, en pleno puerto de Roquetas, a muy pocos metros del faro, es uno de sus principales emblemas gastronómicos y de hecho es un habitual en los reconocimientos de estrellas Michelín. Los productos frescos del mar y de la huerta almeriense son la base de su cocina de autor.