En la plaza del Castillo de Carboneras confluyen la fortaleza y el Ayuntamiento, rodeada por el Parque Andaluz

La plaza del Castillo de Carboneras reúne dos monumentos fundamentales de la localidad: el edificio consistorial, con más de 100 años de historia, y el castillo de San Andrés, en torno al cual surgió esta población costera del Levante Almeriense. Enfrente, el pulmón verde del municipio, el Parque Andaluz, un jardín urbano con un bello diseño.

Cómo llegar a Carboneras

Lo primero que tenemos que hacer es llegar a Carboneras. Podemos hacerlo por la A-7, la Autovía del Mediterráneo, hasta la salida 735 (Carboneras/Parque Natural), a la altura de la pedanía nijareña de la Venta del Pobre. Desde allí continuaremos por la N-341 hasta llegar a Carboneras, aunque también podemos llegar tomando la AL-5105 desde esta vía al llegar al cruce hacia el Llano de Don Antonio.

Nosotros optamos por la primera, siguiendo la carretera nacional. Allí atravesamos la avenida principal, la avenida Faro de Mesa Roldán, haciendo una primera parada en el Molino de Viento que divisamos a nuestra izquierda una vez pasado el Puerto de Carboneras. Siguiendo por la avenida, llegaremos hasta el centro urbano, pero antes os vamos a hablar de esta primera parada.

Molino de Viento de Carboneras

Molino de viento en Carboneras. | Beatriz Hidalgo/QVEA
Molino de viento en Carboneras. | Beatriz Hidalgo/QVEA

Situado en la zona conocida como Cabecico del Aire, el molino de viento es otra de las señas de identidad de Carboneras.

Después de su adquisición por parte del Ayuntamiento, se ha restaurado de forma fiel a sus orígenes, incluida la maquinaria. Se trata del único molino de viento de titularidad pública y está catalogado como Bien de Interés Cultural. Junto a él se ubicará el Museo de la Cultura de los Molinos.

Los molinos de viento llegaron al Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar en el siglo XIX y fueron perdiendo su utilidad en los años setenta del siglo pasado.

Son molinos del tipo cartaginés conformados por una torre cónica de obra coronada por un tejado giratorio, una gran guía y un conjunto de aspas en forma de vela sobre un eje.

Historia de Carboneras

Carboneras ya existía antes de la construcción de la fortaleza, pues hay textos documentados que nombran el pueblo desde el siglo XV, sin embargo, no fue hasta la edificación del castillo de San Andrés cuando se consolidó como población.

En 1559, el rey Felipe II cedió la costa de Carboneras al Marqués del Carpio, Diego López de Haro y Sotomayor, como parte de la jurisdicción del feudo de Sorbas. La zona tomó entonces el nombre de Cabezo de Carbonera debido a que había madera en abundancia y se construyeron hornos de carbón.

Su aislada ubicación fomentó el contrabando, circunstancia aprovechada por los moriscos para establecer relaciones con África. En la sublevación de 1568 fue un puerto importante para la entrada de soldados y armamento.

Durante la época nazarí la ocupación de la costa se llevó a cabo por el establecimiento de torres y atalayas para vigilar el litoral. Vigilancia que siguió tras la conquista de los Reyes Católicos.

Sin embargo, el asentamiento de población no llegaba a cuajar por lo aislada que se encontraba la zona y por las incursiones de piratas berberiscos. Por lo que se planteó mejorar la defensa mediante tropas permanentes y la construcción de un castillo, el de San Andrés.

Tras diversos problemas e incluso la paralización de las obras, logró llevarse a término en el año 1621 mejorando la seguridad en la zona y produciendo la llegada de los primeros habitantes. Así, se acabó formando un núcleo de población permanente alrededor de la fortaleza.

Castillo de San Andrés

Exterior del castillo de San Andrés en Carboneras. | Beatriz Hidalgo/QVEA
Exterior del castillo de San Andrés en Carboneras. | Beatriz Hidalgo/QVEA

Ubicado en pleno centro de la localidad, en la plaza del Castillo de Carboneras, enfrente del Ayuntamiento, el castillo de San Andrés está formado por la Torre del Homenaje, una edificación cuadrada de mampostería, que era capaz de resistir artillería de grueso calibre.

Originariamente, tenía tres torres cilíndricas en cada esquina, de las que hoy solo se conservan dos, y una cuarta torre cuadrangular de tres pisos. En 1993 fue declarado Bien de Interés Cultural y en 2013 fue completamente restaurado.

Interior del castillo de Carboneras. | Beatriz Hidalgo/QVEA
Interior del castillo de Carboneras. | Beatriz Hidalgo/QVEA

Hoy en día es centro de los actos culturales del municipio. Cuenta con una exposición permanente de fotografía sobre la Carboneras antigua y otra de ánforas de mar. Además, dispone de dos salas para exposiciones itinerantes.

También se realizan visitas teatralizadas ambientadas con personajes de la época, como el marqués del Carpio, un cabo de cuadras, o un vigía espía. En verano, se puede disfrutar de estas visitas los domingos a las 21 horas. En invierno, están reducidas para grupos más concentrados.

Asimismo, hay sesiones de cine en verano y todos los jueves, viernes y sábados hay diversas actividades como teatro, música o danza en el Patio de Armas.

El horario de visitas es el siguiente: mañanas de lunes a sábado de 10:30 a 13:30 horas; domingo de 11:30 a 13:30 horas, y tardes de lunes, martes, jueves, viernes y sábado, de 18:00 a 21:00 horas; miércoles y domingos de 18:00 a 20:00 horas.

El Ayuntamiento de Carboneras, o la casa de los Fuentes

Fachada del Ayuntamiento de Carboneras, casa palaciega del siglo XIX. | Beatriz Hidalgo/QVEA
Fachada del Ayuntamiento de Carboneras, casa palaciega del siglo XIX. | Beatriz Hidalgo/QVEA

El Ayuntamiento de Carboneras se trata de una casa señorial propiedad de la familia Fuentes, construida entre los años 1896 y 1902. Está ubicado en la misma plaza del Castillo de Carboneras, frente al castillo de San Andrés. Está catalogado como edificio singular dentro del patrimonio histórico-artístico y cultural de Andalucía.

El propietario era José María Fuentes Caparrós, quien decidió construir este edificio con el diseño de las casas palaciegas propias de la burguesía de la provincia almeriense de la época, en la que predominaba un modelo arquitectónico basado en la importancia del diseño vertical de la fachada y la cornisa adornada con estructuras de cabezas de mujer.

