Laujar de Andarax hay que pasearla, tanto por su encalado casco histórico, salpicada a cada rincón por el agua más pura, como sus rutas en plena naturaleza

Cuando el último gobernante del Reino de Granada, Boabdil, lloró por la tierra de la Alhambra camino del destierro, expulsado por los Reyes Católicos, sus pasos no se encaminaron al norte de África, sino a Laujar de Andarax, cuyo señorío, tal como recogían las Capitulaciones firmadas en Santa Fe en aquel lejano año de 1492, pasaba a corresponderle.

El ‘Rey Chico’ en realidad recibió a cambio de su salida el señorío de Las Alpujarras y fue en Laujar, antigua capital de la Tahá de Andarax con dominios sobre las actuales poblaciones de Fondón, Bayárcal, Paterna del Río, Fuente Victoria y Alcolea, donde estableció su residencia junto a su esposa, Morayma, que terminaría muriendo aquí.

Un año después se marcharía definitivamente rumbo a Fez, dejando para siempre la impronta en este precioso pueblo del oeste almeriense de haber sido la ‘última plaza’ en la historia del reino de Granada y, por tanto, del al-Ándalus.

Calle de Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA

Puerta de entrada a la Alpujarra

Pero la historia de Laujar de Andarax se remonta mucho tiempo atrás. Parte desde la Prehistoria y se constituye como uno de los lugares con presencia humana constatada más antigua de Andalucía. Al sucesivo paso de civilizaciones por este emblemático punto de la provincia de Almería contribuyó sin duda su posición estratégica, a medio camino entre el Mediterráneo y las cumbres de Sierra Nevada, macizo del que se ubica en su ladera sur, dominando un gran valle (Valle de Laujar) que configura una fértil vega, bien regada por antiquísimas acequias.

Es la puerta de entrada a la mágica comarca de la Alpujarra y además ha gozado siempre de una gran riqueza mineral, fruto de su ubicación junto a la sierra de Gádor. Esto propició durante siglos que la economía fluyera y que los primitivos asentamientos se consolidaran hasta nuestros días. En su término municipal quedaron así numerosos vestigios mineros. El descubrimiento de estos supone un aliciente más para patearse sus senderos y adentrarse en su frondosa naturaleza.

Conocer Laujar de Andarax a través del agua

Ruta de los Pilares de Laujar. | Anyo/QVEA
Ruta de los Pilares de Laujar. | Anyo/QVEA

Y es que Laujar de Andarax hay que pasearla, tanto su encalado casco histórico, salpicado a cada rincón por el agua más pura, como sus rutas en plena naturaleza, presididas por el río del que toma su ‘apellido’ y que conectan al viajero directamente con la naturaleza.

Ubicado a casi mil metros de altitud, el agua tiene un gran protagonismo en este municipio, que va contando su historia a los visitantes a través de sus fuentes y pilares, repartidos por numerosos rincones. Conocerlos todos es posible simplemente siguiendo las flechas azules que encontraremos en el suelo, que nos guiarán por su fabulosa Ruta de los Pilares.

Y en cada caño de agua fresca, un trozo de la historia del pueblo plasmada en preciosos azulejos. También numerosa información de cada lugar en paneles informativos que permiten al turista una visita mucho más completa. En total, podremos visitar 17 pilares, que nos permitirán conocer cada palmo de Laujar de Andarax y, literalmente, beber de su historia. Destacan por su antigüedad el Pilar de la Plaza (1684) y el Pilar Seco (1687), aunque lo realmente divertido es descubrirlos todos.

Laujar cuenta también con restos de norias y molinos de agua que aprovechaban el curso del río, y que nos podremos encontrar adentrándonos por sus senderos, así como restos de acueductos utilizados igualmente para transportar el líquido elemento. El Puente de los Moros es el que mejor se conserva de toda la provincia de Almería y data de época musulmana. Consta de tres arcos y se ubica en el barranco del Conde, muy cerca del casco urbano. Destaca también por su buen estado el acueducto de la rambla de Bonaya.

