El yacimiento de Bayra, en el Cerro del Espíritu Santo de Vera, es un Bien de Interés Cultural desde el año 2006

Al llegar al casco urbano de Vera llama la atención un cerro coronado por una enorme escultura del Sagrado Corazón de Jesús. Una montaña que tiene el pueblo a sus pies y que es el icono de la localidad. Pero las enormes piedras que surcan sus laderas no son solo rocas, sino mucho más: los restos de una ciudad medieval. Es el cerro del Espíritu Santo.

Allí vivían cientos de personas hasta el siglo XVI. De hecho, era una de las principales ciudades de la frontera del Reino de Granada, siempre en disputa entre los nazaríes y los cristianos. Pero justo 30 años después de ser conquistada por los Reyes Católicos, dos gigantescos terremotos la destruyeron y la dejaron sepultada para siempre, quedando tan solo su recuerdo y las ruinas aún visibles. Fue el 9 de noviembre de 1518.

Era la antigua ciudad medieval de Bayra, el antepasado directo de la actual Vera. Aún se pueden observar algunos restos de sus murallas, cimentaciones de edificios y, en la cima, parte de lo que fue una imponente alcazaba o “célebre castillo”, como lo llamó en una crónica el viajero Jerónimo Münzer en 1494. En el siglo XV, desde lo más alto podrían contemplar sin dificultad alguna el Mar Mediterráneo y la vecina población de Muxacar (actual Mojácar), así como los huertos regados mediante acequias con el agua procedente del río wadi Bair o río de Vera -el actual río Antas-.

El yacimiento destaca por su amplia secuencia cronológica y el potencial arqueológico, dado que se han constatado restos desde época prehistórica y romana tardía, aunque las estructuras emergentes más importantes y visibles en la actualidad lo vinculan directamente a momentos de la ocupación musulmana, en concreto a la ciudad de Bayra.

En la cima del cerro del Espíritu Santo se pueden ver los restos de la alcazaba y la estatua del Sagrado Corazón de Jesús. | Víctor Visiedo P.

Cómo llegar al cerro del Espíritu Santo de Vera

El cerro del Espíritu Santo de Vera se ubica al oeste de la ciudad, a escasos 15 minutos andando desde la Plaza Mayor (o cuatro minutos si se prefiere ir en coche). Se puede acceder desde la calle Almería (ruta menos recomendable por tener un peor acceso, una zona de aparcamiento sin asfaltar y por tener la entrada a la mitad de camino del sendero) o desde el aparcamiento del Pabellón de Deportes Blas Infante. Enfrente, subiendo por un camino de tierra, se llega hasta una de las puertas construidas a principios de este siglo que continúa con un sendero de escaleras de piedra que va serpenteando por una de las caras del cerro (la que da a la ciudad actual) y permite ascender a la cima sin dificultad.

La primera parada es a medio camino, en la única edificación que queda completa de la época medieval. Actualmente es un centro de interpretación (está cerrado, aunque en la Oficina de Turismo de la Plaza Mayor se puede solicitar que lo abran), pero en su origen fue un gran aljibe para almacenar agua el agua de lluvia. Se le llama el aljibe-ermita, quizás porque en algún momento posterior tuviera también ese uso.

Allí hay una pequeña plazuela-mirador en donde se celebran actos conmemorativos cada 9 de noviembre desde hace unos años. Junto al aljibe, en una zona no accesible a pie, se puede ver uno de los flancos de muralla mejor conservados.

Veratenses vestidos de época en el aljibe-ermita del cerro del Espíritu Santo. | Víctor Visiedo
Veratenses vestidos de época en el aljibe-ermita del cerro del Espíritu Santo. | Víctor Visiedo P.

Continuando por el sendero, se pueden ver diferentes restos de murallas que han sido restaurados recientemente. Se cree que la ciudad habría tenido un doble amurallamiento, para quedar mejor protegida. Este pasado verano se han realizado excavaciones arqueológicas que han servido para hallar algunas edificaciones de época nazarí e incluso yeserías en buen estado. El objetivo del Ayuntamiento de Vera es convertir el yacimiento en un parque arqueológico.

Justo antes de llegar a la cima del cerro del Espíritu Santo de Vera se encuentran dos grandes pedruscos desprendidos que popularmente se conocen como los mellizos, por su similitud. Sobre ellos cuentan leyendas: se dice que eran una pareja de enamorados que quedaron petrificados por una maldición y que, aún hoy en día, se les puede ver paseando de la mano por el cerro.

Estatua del Sagrado Corazón de Jesús

La imagen del Sagrado Corazón corona el cerro del Espíritu Santo de Vera. | Víctor Visiedo
La imagen del Sagrado Corazón corona el cerro del Espíritu Santo de Vera. | Víctor Visiedo P.

Para llegar hasta arriba hay que subir una pequeña escalera metálica. En lo alto destaca la impresionante vista del actual pueblo y de toda la comarca del Levante almeriense. También se pueden ver los restos de un muro perimetral de tapial con evidencias de tres torres rectangulares en las esquinas de la alcazaba, así como el arco de una de las puertas de acceso al castillo árabe.

