Almería cuenta con un rico patrimonio cultural, histórico y artístico que atestigua el paso de civilizaciones y pueblos por unos parajes con castillos y monumentos

Hay muchas formas de mirar, sentir y vivir Almería, casi tantas como visitantes llegan a una tierra que puede presumir de ofrecer entre sus muchos atractivos un rico patrimonio cultural, histórico, etnográfico, artístico y arqueológico. A través de este es posible acercarse al paso de distintas civilizaciones, pueblos y culturas por una provincia que, además, es conocida en todo el mundo precisamente por un arte universal como el cine.

Desierto de Tabernas

Los escenarios naturales del Desierto de Tabernas y las numerosas estrellas del celuloide y grandes producciones que se rodaron y se siguen rodando en la provincia dan fe de que hay una Almería interior de una incalculable riqueza cultural. Tan solo hay que explorarla y descubrirla…

Por el Desierto de Tabernas y otros parajes de Almería han pasado desde los años 60 grandes estrellas del cine mundialmente conocidas y se han rodado numerosas superproducciones. Este lugar de película ofrece al visitante el atractivo lúdico de sus parques temáticos, en los que pasar una jornada inolvidable en familia o entre amigos, ambientados por completo en el salvaje Oeste, y donde ver en acción a verdaderos actores y especialistas. Se puede, además, recorrer muchos de los lugares que fueron en su momento platós al aire libre de míticas películas. Y para los amantes del deporte, sobre todo del trail, la BTT y el senderismo, el desierto más meridional y casi único de Europa es un destino imprescindible para ser recorrido.

Ciudad de la Cultura en el Valle del Almanzora

Ciudad de la Cultura en Olula del Río.
Ciudad de la Cultura en Olula del Río. | Curro Vallejo/Diputación de Almería

Hay una Almería volcada con la cultura al más alto nivel, y especialmente un punto en la provincia de obligada visita para todos aquellos que persiguen la belleza artística. Se encuentra en el Valle del Almanzora. Olula del Río se ha convertido en el polo artístico más importante del sureste peninsular gracias en gran medida al talento y el empeño del artista Andrés García Ibáñez, impulsor de un anillo museístico conocido como Ciudad de la Cultura, y en el que junto a la del propio Ibáñez está también la impronta de otros dos grandes artistas en diferentes campos, como Antonio López y Carlos Pérez Siquier, amén de una indispensable colección de arte almeriense e indaliano.

Precisamente la última instalación inaugurada lleva el nombre del afamado fotógrafo almeriense, el primer espacio dedicado en España a uno de los grandes clásicos y en el que se custodia el legado de Pérez Siquier. El Museo Ibáñez, germen de todo, cuenta con 25.000 metros cuadrados y 18 salas de exposición, donde apreciar la extensa obra del propio García Ibáñez, reputado pintor figurativo. Y es ya todo un un icono de la comarca la imponente estatua La Mujer del Almanzora, obra del renombrado Antonio López, compuesta por 280.000 kilos de mármol blanco Macael y que preside un entorno en el que también se puede disfrutar de un jardín botánico y gliptoteca con estatuas clásicas grecorromanas.

Museos de Terque

Museos de Terque
Museos de Terque.

El culto por la belleza está muy presente en el interior de Almería, por pequeño que sea el lugar al que pongamos rumbo. Si es al pequeño pueblo de Terque, en la confluencia de los ríos Andarax y Nacimiento y que no llega a 400 habitantes, entonces habremos puesto el pie en una Almería que cuida de sus tradiciones y su legado cultural, que los mima y los expone para el conocimiento de las generaciones actuales, que los guarda como tesoro etnográfico de la memoria colectiva y rural.

Los Museos de Terque suponen un complejo formado por cinco instalaciones: Museo Etnográfico, Museo Provincial de la Uva del Barco (cultura parralera almeriense), La Modernista (tejidos y vestimenta) y el Museo de Escritura Popular, además de la Cueva de San José, un espacio dedicado a exposiciones, conferencias y conciertos.