Pilar de la Plaza de Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA
Pilar de la Plaza de Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA

Laujar, capital del senderismo

Y es que el agua ha sido siempre el motor de Laujar, permitiéndole contar con campos fértiles y proporcionando energía eléctrica desde muy pronto, gracias a su central, hoy convertida en un fabuloso restaurante y punto de salida de distintas rutas senderistas.

Es en el paraje del Nacimiento donde ésta se ubica y donde comienzan numerosas aventuras en la naturaleza. Su área recreativa, además muy próxima al casco urbano, es todo un atractivo para cientos de personas cada fin de semana o día festivo.

Allí, haciendo honor a uno de los lemas turísticos del municipio, que es la ‘Capital del Senderismo’, podremos elegir entre rutas  de más o menos dificultad, como las conocidísimas en Almería ruta de la Hidroeléctrica o la senda de Monterrey; nos podremos pegar un chapuzón (muy) refrescante en el río; comer en pleno contacto con la naturaleza en sus amplias zonas de esparcimiento perfectamente preparadas para pasar un día de campo, o degustar suculentos platos de la cocina alpujarreña en alguno de los dos restaurantes abiertos en el paraje.

Legado histórico en Laujar de Andarax

Lo más recomendable al llegar a Laujar de Andarax es visitar, en la plaza Mayor, su oficina de turismo, que evoca el pasado musulmán del lugar y donde podremos obtener mapas e información pormenorizada sobre rutas de senderismo y todos los atractivos con los que cuenta el municipio.

Iglesia de la Encarnación en Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA
Iglesia de la Encarnación en Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA

La imagen de la iglesia de la Encarnación de Laujar de Andarax es visible coronando el pueblo prácticamente desde cualquier punto de sus cercanías, configurando una bella estampa de Laujar. Su situación elevada y su monumentalidad le permiten destacar de entre todas las edificaciones y se diría que entre todas las iglesias alpujarreñas. Aunque su verdadero valor radica en su antigüedad, siendo uno de los templos con más años y de mayor peso histórico de la provincia.

En este espacio se erigía una gran mezquita, incendiada por los propios musulmanes en el año 1500, ante el acoso de las fuerzas cristianas. Se construyó entonces la primitiva iglesia, germen del actual templo tras ser reconstruido en 1686. Su estilo es mudéjar en el exterior, con un interior plenamente barroco en el que destacan su retablo.

Ermita Virgen de la Salud de Laujar. | Anyo/QVEA
Ermita Virgen de la Salud de Laujar. | Anyo/QVEA

Pero no es la única construcción religiosa que permanece en Laujar de Andarax. La localidad cuenta además con dos ermitas en su casco histórico. Por un lado, la pequeña ermita de las Ánimas, ubicada en la entrada del pueblo y erigida a principios del siglo XX como ‘protectora’ de los viajeros. Por otro, la ermita de la Virgen de la Salud, mucho más monumental y antigua, ya que su finalización data de 1710. Esta se ubica apenas a unos pasos de la anterior, en la calle Granada y junto al colegio de Laujar.

De la misma época (1708) data el convento de San Pascual Bailón, otro edificio emblemático de Laujar de Andarax que se mantiene a duras penas en pie, aunque en estado de abandono. Permanecen las fachadas y su claustro, si bien no se recomienda la visita por el estado semirruinoso que presenta.

La alcazaba más importante de la Alpujarra

Más antiguos si cabe son los restos de la Alcazaba de Laujar de Andarax, datados en torno al siglo XIII, pero de los que apenas queda nada. En su momento albergó a Boabdil cuando se instaló en Laujar y fue la alcazaba más importante de la Alpujarra. Lo poco que queda es más visible desde el pequeño Jardín Botánico que se ubica a las espaldas de la iglesia.

La recuperación de ambos vestigios históricos es un reto para el futuro, después de que las administraciones hayan revalorizado ya la fabulosa Casa Palacio de los Moya y se encuentren rehabilitando igualmente la Plaza de Toros de Laujar.