Este edificio presenta la particularidad de poseer un gran mirador hacia el mar. De la decoración exterior sobresalen la balconada de la fachada principal y el mirador de doce metros de largo en la portada sur.

En el interior, destaca la sala conocida como la ‘Sala Bonita‘, con un gran artesonado policromado en el techo del comedor principal, así como la carpintería decorada con relieves de flores coronadas con cristaleras de colores, en arcos de medio punto.

El Parque Andaluz

Casa de la Música en el Parque Andaluz. | Beatriz Hidalgo/QVEA
Casa de la Música en el Parque Andaluz. | Beatriz Hidalgo/QVEA

Bajando por la plaza del Castillo de Carboneras hacia el mar, frente a la Oficina de Turismo y del castillo de San Andrés, se encuentra el Parque Andaluz. Sin duda, otros de los grandes atractivos y referentes del pueblo.

El terreno del Parque Andaluz pertenecía al Teatro-Casa de la Música, inaugurado en 2006 tras restaurar y adaptar una vivienda del siglo XIX, propiedad de la familia Soto y conocida por ‘Casa de las Tejas’, como espacio cultural.

El teatro se ubica en la planta baja y allí se realizan todo tipo de eventos artísticos. La planta de arriba es escuela de música, donde ensaya la banda municipal de la localidad.

El resto del Parque Andaluz se compone de un amplio parque infantil para disfrute de los más pequeños, y un anfiteatro al aire libre donde se celebran todo tipo de actividades en verano con gran afluencia de gente.

Además, hay un mirador hacia el mar en el que se erige una estatua de San Antonio de Padua, patrón de Carboneras, inaugurada en el año 2018 durante la celebración del Centenario del Patronazgo.

Obra del imaginero sevillano Juan Manuel Parra Hernández e inspirada en la antigua imagen del Santo, desaparecida durante la Guerra Civil. La imagen tiene un metro de altura y está elaborada en barro y bañada en bronce, apoyada en una columna de mármol blanco de Macael de 2,5 metros.

En las fiestas de la localidad, celebradas en junio, cobra especial relevancia la estatua de San Antonio de Padua, ya que se realiza la tradicional ofrenda y encendido de velas por el patrón y se venera su imagen a las puertas del castillo de San Andrés.

¿Qué más ver en el centro de Carboneras?

Además, en la plaza del Castillo encontramos una estatua de Lawrence de Arabia, como homenaje a la película que se rodó en suelo carbonero en 1962, ganadora de siete premios Oscar. Protagonizada por Peter O’Toole, Omar Sharif, Anthony Quinn y Alec Guinness, entre otros. La película se basa en la participación del escritor, arqueólogo y militar Thomas Edward Lawrence en la revuelta árabe durante la Primera Guerra Mundial.

También, bajando desde el Ayuntamiento hacia el Parque Andaluz, encontramos un mural de John Lennon, histórico integrante de The Beatles. Fue pintado en 2016 por el grafitero almeriense Nauni69, con motivo del 50 aniversario de la estancia de Lennon en Carboneras, donde rodó la película ‘Cómo gané la guerra’. Una estancia de la que salieron algunas de las fotografías más célebres del famoso ‘beatle’.

Dónde comer tras visitar la plaza del Castillo de Carboneras

Después de realizar este recorrido por el entorno de la plaza del Castillo de Carboneras, se necesita hacer una parada para reponer fuerzas y, de paso, probar la cocina de la localidad.

Aunque son muchos los lugares donde se puede degustar tapas y platos de calidad, en esta ocasión hemos elegido el bar La Marina, situado en la misma plaza del Castillo, frente al Ayuntamiento.

Fundado en 1960, conocido y apreciado por todos los carboneros y con una historia curiosa, que nos han contado los actuales dueños, Juan Serrano y Mari Belmonte, miembros de la tercera generación que regenta el bar. La antigua dueña, Joaquina Fernández, perteneciente a la familia conocida como ‘Los Chuscos’ ideó una tapa que tomó su nombre del apodo familiar, el lomo chusco: un pequeño bollo de lomo a la plancha con queso y alioli.

Además, hay tapas tradicionales como manitas de cerdo, callos, caracoles y sepia en salsa. La amabilidad del personal y su trato cercano te harán sentir como en casa.

Otras recomendaciones que ver en Carboneras

El visitante no se puede ir de Carboneras sin conocer su playa, el paseo marítimo y contemplar la pequeña isla de San Andrés, de origen volcánico y un escenario ideal para practicar buceo y snorkel.

Por supuesto, es parada obligada la famosa playa de los Muertos, a tan solo 6 kilómetros de Carboneras, de gran belleza, con más de una extensa longitud y de agua cristalina.

Y la torre y faro de Mesa Roldán. La primera, una de las mayores fortalezas vigías de la costa almeriense, protagonista en ‘Juego de Tronos’. El segundo, el único faro de la provincia habitado todavía hoy por un farero.

El Castillo de Guardias Viejas es uno de los máximos recursos turísticos de El Ejido y del Poniente Almeriense

Una flotilla compuesta por al menos cuatro galeras berberiscas se acerca a la costa con navegación firme desde el cercano mar de Alborán. Pretenden desembarcar, como han hecho en otras ocasiones, y rapiñar todo lo que encuentren a su paso a sangre, hierro y fuego en el sur de aquella tierra que tiempo atrás fue ocupada durante casi ocho siglos por sus antepasados.

Corre la segunda mitad del siglo XVIII y el rey Carlos III ha decidido que debe taponar lo máximo posible las vías de entrada de los temibles corsarios por el sureste de la Península, pero no solo de ellos, sino también del inminente riesgo que supone la llegada de las beligerantes flotas inglesa y holandesa o de los temibles turcos.

Cuando los piratas están lo suficientemente cerca para ser alcanzados por los proyectiles, los cuatro cañones ubicados en la parte superior de la flamante batería defensiva de Guardias Viejas, recién construida, escupen fuego en dirección este, alcanzando en sucesivos disparos a dos de los barcos. Los otros dos logran escabullirse y alejarse lo suficiente para escapar indemnes por donde han venido, rumbo al norte de África.

La defensa de la costa ha funcionado. El que es hoy, más de dos siglos y medio después, uno de los máximos recursos turísticos de El Ejido y del Poniente Almeriense se encuentra en todo su apogeo.

Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA
Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA

La historia empieza en el nombre

El mismo nombre de la localidad en la que se asienta el castillo, Los Baños de Guardias Viejas, encierra en sí numerosa información alusiva al enclave y a su gran importancia histórica.

Pese a que El Ejido es uno de los municipios más jóvenes de Andalucía (tiene tal condición sólo desde el año 1984) su impronta en el territorio data al menos de la época de la Hispania Romana, cuando lo que hoy es el municipio al que pertenecen el castillo y la pedanía de Los Baños se denominaba Murgi. Un importante asentamiento junto al Mediterráneo que tenía precisamente aquí su puerto de salida al mar.

Durante tres siglos el enclave tuvo una gran actividad comercial, a lo que ayudó la construcción de unas termas datadas en el siglo I y que fueron donadas por Lucio Emilio Dafno y descubiertas mucho tiempo después, en 1872. Son estas justamente las que dan nombre al pequeño pueblo.

Castillo de Guardias Viejas desde la batería semicircular. | Anyo/QVEA
Castillo de Guardias Viejas desde la batería semicircular. | Anyo/QVEA

Lo de Guardias Viejas, la segunda parte del nombre, viene por la relación con el aspecto estratégico, militar y defensivo del enclave, al contar con un pequeño promontorio rocoso, apenas a unos metros del mar y frente a la Punta Sabinar.

Desde aquí se domina la vista de gran parte de la costa mediterránea hasta Balanegra y Adra (la Abdera romana), hacía el oeste; y hasta Roquetas de Mar, Almería y el Cabo de Gata al este. Justo ahí se levanta el flamante castillo de Guardias Viejas.

Fueron los Reyes Católicos quienes crearon en 1497, una vez culminada la Toma de Granada, un cuerpo específico militar para la defensa costera, al que denominaron Guardias Viejas de Castilla, y que tenía su sede principal en Adra.

Historia del Castillo de Guardias Viejas

La orden de Carlos III para fortificar la costa del sureste español data del año 1764. El encargo de levantar la batería de Guardias Viejas le fue encomendado al ingeniero militar del Reino de Granada José Cramé. Tras iniciar la obra en 1769, diseñaría otras repartidas por el litoral de lo que hoy es Almería, como el castillo de San Felipe o de Los Escullos, en el actual Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, prácticamente un clon del de Guardias Viejas.

Maqueta del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA
Maqueta del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA

En el propio municipio de El Ejido existen también otras construcciones que completaban toda una red defensiva, siendo la más destacada, por su estado de conservación, la cercana Torre de Balerma, que cubría con artillería el lado de poniente del castillo de Guardias Viejas, mientras que los defensores del mismo se empleaban en el lado de Levante.

No demasiados años después de erigirse, el castillo de Guardias Viejas fue parcialmente destruido durante la Guerra de la Independencia Española, por tropas inglesas, y fue reconstruido en 1817.

Entrada al Castillo de Guardias Viejas

La única entrada al castillo de Guardias Viejas, ubicada en su lado norte, estaba protegida por un foso, que únicamente podía salvarse a través de una plataforma levadiza. Es uno de los elementos que aún hoy pueden verse con claridad durante la visita al que es el enclave patrimonial más demandado por los turistas en El Ejido.

Y es que la conservación del castillo es excelente, a lo que ayudó su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985 y la apuesta del Ayuntamiento ejidense y de la administración propietaria del mismo, la Junta de Andalucía, por restaurar sus partes más deterioradas y revalorizarlo.

Pocos metros después de franquear el portón de entrada llegamos al Patio de Armas, a través del que se vertebran las distintas estancias de la batería costera, de planta cuadrangular. Aunque, justo al entrar, ya encontramos a derecha e izquierda sendas estancias abovedadas que hoy se utilizan para distintos usos, como oficina de recepción o pequeño bar durante la celebración, cada verano, del Ciclo de Conciertos del Castillo de Guardias Viejas.

Patio de Armas del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA
Patio de Armas del Castillo de Guardias Viejas. | Anyo/QVEA

Configuración interior del castillo de Guardias Viejas

La configuración interior del castillo de Guardias Viejas estaba formada, amén del Patio de Armas, por cuarteles de caballería y artillería, cuadras, un polvorín y una pequeña capilla. Estancias todas ellas que hoy tienen fundamentalmente un uso expositivo, si bien lo que era la capilla sigue teniendo uso para la celebración de bodas.

El castillo cuenta con una colección permanente de indumentaria militar de la época napoleónica, así como una completa muestra de armas y otros elementos alusivos a su inspiración eminentemente defensiva.

Colección de indumentarias militares. | Anyo/QVEA
Colección de indumentarias militares. | Anyo/QVEA

Además, se exponen tres maquetas detalladas para ejemplificar los tres tipos de construcciones defensivas de la época: las atalayas (Torre de Balerma), las torres batería para dos cañones (se expone una réplica de la de Macenas), y las baterías para cuatro cañones de 24 libras, con una gran maqueta del propio castillo de Guardias Viejas.

Acceso a la parte superior

Desde el Patio de Armas se accede a la parte superior del castillo, compuesta por dos niveles. Al superior se sube por una escalera central. Una rampa conduce a la ubicación más cercana al mar, en el nivel medio del castillo, donde estaban estratégicamente colocados los cuatro cañones que tantos intentos de desembarco y ataques hubieron de repeler.

La escalera sube al nivel superior; la rampa, al nivel medio. | Anyo/QVEA
La escalera sube al nivel superior; la rampa, al nivel medio. | Anyo/QVEA

El muro está jalonado por aspilleras en todo el perímetro, pequeños huecos destinados a disparar con seguridad por parte de los fusileros. Dos pequeños torreones y la reconocible batería delantera semicircular terminan de configurar esta pequeña y efectiva fortaleza.

Huelga decir que las vistas desde este lugar, sobre todo en el momento de la puesta de sol, son fantásticas, siendo este uno de los principales atractivos del castillo, además de su gran valor histórico.

Ciclo de Conciertos del Castillo de Guardias Viejas

Desde que se inició el actual siglo XXI, el castillo de Guardias Viejas es cada verano un punto de encuentro ineludible para los amantes de la cultura en directo. El ciclo de conciertos que lleva su nombre acumula lleno tras lleno en cada uno de los conciertos de pequeño formato durante los meses de julio y agosto en el Patio de Armas. Aquí se configuran verdaderas noches mágicas junto al mar en un escenario privilegiado y con un encanto muy especial.