El Castillo de Vélez-Blanco

Castillo de Vélez-Blanco
Castillo de Vélez-Blanco

Más al norte, en la comarca de Los Vélez, la más septentrional de Almería, se encuentra otro foco de gran atractivo turístico por el rico patrimonio artístico que atesora. En Vélez-Blanco se erige una joya del Renacimiento Español que mandó construir a principios del siglo XVI y sobre los restos de una alcazaba árabe el Marqués de Los Velez, Pedro Fajardo Chacón: el extraordinario Castillo Palacio de Vélez-Blanco.

Esta construcción forma parte -en un lugar muy destacado por antigüedad, conservación y valor arquitectónico- de la extensa nómina de castillos, fortalezas y baterías militares que se conservan en la provincia de Almería de épocas pretéritas. Otros ejemplos son el Castillo del Marqués de los Vélez (en Cuevas del Almanzora), el Castillo de Tabernas, el Castillo-Torre de Macenas (Mojácar), los restos de la Muralla de Adra, o la amplia red de baterías y torres costeras defensivas medievales que salpican el litoral.

Culto religioso

Las construcciones dedicadas al culto religioso e incluso el culto en sí (peregrinaciones y romerías populares), son otros dos puntos fuertes del legado patrimonial y popular presentes en la provincia.

La peregrinación del Cristo de la Luz, en Dalías, concita cada año a decenas de miles de personas llegadas desde distintos puntos de dentro y fuera de Almería, para venerar la imagen del santo en la Iglesia de Santa María de Ambrox, acompañados sus momentos culminantes con cantidades ingentes de pólvora. Es el evento de este tipo más multitudinario de Almería, aunque no el único, pues las romerías a ermitas y santuarios están muy presentes en pueblos almerienses de todas las latitudes, así como en la capital.

Plaza de la Encarnación e iglesia de Vélez-Rubio. | Lázaro Martínez/QVEA
Plaza de la Encarnación e iglesia de Vélez-Rubio. | Lázaro Martínez/QVEA

Volviendo a Los Vélez, Vélez-Rubio posee una de las iglesias más atractivas y de mayor valor patrimonial y artístico de la provincia. Construida en 1753, cuenta con elementos del Barroco y el Neoclásico y dos características torres, así como apreciables vidrieras y una figura esbelta y a la vez majestuosa.

Las dos torres están también presentes en la Iglesia de la Anunciación de Berja o la de Nuestra Señora de la Asunción de Huércal-Overa, otros templos almerienses de gran belleza. Son solo unos ejemplos de las numerosas construcciones religiosas dignas de visitar de la provincia, donde existen varios edificios levantados como iglesias-fortaleza, con marcado carácter defensivo además de religioso.

El principal de estos templos es la Catedral de la Encarnación de Almería, aunque también existen en Adra o en Vera, construcciones ambas que, curiosamente, también son llamadas de la Encarnación.

Recreaciones históricas

Y la provincia de Almería está también en vanguardia nacional de las recreaciones históricas, eventos de calado para los pueblos, con la participación de un altísimo porcentaje de vecinos que cada año se vuelcan en la puesta en escena de acontecimientos que marcaron el pasado de sus localidades y que se mantienen vivos, atrayendo a su vez a numerosos visitantes de fuera. Son más, y además hay municipios que se van sumando con nuevas apuestas, pero hay dos que destacan especialmente, por lo mucho que mueven y el franco crecimiento que están experimentado. Se celebran en Padules y Macael.

La recreación de la Paz de las Alpujarras reúne cada año a cientos de personas durante varios días en la pequeña localidad de Padules, con numerosas actividades paralelas a la cuidada y trabajada puesta en escena que rememora la Rebelión de los Moriscos en la comarca alpujarreña durante el siglo XVI. Prácticamente todo el pueblo participa en la recreación de distintas escenas en unos días de verdadera fiesta muy recomendables para pasarlo bien y aprender.

E igual sucede en Macael con la representación de la lucha entre Canteros y Caciques, acontecimiento que transforma durante varias jornadas el pueblo del mármol y del que igualmente están muy orgullosos los macaeleros y vecinos de otros municipios de la zona, que han vivido tradicionalmente, y lo siguen haciendo, de la cantería y la piedra.