La ‘exótica’ relación de Laujar con las Filipinas

Centro Hispano-Filipino de Laujar. | Anyo/QVEA
Centro Cultural Hispano-Filipino de Laujar. | Anyo/QVEA

La Casa Palacio de los Moya sigue siendo la Casa Palacio de los Moya, pero desde hace apenas unos meses es también el flamante Centro Cultural Hispano-Filipino de Laujar de Andarax, el gran referente cultural del municipio y de toda la comarca.

Está inspirado en la figura del padre Pedro Murillo Velarde, jesuita y humanista del siglo XVIII originario de Laujar y autor del primer mapa de las islas Filipinas, país con el que el municipio de Almería está hermanado. El imponente edificio fue adquirido por el Ayuntamiento y rehabilitado para convertirlo en un gran centro cultural. Este cuenta con una biblioteca dedicada a otro ilustre laujareño, el afamado poeta Francisco Villaespesa; un centro de interpretación dedicado a Murillo Velarde y distintas salas para talleres y exposiciones.

La casa señorial, de gran porte, se ubica en la calle Granada, muy cerca del Ayuntamiento, y data del siglo XVIII. En la misma época se construyó la peculiar casa consistorial. Se trata de otro edificio de gran belleza y singularidad, de estilo neoclásico, erigido como el centro neurálgico de la localidad.

Además, Laujar cuenta con otra casa señorial emblemática, la conocida como Casa del Vicario, levantada en tres plantas y de estilo barroco (siglo XVII). Se ubica también a escasos metros del Ayuntamiento

Vino y mantecados, imprescindibles en la visita a Laujar de Andarax

Vinos y mantecados de Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA
Vinos y mantecados de Laujar de Andarax. | Anyo/QVEA

La visita a Laujar de Andarax no estará completa sin probar algunas de las delicias gastronómicas que infunden más carácter propio, si cabe, a este municipio. Destaca el vino, sin duda el producto estrella de los laujareños, pese a que en las últimas décadas ha perdido parte del protagonismo que tuvieron sus viñas años atrás, gracias a la uva de Ohanes, variedad autóctona que estuvo muy extendida por toda la comarca en el siglo pasado y que aún hoy sigue proporcionando ricos caldos cien por cien laujareños.

Vino… y mantecados de Laujar, verdaderas delicias dulces y muy famosos más allá de sus fronteras. Podrás comprarlos con facilidad en los comercios del pueblo y seguramente acabarás pensando que debiste comprar algunos más. En el casco histórico se pueden comprar otros productos típicos como embutidos alpujarreños, artesanía o telas.

El Plato Alpujarreño es el rey

Y comer es también algo obligado en un municipio que se caracteriza por contar con muy buenos bares y restaurantes, donde se pueden degustar platos típicos de la Alpujarra. Aquí el rey es el Plato Alpujarreño, compuesto por papas a la pobre, huevos, carne de cerdo (costillas, lomo…), chorizo y morcilla, al que también se le pueden añadir pimientos.

Tanto en la avenida principal como en el entorno de la Plaza Mayor de las Alpujarras hay un buen ramillete de tabernas y gastrobares donde comer y tapear de lujo, aunque recomendamos la visita al Mesón La Fabriquilla, en el paraje del Nacimiento, tanto por sus buenos platos como por la singularidad de comer en el interior de una antigua central hidroeléctrica restaurada. Es conveniente reservar en fin de semana y festivos. También ir con tiempo, para poder disfrutar después de la comida de un agradable paseo en plena naturaleza y junto al curso del río Andarax.

Cómo llegar a Laujar de Andarax

Laujar de Andarax se sitúa en el extremo oeste de la provincia de Almería, cerca del límite con Granada y en las primeras estribaciones de la Alpujarra y del Parque Natural de Sierra Nevada. Se ubica a 77 kilómetros de Almería, desde donde aproximadamente la mitad del recorrido se realiza por autovía (A-7). Si llegamos desde aquí, o igualmente si lo hacemos desde la costa de Granada, deberemos girar hacia el norte a la altura de El Ejido-Pampanico. Tras pasar Dalías y dejar Berja a la izquierda, tomaremos la carretera A-347, que pasa junto al municipio. Otra opción es desde la A-348 que se adentra en la Alpujarra Almeriense desde Benahadux.