Y no es la única manifestación cultural relacionada con el castillo de Guardias Viejas. En el cercano núcleo de Almerimar se celebra cada verano la recreación histórica de un desembarco pirata, inspirado años atrás precisamente por la presencia de la batería militar. Esta cita moviliza a decenas de actores y voluntarios, dando vida a espectaculares escenas que, sin duda, se parecen mucho a las que vivieron siglos atrás los defensores del castillo de Guardias Viejas y los habitantes de este territorio costero.

Además, y desde un plano más social, es el castillo de Guardias Viejas igualmente un lugar muy demandado para la celebración de bodas civiles, que se ofician en su bonito Patio de Armas o en la capilla y para lo cual es necesario realizar la gestión oportuna con el Ayuntamiento de El Ejido. Se pueden celebrar tanto las ceremonias como los banquetes en sus instalaciones. Y es también un punto de interés para la realización de reportajes fotográficos, tanto en su interior como en su entorno, debido a los buenos ángulos y puntos de vista por su ubicación elevada, justo al lado del mar.

Horarios y cómo llegar al castillo de Guardias Viejas

La visita al Castillo de Guardias Viejas es gratuita y la edificación abre durante todo el año. El horario es de martes a viernes de 16:00 a 18:30 horas y fines de semana y festivos de 10:00 a 18:30 horas. Cierra los lunes.

Para acceder desde la vía principal más cercana, la Autovía del Mediterráneo (A-7), se debe tomar la salida 824, Matagorda/Guardias Viejas, y recorrer unos 5 kilómetros en dirección al mar, hasta llegar al desvío del castillo, después de cruzar la pedanía de Matagorda.

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Dónde comer si visitamos el Castillo de Guardias Viejas

El entorno del Castillo de Guardias Viejas va a recibir próximamente un importante impulso gracias a la creación del Centro de Experiencias Gastronómicas Mar&Tierra. Se trata de una infraestructura turística que realzará las excelencias de los productos locales y la cocina almeriense, en la que el Ayuntamiento de El Ejido va a realizar una importante apuesta y que completará en gran manera la visita al emblemático castillo. Se situará justo enfrente de la cara norte del castillo, en el antiguo Cuartel de Carabineros, otra construcción de inspiración militar que en muy poco tiempo va a adoptar un nuevo y atractivo uso.

Mientras tanto, merece la pena desplazarse apenas 5 kilómetros hacia el oeste y comer o cenar en el Restaurante La Lonja, de Balerma, un afamado ‘templo’ gastronómico del Poniente Almeriense, con gran protagonismo en su carta de los productos del mar y que se ubica en la propia lonja pesquera de Balerma. Desde elaboraciones tan sencillas como la fritaílla de jibia hasta todo tipo de preparaciones de pescados y mariscos, la calidad de su cocina es muy alta, y su demanda también. Es completamente recomendable reservar si no se quiere evitar llegar y no encontrar sitio.

La muralla de Adra, visible y palpable todavía varias de sus partes originales, es un fiel vestigio hoy de la realidad que vivió la población de este rincón del suroeste de Almería cinco siglos atrás

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La culminación de la Reconquista, con la toma del Reino de Granada por los Reyes Católicos en 1492, reconfiguró las fronteras y convirtió a los pueblos y ciudades surgidas a orillas del mar en puntos estratégicos para la defensa del territorio y de la población ante invasiones y agresiones externas.

Los piratas berberiscos, la flota turca o cualquier otro pueblo que osara acercarse a los dominios españoles por vía marítima, se las verían con torres de defensa, murallas, castillos e incluso recintos sagrados convertidos en fortalezas desde los que poder avisar, y también repeler, las intentonas de los invasores.

Así se forjó el que solo es un capítulo más de la extensísima historia de la antigua Abdera fenicia, el puerto natural de las fascinantes y cercanas Alpujarras. Fue justo esta comarca montañosa, intrincada y bella, el lugar donde se refugiaron miles de moriscos desde finales del siglo XV, tras la capitulación del ‘Rey Chico’ Boabdil. Adra fue lo último que este vio de la Península, cuando definitivamente puso rumbo a África.

La muralla de Adra, visible y palpable todavía varias de sus partes originales, es un fiel vestigio, hoy, de la realidad que vivió la población de este privilegiado rincón del suroeste de Almería cinco siglos atrás. Recorrerla es adentrarse en el mismo corazón de Adra.

La muralla de Adra

La reina Juana de Castilla concedió una carta de privilegios para la construcción de la muralla de Adra en el año 1505. El objetivo era fortificar la frontera sur del reino, expuesta a los ataques de piratas e invasores.

Los muros darían igualmente cobertura al castillo-presidio que había sido erigido poco antes frente al mar por orden de los Reyes Católicos, en 1492, y del que hoy lamentablemente ya no queda nada. Alguien, en la segunda mitad del siglo XIX, concluyó que era una buena idea derribarlo para construir una pescadería.

Maqueta del recinto amurallado de Adra, en el interior del Cubo del Cementerio Viejo. | Anyo/QVEA
Maqueta del recinto amurallado de Adra, en el interior del Cubo del Cementerio Viejo. | Anyo/QVEA

Este emplazamiento, además, era de capital importancia por ser el puerto de Las Alpujarras, una de las principales salidas al mar del Reino de Granada. Adra, que se enmarca administrativamente en el Poniente Almeriense, históricamente siempre estuvo adscrita a Las Alpujarras, territorio con el que sigue guardando una estrecha vinculación.

Con un perímetro de 475 metros y forma hexagonal irregular, la muralla de Adra contaba con dos puertas, la del Mar y la del Campo (sur y norte). También siete torreones, una pequeña guarnición militar y un centenar de modestas viviendas intramuros que constituían la villa fortificada, habitadas en su mayoría por población llegada desde otros territorios más al norte.

El espesor de los muros de esta defensa básica de la villa era de 1,45 metros. Restos tanto de paños de muralla como de torreones han llegado a nuestros días y permiten al visitante tocarlos, adentrarse en aquella convulsa época mientras recorre el centro neurálgico de Adra, siguiendo los pasos de nuestros bravos antepasados.

La Torre de la Vela: inicio del recorrido por la muralla de Adra

Torre de la Vela, inicio del recorrido por la muralla de Adra. | Anyo/QVEA
Torre de la Vela, inicio del recorrido por la muralla de Adra. | Anyo/QVEA

Comenzamos el recorrido por la muralla de Adra en la Torre de la Vela, de la que toda fortaleza que se precie dispone. Es decir, el torreón más adelantado del recinto y el más cercano al mar, el primero en divisar el peligro.