El castillo de Vélez-Blanco es uno de los monumentos más emblemáticos de toda la provincia de Almería

Impasible al paso del tiempo, la silueta del castillo de Vélez-Blanco recorta majestuosa el horizonte. La fortaleza, elevada sobre un cerro, domina toda la localidad y el valle que tiene a sus pies convirtiéndose en uno de los monumentos más emblemáticos de toda la provincia de Almería.

Para conocer en profundidad este castillo, declarado monumento nacional en 1931, tenemos que hacer dos viajes:  uno al norte de la provincia de Almería, Vélez-Blanco, y el segundo hasta el corazón de la Gran Manzana, al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Panorámica del castillo de Vélez-Blanco. | Lázaro Martínez/QVEA
Panorámica del castillo de Vélez-Blanco. | Lázaro Martínez/QVEA

Cómo llegar al castillo de Vélez-Blanco

Para adentrarnos en las entrañas de esta fortaleza-palacio (mandada construir por don Pedro Fajardo Chacón, I Marqués de Los Vélez entre 1506 y 1515, con el fin de convertir la villa velezana en el centro administrativo de su gobierno) hemos de  desplazarnos hasta Vélez-Blanco, al norte de Almería.

El castillo no tiene pérdida, desde la A-92N impacta la imagen del recinto que se eleva erguido sobre el cerro del mismo nombre. Al llegar a la altura de Vélez-Rubio hay que desviarse por la A-317 hacia Vélez-Blanco, que dista 6 kilómetros, dejándonos la circunvalación del municipio a los pies del castillo.

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Otra de las opciones es adentrarse en el municipio y atravesar a pie toda la trama urbana, perdiéndose el visitante por sus calles. Esto permite conocer de primera mano el entramado de la Morería, así como diferentes elementos urbanos de interés como la fuente de los Cinco Caños o restos de la antigua muralla.

Este recorrido comienza en la calle Corredera para subir por Hospital y desde aquí cualquier trasversal conduce al viajero a los pies de la fortaleza por alguna de las tortuosas calles del barrio de la Morería. O bien cruzar el pueblo en coche y pasar por la calle Corredera para comenzar el ascenso a la izquierda por las empinadas calles Vicente Sánchez y Castillo que nos conducen a los pies de la fortaleza.

Inicio de la visita al castillo de Vélez-Blanco

Escudo de los Fajardo. | Lázaro Martínez
Escudo de los Fajardo. | Lázaro Martínez

La visita al conjunto monumental del castillo de Vélez-Blanco la iniciaremos por el perímetro exterior, partiendo del gran arco rebajado que abre al visitante a la magnífica vista de la localidad.

En nuestro caminar lo primero que encontramos es un lienzo de pared, restos de la primitiva alcazaba musulmana que contrasta con los robustos muros de sillería del castillo. En este recorrido el viajero se topa con la firmeza y solidez de las paredes del castillo a un lado, y al otro la belleza que observa al caminar como la primitiva iglesia de la Magdalena a los pies, el entramado arquitectónico de tejados y casas blancas de Vélez-Blanco y al amplio valle que se abre hasta el macizo de La Muela y la vista al fondo del castillo de Xiquena, en la vecina Lorca.

Los lienzos exteriores están decorados con los escudos de armas de Fajardo y de la Cueva correspondientes a D. Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez y a su segunda esposa Dª Mencía de la Cueva. Continuando con el paseo, aparecen diferentes elementos defensivos del edificio. En el extremo norte, la torre albarrana sobresale de la construcción para proteger la poterna o puerta auxiliar del castillo. Para volver por debajo del puente hasta la puerta que da acceso al primer recinto.

Interior del castillo de Vélez-Blanco

Entramos al castillo por el extremo sur, que da acceso al primer recinto, que corresponde a una construcción auxiliar. En este patio se encontraban las caballerizas, la casa de los pajes, cocinas y dependencias de los criados.