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Un importante legado árabe, apoyado por las representaciones de Moros y Cristianos y las culturas del agua y de la pizarra, entre lo que ver en Senés

Senés, el centro geográfico de Almería, es al mismo tiempo uno de los municipios más desconocidos de la provincia. Este pueblo acogedor y cercano, con más de 1.000 metros de altitud, es un pequeño diamante en bruto de la comarca de Los Filabres-Tabernas y guarda muchos secretos con todo lo que hay que ver en Senés.

Limitando con cinco municipios (Velefique, Tabernas, Tahal, Sierro y Laroya), cuenta desde hace unos años con una importancia extra: la Diputación de Almería hizo un estudio para conocer qué municipio acogía el centro geográfico de Almería, una actuación que sirviera como eje de unión de los almerienses. Concretamente, este centro geográfico de Almería se ubica en un camino situado a 800 metros del casco urbano de Senés, muy cercano a Velefique.

Senés forma junto a Castro de Filabres, Velefique y Olula de Castro un curioso cuarteto de municipios que tienen como elemento común la pizarra, una piedra muy utilizada para tejados y muros en la comarca de Los Filabres. Esa piedra le da una imagen especial unida a otras virtudes que le hacen única para el turismo rural.

Casa típica que ver en Senés. | Javier Cortés/QVEA

Casa típica que ver en Senés. | Javier Cortés/QVEA

Cómo llegar a Senés

A Senés se llega por la carretera que sube desde Tabernas (la N-340a) hacia Macael y Olula del Río. Pasados unos kilómetros desde que se coge esta, la necrópolis del Cerro Cánovas queda a mano derecha, poco antes de llegar a Los Nudos de Senés. Esta necrópolis está compuesta por seis tumbas, al menos de tres ellas son tholos (sepulcros de tipo circular) y otras tres, que son más comunes.

Senés nos saluda varios kilómetros más arriba, en una curva cerrada, dándonos la bienvenida con la fuente del Divino Rostro, acompañada de macetas, algunas ánforas volcadas y un mapa del pueblo. Recibe este nombre en honor al patrón de la localidad, cuyas fiestas se celebran en el mes de septiembre. Unas fiestas más recogidas y cercanas que las de agosto, siempre, eso sí, esperando el día grande, que es el 14 de septiembre. Este día es el más señalado por todos los seneseros para reunirse y celebrar varios eventos como la misa y procesión, paella popular y concierto con orquesta, además de exposiciones y juegos infantiles.

Monumento y fiestas del Emigrante

En la entrada a Senés nos recibe una hilera de casas de dos plantas, de diferentes estilos y tonalidades de blanco. Tejados grises adornados con pizarras y en muchos casos con chimeneas. Muchas de las casas cuentan con bastante espacio, con amplias terrazas o pequeños jardines y adornos que embellecen el paisaje del pueblo.

Casas con espacios, pequeñas jardines o adornos. | Javier Cortés/QVEA

Un cruce nos indica el camino hacia el Ayuntamiento, pero algo nos llama la atención al fondo. Más allá del colegio Alfhil, también presente en Turrillas y Lucainena de las Torres, dos figuras en mármol presiden una plaza. Es el monumento al Emigrante, en homenaje a todas aquellos personas que se fueron del municipio en busca de una vida mejor. Se puede ver a una mujer sentada y triste, con un hombre apoyándola. Ambos tienen las manos en un pequeño globo terráqueo. Este monumento tiene mucha importancia en Senés, ya que da origen a las fiestas del Emigrante, que se celebran en agosto, en homenaje a los centenares de familias que tuvieron que marcharse en los años 40, 50 y 60 a Francia o Alemania, e incluso cerca de 300 personas a San Rafael de Mendoza, en Argentina.

Estas fiestas comienzan con una semana cultural con cine, campeonatos deportivos y teatros. El plato fuerte de las fiestas cuenta con las históricas representaciones de Moros y Cristianos, misa y procesión, verbenas populares y otras actividades. También el sábado anterior a las fiestas se celebra el festival Taco Rock, con la presencia de grupos de pop, rock alternativo o hip-hop.