En la muralla de Adra, a este torreón se le conoce como Cubo de la Carrera, por su ubicación en la avenida seguramente más importante del municipio, la Carrera de Natalio Rivas. Esta se extiende paralela a la línea de costa y no es más que un tramo de la Carretera de Almería.

Hoy en día puede parecer que su altura no es especialmente significativa, pero en aquella época su utilidad era máxima. Su conservación es muy buena y se encuentra en mitad del entramado urbano, adosado prácticamente a un bloque de viviendas. Está, eso sí, flanqueado por pequeñas secciones de paño de muralla que dan perfecta idea del recorrido que seguía el muro en ambas direcciones. El viajero se sorprende a menudo con la aparición de este vestigio medieval mientras pasea por la acera, en lo que se configura como un rincón de Adra, sin duda, único.

Puerta del Mar y Torreón de don Pablo de Moya

El recorrido continúa en dirección oeste, hacia lo que hoy es la plaza de la Puerta del Mar, en honor a la que era una de las dos entradas al recinto amurallado. La misma disponía de un revellín, o pequeño muro adelantado para redoblar su protección. Justo en el lugar donde se encontraba esta entrada al recinto amurallado se inicia hoy una de las calles intramuros más históricas de Adra, la calle Real.

En este caso, los restos de la Puerta no llegaron a pervivir y en el lugar donde se erigía encontramos el edificio del Ayuntamiento. El consistorio ocupa esta ubicación desde 1937.

El Ayuntamiento ocupa hoy lo que fue la puerta del Mar. | Anyo/QVEA
El Ayuntamiento ocupa hoy lo que fue la puerta del Mar de la muralla de Adra. | Anyo/QVEA

La única torre rectangular de la muralla de Adra es conocida como el Torreón de don Pablo de Moya, y de los vestigios que han perdurado es el único que permanece sin restaurar. Se encuentra junto al Ayuntamiento, y estaba unido a la Puerta del Mar -y esta a la Torre de la Vela- por sendos lienzos de muralla que fueron derribados hace dos siglos para permitir el desarrollo urbano de la ciudad. En su caso, se encuentra adosado a una vivienda particular, que lo mantiene ‘colonizado’. Únicamente es visible uno de sus lados desde el exterior, junto a otra pequeña parte de la muralla original.

La iglesia-fortaleza

Para continuar con el recorrido por la antigua muralla de Adra, sería imposible hacer el camino que dibujaba el muro entre el referido Torreón de don Pablo de Moya y el siguiente, el Cubo de las Atarazanas. Ni el paño ni este torreón se conservaron, fagocitados por el planeamiento urbano.

Para alcanzar el siguiente punto visible, siempre desde el interior de la antigua villa fortificada, deberemos subir la calle Real para toparnos, calle arriba, con la imponente iglesia-fortaleza de la Inmaculada Concepción, una de las más antiguas de Almería, cuya construcción se inició en el año 1501.

El edificio se incluía dentro de los límites de la muralla. Su configuración para que pudiera servir como lugar de avistamiento y, si era necesario, de disparo para repeler invasiones, resultó fundamental en la defensa de Adra.

No obstante, no se fortificó hasta 1620, a raíz del demoledor asalto turco-berberisco, una invasión que motivó otras intervenciones similares en la provincia, como en la Catedral de Almería o el templo de Vera.

Entre sus elementos que la configuran como fortaleza, cuenta con antepechos defensivos y saeteras en los laterales, desde donde poder disparar, así como espacio en su parte superior para colocar cañones. Su torre se reconstruyó después del devastador terremoto de 1804 y seguramente su rasgo artístico más interesante sea su cabecera, obra de Ambrosio de Vico y fiel ejemplo de protobarroco. De hecho, fue la primera manifestación barroca de toda la Diócesis de Granada.

El Torreón de Olvera o Cubo del Cementerio Viejo

La iglesia tenía numerosas casas adosadas, dado el poco espacio que existía dentro de los límites de la muralla. Este problema también se presentó para la construcción del cementerio parroquial, una vez que en el periodo ilustrado se decidió que, por razones de higiene y salubridad, los muertos no podían ser enterrados dentro de la iglesia.

Así, el nuevo camposanto se ubicó lo más cercano posible al recinto sagrado, aunque ya extramuros. Una de sus tapias era precisamente un paño de muralla, y es en este lugar donde podremos apreciar el trozo de muro original más grande que se ha conservado. También aquí se puede visitar el interior de otro de los siete torreones, el Torreón de Olvera, conocido también, y por razones obvias, como el Cubo del Cementerio Viejo.

El Torreón de Olvera, parte de la muralla de Adra. | Anyo/QVEA
El Torreón de Olvera, parte de la muralla de Adra. | Anyo/QVEA

Los visitantes que así lo deseen pueden solicitar la visita al interior del Torreón de Olvera, que guarda una bonita maqueta que reconstruye cómo era la muralla de Adra, así como su castillo.

Su autor fue Pedro Sarmiento, un maestro que llegó a Adra desde León y que, entre otros hitos, fue el primer alcalde abderitano de la democracia. También dentro del torreón se puede observar la réplica de la Torre de Guainos, del siglo XVI, otro rico elemento patrimonial de Adra que igualmente tenía como cometido la vigilancia.

Este torreón se fabricó, como toda la muralla, con mampostería con mortero de cal y alternando cantos rodados del río Adra con piedras de pizarra. Posee, como sucede a lo largo de todo el amurallado, troneras y saeteras que facilitaban la defensa a los soldados.

La Puerta del Campo y los últimos restos de la muralla de Adra

Estatua a Ortiz de Villajos. | Anyo/QVEA
Estatua a Ortiz de Villajos. | Anyo/QVEA

Para finalizar con el recorrido hexagonal de la antigua muralla de Adra, tomaremos dirección sureste para llegar paseando a través de las coquetas calles Gloria y Escuela a la Plaza Vieja, o Plaza Ortiz de Villajos, en memoria del afamado compositor musical abderitano.

Este es el lugar en el que se erigía la segunda de las puertas de acceso a la villa fortificada, y de la que ya no queda nada. Fue derribada en el siglo XIX con el objetivo de ganar espacio para nuevas construcciones. Tampoco hay vestigios del Torreón del Campo, otra de las torres defensivas del recinto, o del séptimo y último, conocido como Cubo Torral.