Una escalera nos conducirá a una pasarela de madera, a unos diez metros del suelo, que conecta la parte militar con la palaciega. La entrada principal de la fortaleza está blasonada por el escudo de don Pedro Fajardo, que da acceso a un vestíbulo, donde encontramos una sala expositiva en la que podemos observar varias maquetas del castillo además de diferentes paneles que dan a conocer la historia del edificio.

El Patio de Honor y su ‘viaje’ al Museo Metropolitano de Nueva York

El patio, desposeído de todo ornamento al ser vendido en 1904 a un anticuario francés, conserva diferentes elementos de la cornisa, así como una gárgola en una de sus esquinas, además del brocal del pozo que da acceso a un aljibe, de época nazarí, todos ellos originales.

La joya del palacio lo constituye el Patio de Honor de estilo renacentista, realizado por arquitectos italianos en mármol blanco de Macael. Al entrar, sorprenden las paredes vacías del recinto y la impresionante torre del homenaje de 33 metros de altura, donde se encuentra impreso el escudo de armas del primer marqués.

Será en 1913 cuando los mármoles del patio sean adquiridos por Florence Blumenthal, para la vivienda que estaba construyendo en la Quinta Avenida de Nueva York. A su muerte, la colección fue donada al Museo Metropolitano de Nueva York, instalándose definitivamente en 1945 en una de las salas principales del museo.

Patio del castillo de Vélez-Blanco en Nueva York. | Lázaro Martínez/QVEA
Patio del castillo de Vélez-Blanco en Nueva York. | Lázaro Martínez

Resto del castillo

En la segunda planta, a la que accedemos por la escalera contigua al patio, entramos en las salas nobles del alcázar, el salón del Triunfo y de la Mitología, donde estaban ubicados unos ricos frisos tallados en madera que hacían alusión al triunfo del César en las Galias y los trabajos de Hércules. Hoy se encuentran en el Museo de Artes decorativas de París.

La visita continúa por la galería mirador con seis arcos orientados hacia el pueblo desde donde se pueden ver una bonita panorámica de la villa y el valle.  El resto del castillo que da acceso a la torre del homenaje y a otras dependencias se encuentra cerrado en espera de diferentes actuaciones de consolidación.

Vistas del valle desde el mirador. | Lázaro Martínez
Vistas del valle desde el mirador. | Lázaro Martínez

Historia del castillo de Vélez-Blanco

La familia Fajardo se afincará en el municipio tras la permuta del puerto de Cartagena y la creación del marquesado de Los Vélez. Desde su construcción, el alcázar velezano ha estado sometido a diversos avatares históricos. Este castillo representa la fuerza y el lujo familiar de la nobleza frente al poder central de la corona.

Construido entre 1506 y 1515, mezcla elementos de estilo gótico con el renacentista. A finales del siglo XVI entró en decadencia, siendo sustituido como residencia marquesal por la corte madrileña. En la actualidad el castillo pertenece a la Junta de Andalucía, desde que lo compró a su dueño en 2005. El gobierno andaluz tiene un proyecto de recuperación del todo el edificio, en el que se incluye una reproducción del patio.

Horario del castillo de Vélez-Blanco

La visita al castillo es gratuita. Está abierto desde el 1 de abril al 30 de septiembre de miércoles a domingo de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. De 1 de octubre al 31 de marzo de miércoles a domingo de 10:00 a 14:00 horas y 16:00 a 18:00 horas. Cerrado: 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre. Festivos nacionales, autonómicos y/o locales, consultar por teléfono o correo electrónico.

Continuar la visita por Vélez-Blanco

Junto al castillo de Vélez-Blanco también podemos visitar el aljibe árabe o la iglesia de la Magdalena. La visita por Vélez-Blanco puede continuar conociendo las diferentes fuentes que hay a lo largo de todo el municipio, además de la iglesia de Santiago, el Alporchón o el Centro de Interpretación del Parque Natural Sierra de María-Los Vélez.

Una vez finalizada la visita, podemos recuperar fuerzas en cualquiera de los muchos bares y restaurantes que llenan Vélez-Blanco. Junto al castillo está el Mesón Antonia. Y si hemos seguido por el pueblo, podemos hacer un alto en El Molino o El Palacil, especializados en carnes.