Moros y Cristianos de Senés

Centro de Interpretación del pasado árabe en Senés. | Javier Cortés/QVEA

La representación de Moros y Cristianos es uno de los activos más importantes que ver en Senés. La localidad apuesta por esta histórica tradición en forma de obra de teatro con diálogos de generales y espías, con caballos, luchas de espadas y trajes preparados para la ocasión. Estos Moros y Cristianos se realizan desde hace siglos en una gran cantidad de municipios de la provincia de Almería. No solo en Los Filabres-Tabernas, donde además de Senés se representan en Alcudia de Monteagud o Velefique. También en el Valle del Almanzora (Somontín, Laroya o Sierro), el Levante Almeriense (Vera, Mojácar o Carboneras) o la Alpujarra (Bayárcal).

Senés mantiene las formas y la esencia, pero con matices que la hace duradera entre su población y la de sus visitantes. Como curiosidad, en el año del Milenio de Almería (2014), Senés hizo una representación de Moros y Cristianos en la Plaza Vieja de Almería para exponer esta tradición ante centenares de personas.

Para que no se pierda esta tradición y reflejar la importancia de estas representaciones, Senés cuenta con un Centro de Interpretación en el que se cuenta su historia. Aquí se encuentran varias exposiciones de espadas del siglo XIX, trajes y además cuenta con un vídeo documental en el que refleja fielmente este evento tan apreciado en el municipio.

Un mirador a Los Filabres

Vistas desde la calle Estación en Senés. | Javier Cortés/QVEA

Ahora sí, tomamos el camino hacia el Ayuntamiento por la calle Estación, dejando atrás y a nuestra izquierda el consultorio médico. A medida que seguimos subiendo, a nuestra izquierda se van dibujando postales con casas, bancales y la sierra. La propia calle es un mirador a Los Filabres.

Otro mirador lo encontramos más adelante. En este caso, uno en el que además sentarnos a hacer una parada. En el Bar Restaurante El Mirador ponen unas tapas exquisitas como queso a la plancha, pisto, pipirrana, asadura y su especialidad, las bombas. A los pies de su terraza nos sorprendemos con una de las calles más coquetas de todo Senés, cubierta de flores, a la que se puede acceder bajando junto a un pino de grandes dimensiones.

Petroglifos escritos en árabe

Escrituras en árabe en la iglesia de Senés.
| Javier Cortés/QVEA

El Ayuntamiento se sitúa enfrente de la iglesia de Santa María, del siglo XVI, con los frescos de don Bartolomé Marín, sacerdote y pintor que en los años 60 pintó frescos en varias iglesias, entre ellas también la de Alcudia de Monteagud, y que además mantiene su pórtico mudéjar. Entre ambas, una plaza mirador con una Rosa de los Vientos junto al escudo de la localidad.

En la propia iglesia se puede encontrar una lápida funeraria de mármol que se cree que se trata de una familia adinerada de la época árabe. Todo ello le da un valor añadido y le diferencia del resto de la comarca. Además de contar con petroglifos, escrituras en piedra, algunas de ellas escritas en árabe, en varios lugares del municipio.

Junto a la iglesia nos encontramos algunas fuentes en la que refrescarnos y en sus cercanías, junto a un pequeño parque infantil, una casa típica del lugar con jardín, otra parecida a una masía y otra con una puerta de un color verde muy intenso.

Los antiguos lavaderos de Senés

Senés aún tiene cosas nuevas que dar a conocer como una almazara, que se pretende convertir en un museo. O la transformación de los antiguos lavaderos ya restaurados en la que será la Casa del Agua. Para llegar aquí es necesario continuar por la plaza del Ayuntamiento y seguir por la calle de La Fuente.