Para apreciar los últimos restos visibles de la muralla de Adra deberemos hacerlo desde el interior del Centro de Día para mayores, cuyos usuarios tienen el privilegio a diario de poder disfrutar de este trozo de la historia de su pueblo.

Extra: Refugios de la Guerra Civil

En este punto del recorrido nos encontraremos justo encima de otra de las joyas patrimoniales de Adra, aunque de mucha más reciente construcción, los Refugios de la Guerra Civil, de los cuales varios son visitables.

Podremos apreciar además un imponente muro, o balate, construido por el Conde de Chacón. Desde esta plaza elevada, durante la procesión de San Marcos se mostraba la imagen del santo para que bendijera todos los cultivos a sus pies, al ser esta zona de vega en el pasado.

Hoy, podemos acceder, a través de un paso elevado sobre la Carrera de Natalio Rivas, al Mercado Municipal y la Biblioteca de Adra. Y, una vez de nuevo en la calle, estaremos apenas a unos metros del punto en el que se inició el recorrido por las Murallas de Adra, su Torre de la Vela.

Dónde comer tras la visita

Después de tanto trasiego a la búsqueda de restos medievales, a buen seguro que nos habrá entrado hambre y sería un pecado no probar las ricas tapas de la cocina abderitana. Una conjugación perfecta entre los pescados frescos del Mediterráneo, con el pulpo seco como emblema, y la potentísima agricultura de la Huerta de Europa.

Son muchas y buenas las opciones para tapear o comer en Adra, y esta vez escogeremos un lugar conocido por todos los abderitanos y con una gran reputación, el Restaurante Mesón Bonillo. Iremos buscando la que es una de sus especialidades estrellas: los fideos aparte, un riquísimo guiso de pescado acompañado por fideos que nos hará querer repetir. Y de postre, casero por supuesto, un riquísimo ‘Zabaoine’ elaborado por la abuela de este emblemático local de Adra, que además ofrece un menú de calidad a diario, incluidos los domingos.

Para llegar al Bonillo desde la Torre de la Vela, el punto en el que comenzó y finalizó nuestro paseo por la muralla de Adra, lo podremos hacer a pie en menos de 10 minutos. Para ello, tomaremos el Paseo de los Tristes en dirección al mar, hasta alcanzar el cruce con la calle Guadix, que es donde se encuentra nuestro destino gastronómico.

El castillo de Vélez-Blanco es uno de los monumentos más emblemáticos de toda la provincia de Almería

Impasible al paso del tiempo, la silueta del castillo de Vélez-Blanco recorta majestuosa el horizonte. La fortaleza, elevada sobre un cerro, domina toda la localidad y el valle que tiene a sus pies convirtiéndose en uno de los monumentos más emblemáticos de toda la provincia de Almería.

Para conocer en profundidad este castillo, declarado monumento nacional en 1931, tenemos que hacer dos viajes:  uno al norte de la provincia de Almería, Vélez-Blanco, y el segundo hasta el corazón de la Gran Manzana, al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Panorámica del castillo de Vélez-Blanco. | Lázaro Martínez/QVEA
Panorámica del castillo de Vélez-Blanco. | Lázaro Martínez/QVEA

Cómo llegar al castillo de Vélez-Blanco

Para adentrarnos en las entrañas de esta fortaleza-palacio (mandada construir por don Pedro Fajardo Chacón, I Marqués de Los Vélez entre 1506 y 1515, con el fin de convertir la villa velezana en el centro administrativo de su gobierno) hemos de  desplazarnos hasta Vélez-Blanco, al norte de Almería.

El castillo no tiene pérdida, desde la A-92N impacta la imagen del recinto que se eleva erguido sobre el cerro del mismo nombre. Al llegar a la altura de Vélez-Rubio hay que desviarse por la A-317 hacia Vélez-Blanco, que dista 6 kilómetros, dejándonos la circunvalación del municipio a los pies del castillo.

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Otra de las opciones es adentrarse en el municipio y atravesar a pie toda la trama urbana, perdiéndose el visitante por sus calles. Esto permite conocer de primera mano el entramado de la Morería, así como diferentes elementos urbanos de interés como la fuente de los Cinco Caños o restos de la antigua muralla.

Este recorrido comienza en la calle Corredera para subir por Hospital y desde aquí cualquier trasversal conduce al viajero a los pies de la fortaleza por alguna de las tortuosas calles del barrio de la Morería. O bien cruzar el pueblo en coche y pasar por la calle Corredera para comenzar el ascenso a la izquierda por las empinadas calles Vicente Sánchez y Castillo que nos conducen a los pies de la fortaleza.

Inicio de la visita al castillo de Vélez-Blanco

Escudo de los Fajardo. | Lázaro Martínez
Escudo de los Fajardo. | Lázaro Martínez

La visita al conjunto monumental del castillo de Vélez-Blanco la iniciaremos por el perímetro exterior, partiendo del gran arco rebajado que abre al visitante a la magnífica vista de la localidad.

En nuestro caminar lo primero que encontramos es un lienzo de pared, restos de la primitiva alcazaba musulmana que contrasta con los robustos muros de sillería del castillo. En este recorrido el viajero se topa con la firmeza y solidez de las paredes del castillo a un lado, y al otro la belleza que observa al caminar como la primitiva iglesia de la Magdalena a los pies, el entramado arquitectónico de tejados y casas blancas de Vélez-Blanco y al amplio valle que se abre hasta el macizo de La Muela y la vista al fondo del castillo de Xiquena, en la vecina Lorca.

Los lienzos exteriores están decorados con los escudos de armas de Fajardo y de la Cueva correspondientes a D. Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez y a su segunda esposa Dª Mencía de la Cueva. Continuando con el paseo, aparecen diferentes elementos defensivos del edificio. En el extremo norte, la torre albarrana sobresale de la construcción para proteger la poterna o puerta auxiliar del castillo. Para volver por debajo del puente hasta la puerta que da acceso al primer recinto.

Interior del castillo de Vélez-Blanco

Entramos al castillo por el extremo sur, que da acceso al primer recinto, que corresponde a una construcción auxiliar. En este patio se encontraban las caballerizas, la casa de los pajes, cocinas y dependencias de los criados.

Una escalera nos conducirá a una pasarela de madera, a unos diez metros del suelo, que conecta la parte militar con la palaciega. La entrada principal de la fortaleza está blasonada por el escudo de don Pedro Fajardo, que da acceso a un vestíbulo, donde encontramos una sala expositiva en la que podemos observar varias maquetas del castillo además de diferentes paneles que dan a conocer la historia del edificio.