Pero lo que más llamará la atención del visitante es la enorme estatua del Sagrado Corazón de Jesús, de unos ocho metros incluyendo el pedestal. Esta imagen es el icono más representativo del municipio de Vera, y fue situada en la cumbre el 17 de julio de 1948, siendo alcalde Francisco Cervantes de Haro. La imagen puede verse desde cualquier punto del pueblo y las proximidades y se colocó sobre el lugar que ocupó la antigua ciudad de Vera en honor a las personas que fallecieron en el terrible terremoto del 9 de noviembre de 1518, que destruyó casi por completo la ciudad.

Después de bajar del cerro, empapados de historia de Vera, lo más recomendable es concluir la visita probando uno de sus platos más tradicionales, y que tiene una lejana influencia de la cocina árabe: el ajo colorao. El mejor sitio para ello es la Terraza Carmona, templo de la gastronomía almeriense.

Un poco de Historia: así fue el terremoto que destruyó la ciudad de Bayra

El cerro del Espíritu Santo de Vera es uno de los yacimientos medievales más importantes de Andalucía y está catalogado como Bien de Interés Cultural desde 2006.

Los datos más antiguos de época islámica se remontan al siglo IX, cuando este núcleo se convirtió en centro administrativo de la comarca y camino natural de entrada hacia Almería por la zona de Levante, perteneciendo a la cora de Tudmir, dentro de la división territorial musulmana.

El 10 de junio de 1488 los Reyes Católicos tomaron la ciudad. En realidad fue una rendición sin lucha. Don Fernando de Aragón llegó al “Real” a la hora de comer (mediodía) del martes 10 de junio de 1488, donde ya las dotes negociadoras del marqués de Cádiz habían dado sus frutos. El alcaide de la fortaleza besó las manos del rey católico y al atardecer “salieron todos los moros principales de la ciudad, a los cuales su Alteza mandó que entregasen la fortaleza y se hizo así”, cuenta las crónicas de la época. Desde ese momento el pendón carmesí castellano se izó sobre la más alta torre de la alcazaba hoy derruida.

Fue 30 años más tarde cuando sucedió la tragedia. El martes 9 de noviembre de 1518. Nadie entonces podría imaginar que sería su último día en aquella ciudad. Aunque hubo ciertos “presagios”. Ese mismo verano habían ocurrido cosas extrañas en la comarca. En julio, las norias se pusieron en movimiento ellas solas en el campo de Huércal-Overa. Días después, las campanas de la iglesia de Lubrín tocaron, sin que ninguna persona las voltease. Así lo cuenta José Ángel Tapia en su libro ‘Historia de la Vera Antigua’. Más que hechos sobrenaturales, posiblemente fueran movimientos sísmicos previos al gran terremoto.

Anochecer sobre el cerro del Espíritu Santo de Vera
Anochecer sobre el cerro del Espíritu Santo de Vera. | Víctor Visiedo P./QVEA

Eran las 11 de la noche del 9 de noviembre. Noche cerrada y fría, especialmente en lo más alto del elevado cerro. El silencio dominaba la ciudad. De súbito, la tierra bramó con fuerza, temblando como estremecida por un escalofrío que recorrió desde la falda hasta la cima.

Alonso de Sepúlveda, vecino de Bayra, dormía en una casa vieja y en mal estado, como casi todas las que formaban aquella ciudad. De repente, el techo se les vino encima y las paredes se desmoronaron como si fueran de papel. Sus padres murieron allí mismo, sepultados. Él quedó malherido, también bajo la tierra. Su testimonio quedó recogido por escrito para siempre y se conserva en el Archivo General de Simancas.

La casa de Andrés Perpiñán también quedó reducida a escombros. Les cayó encima a él, su mujer y sus tres hijos. Cuando lo sacaron tenía un brazo roto y la cabeza malherida, pero sobrevivió.

La misma suerte tuvieron todas y cada una de las viviendas de la ciudad: unas 200 según los testimonios que se conservan. Ni siquiera resistió la alcazaba de la cima. “Sus cimientos, que eran grandes peñas, se hundieron”, contaba Alonso de Sepúlveda. Todos estos testimonios los recoge Gabriel Flores en su libro ‘La vida en Vera: capítulos de su historia’.

Apenas quedaron unas piedras dispersas por la ladera y los restos de sus cimientos y puertas, que aún hoy perduran. El silencio de hace unos minutos se convirtió en sollozos. Unos porque estaban gravemente heridos, sepultados por las piedras. Otros, porque no hallaban entre tanto caos a sus seres queridos. Algunos porque de pronto habían perdido todo lo que tenían.

Pero no quedó ahí la cosa. Poco después el suelo volvió a temblar por otro terremoto tan violento o más que el primero. Las construcciones que habían logrado resistir, se vinieron abajo. Murieron unas 150 personas: hombres, mujeres, niños, ancianos…

Solo quedó en pie “una pequeña capilla de la iglesia donde estaba el Corpus Domini”, algo que se tomó como un gran misterio “pues parece que el soberano Señor, que allí estaba, permitió que la naturaleza tuviera poder sobre los edificios que eran más fuertes que la capilla, pero que ella se conservara sin ruina”. Así lo relató el emperador Carlos V a su embajador en Roma. No obstante, hoy lo que queda en el cerro es solo un aljibe, que quizás fuera usado como ermita.

Por la importancia de la villa y ante lo catastrófico de lo sucedido, Carlos V ordenó reconstruir la ciudad en el llano cercano, es decir, donde está actualmente. Se comenzó por la iglesia y la Plaza Mayor. Un lugar que, sin dudas, también merece una visita.