Llegada al Área Recreativa de La Fuente. | Javier Cortés/QVEA

Al final de esta travesía se encontrarán el Área de Recreo La Fuente con un pequeño vagón minero que les indicará que están muy próximos los antiguos lavaderos, frente al merendero. Después de haber pasado el merendero, la balsa y el local del lavadero finalizaremos con otra fuente y un gran espacio circular donde se hace la paella popular de septiembre. Desde esta zona hay una amplia panorámica en la que se divisa gran parte del pueblo.

Una alcazaba que ver en Senés

Reproducción de la Alcazaba de Senés. | Javier Cortés/QVEA

Si deseamos ver uno de los monumentos que mayor historia tienen en este municipio y que además cuenta con unas magníficas vistas son los restos de una alcazaba del siglo XII de más de 5.000 metros cuadrados. Esta fortaleza, que aún guarda restos de murallas, diez torres cuadradas de base maciza y construcciones de molinos hidráulicos de origen medieval, fue importante durante la Reconquista cristiana de la península Ibérica. La alcazaba fue mandada construir por el poeta y cadí Abul Barakat al-Balafiki, que da nombre al municipio vecino, Velefique.

Para llegar a los restos de la alcazaba de Senés se puede continuar el camino desde el Área Recreativa siguiendo la indicación. Se trata de una ruta muy concurrida por aventureros.

En pleno corazón del Valle del Almanzora, se puede descubrir este bonito enclave de La Cerrá de Tíjola a través de una ruta de 7,2 kilómetros

Adentrarse en el paraje de La Cerrada de Valentín, La Cerrá de Tíjola, es sinónimo de sumergirse en el patrimonio histórico y natural de Tíjola, en pleno corazón del Valle del Almanzora. Antes de hacer este “viaje en el tiempo” hasta los orígenes del municipio almeriense, cautiva la magia de la vida rural que se respira en sus calles.

La caminata por la calle Huertas de la Polaca conduce hasta la Plaza de España, epicentro del pueblo de Tíjola donde se sitúa su Ayuntamiento. Allí la vida tiene más vida. Algunos vecinos salen de la casa consistorial ajetreados, mientras otros disfrutan en el bar, tranquilamente, de un gran aperitivo en buena compañía. Aún estando en la calle, todos parecen estar en casa, y se saludan con mucha alegría, poniéndose un poco al día sobre cómo ha ido el verano y lo loco (aún más) que parece el mundo últimamente.

A lo lejos predomina un paisaje verde. Una montaña llena de historia y de pasado donde antiguamente se asentaba su población: Tíjola La Vieja. Un pasado que ahora parece abrazar la vida presente de sus vecinos, pero sin olvidar sus orígenes, de los que todavía podemos encontrar muchas señales.

Paisaje desde Tíjola la Vieja en La Cerrá de Tíjola. | María José Martínez/QVEA
Paisaje desde Tíjola la Vieja. | María José Martínez/QVEA

El paraje de La Cerrada de Valentín, o ‘La Cerrá de Tíjola’

Ascendemos por la carretera y tras un camino de piedras (y muchas curvas de vértigo) llegamos hasta la primera parada de periplo temporal. Uno de los tesoros más escondidos y bellos de Tíjola: El paraje de La Cerrada de Valentín, más conocido como ‘La Cerrá de Tíjola’.

Tras caminar unos pasos, un estrecho desfiladero enorme (ni más ni menos que unos 120 metros) se abre ante nuestros ojos. La naturaleza más pura y espectacular hace acto de presencia en este rincón rocoso que esconde una historia de luchas, trabajo, familia y diversión.

En este lugar se asentaban las antiguas poblaciones. Un paraje muy cotizado gracias a su entorno, en el que abundaba el agua, los minerales y sobre el que se erigía una gran fortaleza para proteger el terreno. Por La Cerrá de Tíjola pasa el río Bacares, principal afluente del río Almanzora. Antiguamente, aprovechaban las caídas del agua para las tareas locales, como la agricultura.

Un rincón escondido de Tíjola

Un grupo de cabras montesas pasean por esta majestuosa roca vertical. Y son varios los senderistas que han decidido descubrir este rincón escondido de Tíjola en una mañana soleada de septiembre.