El Patio de Honor y su ‘viaje’ al Museo Metropolitano de Nueva York

El patio, desposeído de todo ornamento al ser vendido en 1904 a un anticuario francés, conserva diferentes elementos de la cornisa, así como una gárgola en una de sus esquinas, además del brocal del pozo que da acceso a un aljibe, de época nazarí, todos ellos originales.

La joya del palacio lo constituye el Patio de Honor de estilo renacentista, realizado por arquitectos italianos en mármol blanco de Macael. Al entrar, sorprenden las paredes vacías del recinto y la impresionante torre del homenaje de 33 metros de altura, donde se encuentra impreso el escudo de armas del primer marqués.

Será en 1913 cuando los mármoles del patio sean adquiridos por Florence Blumenthal, para la vivienda que estaba construyendo en la Quinta Avenida de Nueva York. A su muerte, la colección fue donada al Museo Metropolitano de Nueva York, instalándose definitivamente en 1945 en una de las salas principales del museo.

Patio del castillo de Vélez-Blanco en Nueva York. | Lázaro Martínez/QVEA
Patio del castillo de Vélez-Blanco en Nueva York. | Lázaro Martínez

Resto del castillo

En la segunda planta, a la que accedemos por la escalera contigua al patio, entramos en las salas nobles del alcázar, el salón del Triunfo y de la Mitología, donde estaban ubicados unos ricos frisos tallados en madera que hacían alusión al triunfo del César en las Galias y los trabajos de Hércules. Hoy se encuentran en el Museo de Artes decorativas de París.

La visita continúa por la galería mirador con seis arcos orientados hacia el pueblo desde donde se pueden ver una bonita panorámica de la villa y el valle.  El resto del castillo que da acceso a la torre del homenaje y a otras dependencias se encuentra cerrado en espera de diferentes actuaciones de consolidación.

Vistas del valle desde el mirador. | Lázaro Martínez
Vistas del valle desde el mirador. | Lázaro Martínez

Historia del castillo de Vélez-Blanco

La familia Fajardo se afincará en el municipio tras la permuta del puerto de Cartagena y la creación del marquesado de Los Vélez. Desde su construcción, el alcázar velezano ha estado sometido a diversos avatares históricos. Este castillo representa la fuerza y el lujo familiar de la nobleza frente al poder central de la corona.

Construido entre 1506 y 1515, mezcla elementos de estilo gótico con el renacentista. A finales del siglo XVI entró en decadencia, siendo sustituido como residencia marquesal por la corte madrileña. En la actualidad el castillo pertenece a la Junta de Andalucía, desde que lo compró a su dueño en 2005. El gobierno andaluz tiene un proyecto de recuperación del todo el edificio, en el que se incluye una reproducción del patio.

Horario del castillo de Vélez-Blanco

La visita al castillo es gratuita. Está abierto desde el 1 de abril al 30 de septiembre de miércoles a domingo de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. De 1 de octubre al 31 de marzo de miércoles a domingo de 10:00 a 14:00 horas y 16:00 a 18:00 horas. Cerrado: 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre. Festivos nacionales, autonómicos y/o locales, consultar por teléfono o correo electrónico.

Continuar la visita por Vélez-Blanco

Junto al castillo de Vélez-Blanco también podemos visitar el aljibe árabe o la iglesia de la Magdalena. La visita por Vélez-Blanco puede continuar conociendo las diferentes fuentes que hay a lo largo de todo el municipio, además de la iglesia de Santiago, el Alporchón o el Centro de Interpretación del Parque Natural Sierra de María-Los Vélez.

Una vez finalizada la visita, podemos recuperar fuerzas en cualquiera de los muchos bares y restaurantes que llenan Vélez-Blanco. Junto al castillo está el Mesón Antonia. Y si hemos seguido por el pueblo, podemos hacer un alto en El Molino o El Palacil, especializados en carnes.

Un importante legado árabe, apoyado por las representaciones de Moros y Cristianos y las culturas del agua y de la pizarra, entre lo que ver en Senés

Senés, el centro geográfico de Almería, es al mismo tiempo uno de los municipios más desconocidos de la provincia. Este pueblo acogedor y cercano, con más de 1.000 metros de altitud, es un pequeño diamante en bruto de la comarca de Los Filabres-Tabernas y guarda muchos secretos con todo lo que hay que ver en Senés.

Limitando con cinco municipios (Velefique, Tabernas, Tahal, Sierro y Laroya), cuenta desde hace unos años con una importancia extra: la Diputación de Almería hizo un estudio para conocer qué municipio acogía el centro geográfico de Almería, una actuación que sirviera como eje de unión de los almerienses. Concretamente, este centro geográfico de Almería se ubica en un camino situado a 800 metros del casco urbano de Senés, muy cercano a Velefique.

Senés forma junto a Castro de Filabres, Velefique y Olula de Castro un curioso cuarteto de municipios que tienen como elemento común la pizarra, una piedra muy utilizada para tejados y muros en la comarca de Los Filabres. Esa piedra le da una imagen especial unida a otras virtudes que le hacen única para el turismo rural.

Casa típica que ver en Senés. | Javier Cortés/QVEA

Casa típica que ver en Senés. | Javier Cortés/QVEA

Cómo llegar a Senés

A Senés se llega por la carretera que sube desde Tabernas (la N-340a) hacia Macael y Olula del Río. Pasados unos kilómetros desde que se coge esta, la necrópolis del Cerro Cánovas queda a mano derecha, poco antes de llegar a Los Nudos de Senés. Esta necrópolis está compuesta por seis tumbas, al menos de tres ellas son tholos (sepulcros de tipo circular) y otras tres, que son más comunes.

Senés nos saluda varios kilómetros más arriba, en una curva cerrada, dándonos la bienvenida con la fuente del Divino Rostro, acompañada de macetas, algunas ánforas volcadas y un mapa del pueblo. Recibe este nombre en honor al patrón de la localidad, cuyas fiestas se celebran en el mes de septiembre. Unas fiestas más recogidas y cercanas que las de agosto, siempre, eso sí, esperando el día grande, que es el 14 de septiembre. Este día es el más señalado por todos los seneseros para reunirse y celebrar varios eventos como la misa y procesión, paella popular y concierto con orquesta, además de exposiciones y juegos infantiles.