Cruzamos un bonito puente para conocer de pleno La Cerrá de Tíjola. Y tras él se abre un recorrido de rocas y cascadas (ahora sin agua), que son mucho más vistosas con la llegada de la primavera, y que en invierno son conquistadas por el deshielo del Calar Alto. Todo ello coronado por un hermoso paisaje verde, que en ciertas partes, hay que “esquivar” para seguir el sendero.

Antiguo molino en La Cerrá de Tíjola. | María José Martínez/QVEA
Antiguo molino. | María José Martínez/QVEA

Este gran desnivel y la riqueza de agua hicieron que la población se asentase en el lugar, pues podían vivir de la agricultura, la ganadería y les permitía contar con molinos de agua. Alguno de ellos es visible hoy en día durante la ruta. Concretamente, el ‘Molino de la Cerrá’, que mandó a construir Guillermo Guiard Burgalat en 1880 cuando se estableció con su familia en Tíjola, procedentes de Francia. El francés hizo que funcionase con las técnicas más novedosas de aquella época, dejando caer el agua desde un desnivel con varios metros de altura. Por otra parte, el ‘Molino de Don Ramón’, situado un poco más arriba. Este estuvo a pleno rendimiento hasta que en la década de los setenta fue destruido por una riada.

Un lugar de leyendas e historias

Alzando la vista se pueden ver las tres colinas que rodean este monumento de la naturaleza. En lo alto de ellas estaba el castillo, de difícil acceso, y del que aún quedan restos de la muralla. Un lugar lleno de leyendas e historias que todavía siguen contando los tijoleños de generación en generación: Tíjola La Vieja. Una de ellas la protagoniza un rey moro, que antes de ser abatido y preso por sus enemigos, prefirió desplomarse por la colina a lomos de su caballo. La historia de este monarca y su fiel amigo se ha quedado para siempre en el lugar, y se puede ver claramente la escena del salto tatuada en la roca.

Al fondo, el salto del rey de la leyenda. | María José Martínez/QVEA

Pero sus historias van mucho más allá. Y es que, en marzo de 1570, Juan de Austria frenó a los rebeldes moriscos que estaban en la fortaleza y consiguió despoblar aquel territorio. Esto dio lugar a una nueva vida en la zona con la llegada de pobladores.

La vida en el paraje de La Cerrada de Valentín también trascurría en las profundidades de las rocas. De su subsuelo se podían extraer minerales como el cobre. Es la cueva de la Paloma la que producía este material desde la época argárica, dos milenios antes de Cristo, hasta hace apenas un siglo. Subiendo hasta la zona norte del enclave, y tras recorrer un bonito camino de arena, se llega hasta la entrada de esta cueva, que se puede ver desde el exterior.

Cueva de la Paloma en Tíjola. | María José Martínez/QVEA

Sendero de La Cerrá de Tíjola

El actual sendero de La Cerrá de Tíjola antiguamente era un paso de regantes. Durante la década de 1930 hicieron una serie de obras para que pudieran pasar los carros hasta el molino del sur. Posteriormente, en los 70 se volvió a modificar para permitir el accedo de los vehículos, principalmente los de mantenimiento.

Este recorrido da comienzo junto a la ermita de San Salvador, que puede reconocerse fácilmente por su característica cúpula celeste. Tras ella se dispone un camino de tierra que baja hacia el río Bacares, por el que hay que descender para seguir el camino, pero sin llegar al río.

Sendero de La Cerrá de Tíjola. | María José Martínez/QVEA

La ruta tiene una duración aproximada de dos horas y un recorrido de 7,28 kilómetros, alcanzando una altura máxima de 865 metros. Es un plan perfecto para hacer en familia, pues es un sendero sencillo. Además, la entrada a la cueva de la Paloma será el lugar perfecto para hacer un pequeño descanso, ya que hay zona para sentarse.

Durante el trayecto enamora el encuentro entre la Tíjola del pasado y la del presente. Su ermita de San Salvador, el Molino de la Cerrá, la cueva de la Paloma, o las ruinas de leyendas y batallas de Tíjola La Vieja. Un enclave único, una maravilla de la naturaleza y una historia guardada para siempre.