Monumento y fiestas del Emigrante

En la entrada a Senés nos recibe una hilera de casas de dos plantas, de diferentes estilos y tonalidades de blanco. Tejados grises adornados con pizarras y en muchos casos con chimeneas. Muchas de las casas cuentan con bastante espacio, con amplias terrazas o pequeños jardines y adornos que embellecen el paisaje del pueblo.

Casas con espacios, pequeñas jardines o adornos. | Javier Cortés/QVEA

Un cruce nos indica el camino hacia el Ayuntamiento, pero algo nos llama la atención al fondo. Más allá del colegio Alfhil, también presente en Turrillas y Lucainena de las Torres, dos figuras en mármol presiden una plaza. Es el monumento al Emigrante, en homenaje a todas aquellos personas que se fueron del municipio en busca de una vida mejor. Se puede ver a una mujer sentada y triste, con un hombre apoyándola. Ambos tienen las manos en un pequeño globo terráqueo. Este monumento tiene mucha importancia en Senés, ya que da origen a las fiestas del Emigrante, que se celebran en agosto, en homenaje a los centenares de familias que tuvieron que marcharse en los años 40, 50 y 60 a Francia o Alemania, e incluso cerca de 300 personas a San Rafael de Mendoza, en Argentina.

Estas fiestas comienzan con una semana cultural con cine, campeonatos deportivos y teatros. El plato fuerte de las fiestas cuenta con las históricas representaciones de Moros y Cristianos, misa y procesión, verbenas populares y otras actividades. También el sábado anterior a las fiestas se celebra el festival Taco Rock, con la presencia de grupos de pop, rock alternativo o hip-hop.

Moros y Cristianos de Senés

Centro de Interpretación del pasado árabe en Senés. | Javier Cortés/QVEA

La representación de Moros y Cristianos es uno de los activos más importantes que ver en Senés. La localidad apuesta por esta histórica tradición en forma de obra de teatro con diálogos de generales y espías, con caballos, luchas de espadas y trajes preparados para la ocasión. Estos Moros y Cristianos se realizan desde hace siglos en una gran cantidad de municipios de la provincia de Almería. No solo en Los Filabres-Tabernas, donde además de Senés se representan en Alcudia de Monteagud o Velefique. También en el Valle del Almanzora (Somontín, Laroya o Sierro), el Levante Almeriense (Vera, Mojácar o Carboneras) o la Alpujarra (Bayárcal).

Senés mantiene las formas y la esencia, pero con matices que la hace duradera entre su población y la de sus visitantes. Como curiosidad, en el año del Milenio de Almería (2014), Senés hizo una representación de Moros y Cristianos en la Plaza Vieja de Almería para exponer esta tradición ante centenares de personas.

Para que no se pierda esta tradición y reflejar la importancia de estas representaciones, Senés cuenta con un Centro de Interpretación en el que se cuenta su historia. Aquí se encuentran varias exposiciones de espadas del siglo XIX, trajes y además cuenta con un vídeo documental en el que refleja fielmente este evento tan apreciado en el municipio.

Un mirador a Los Filabres

Vistas desde la calle Estación en Senés. | Javier Cortés/QVEA

Ahora sí, tomamos el camino hacia el Ayuntamiento por la calle Estación, dejando atrás y a nuestra izquierda el consultorio médico. A medida que seguimos subiendo, a nuestra izquierda se van dibujando postales con casas, bancales y la sierra. La propia calle es un mirador a Los Filabres.

Otro mirador lo encontramos más adelante. En este caso, uno en el que además sentarnos a hacer una parada. En el Bar Restaurante El Mirador ponen unas tapas exquisitas como queso a la plancha, pisto, pipirrana, asadura y su especialidad, las bombas. A los pies de su terraza nos sorprendemos con una de las calles más coquetas de todo Senés, cubierta de flores, a la que se puede acceder bajando junto a un pino de grandes dimensiones.

Petroglifos escritos en árabe

Escrituras en árabe en la iglesia de Senés.
| Javier Cortés/QVEA

El Ayuntamiento se sitúa enfrente de la iglesia de Santa María, del siglo XVI, con los frescos de don Bartolomé Marín, sacerdote y pintor que en los años 60 pintó frescos en varias iglesias, entre ellas también la de Alcudia de Monteagud, y que además mantiene su pórtico mudéjar. Entre ambas, una plaza mirador con una Rosa de los Vientos junto al escudo de la localidad.

En la propia iglesia se puede encontrar una lápida funeraria de mármol que se cree que se trata de una familia adinerada de la época árabe. Todo ello le da un valor añadido y le diferencia del resto de la comarca. Además de contar con petroglifos, escrituras en piedra, algunas de ellas escritas en árabe, en varios lugares del municipio.

Junto a la iglesia nos encontramos algunas fuentes en la que refrescarnos y en sus cercanías, junto a un pequeño parque infantil, una casa típica del lugar con jardín, otra parecida a una masía y otra con una puerta de un color verde muy intenso.

Los antiguos lavaderos de Senés

Senés aún tiene cosas nuevas que dar a conocer como una almazara, que se pretende convertir en un museo. O la transformación de los antiguos lavaderos ya restaurados en la que será la Casa del Agua. Para llegar aquí es necesario continuar por la plaza del Ayuntamiento y seguir por la calle de La Fuente.

Llegada al Área Recreativa de La Fuente. | Javier Cortés/QVEA

Al final de esta travesía se encontrarán el Área de Recreo La Fuente con un pequeño vagón minero que les indicará que están muy próximos los antiguos lavaderos, frente al merendero. Después de haber pasado el merendero, la balsa y el local del lavadero finalizaremos con otra fuente y un gran espacio circular donde se hace la paella popular de septiembre. Desde esta zona hay una amplia panorámica en la que se divisa gran parte del pueblo.

Una alcazaba que ver en Senés

Reproducción de la Alcazaba de Senés. | Javier Cortés/QVEA

Si deseamos ver uno de los monumentos que mayor historia tienen en este municipio y que además cuenta con unas magníficas vistas son los restos de una alcazaba del siglo XII de más de 5.000 metros cuadrados. Esta fortaleza, que aún guarda restos de murallas, diez torres cuadradas de base maciza y construcciones de molinos hidráulicos de origen medieval, fue importante durante la Reconquista cristiana de la península Ibérica. La alcazaba fue mandada construir por el poeta y cadí Abul Barakat al-Balafiki, que da nombre al municipio vecino, Velefique.

Para llegar a los restos de la alcazaba de Senés se puede continuar el camino desde el Área Recreativa siguiendo la indicación. Se trata de una ruta muy concurrida por aventureros.