Desde San Juan de los Terreros a la costa del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, las playas del Levante Almeriense son ideales para aquellos que buscan la tranquilidad

Las playas del Levante Almeriense son ideales para aquellos turistas y visitantes que buscan la tranquilidad, aguas cristalinas, e incluso una de las zonas nudistas más importantes de Europa. Desde Qué Ver en Almería os dejamos nuestra selección de playas en las aguas que baña el Mediterráneo desde Cabo de Gata hasta San Juan de los Terreros.

Playas del Levante Almeriense: Mar Serena en Pulpí
Mar Serena en San Juan de los Terreros.

Playa de Mar Serena (San Juan de los Terreros, Pulpí)

Mar Serena es la playa más concurrida de San Juan de los Terreros y no solo por su buena ubicación, en pleno centro del pueblo. Destaca por su arena fina su agua limpia y su escasa profundidad, lo que permite adentrarse decenas de metros sin que llegue a cubrir. Es ideal para ir con niños pequeños y además cuenta con todos los servicios, incluido un paseo marítimo con unos cuantos chiringuitos en los que disfrutar de la gastronomía costera: pescados, mariscos y demás platos típicos.

La playa es de muy fácil acceso y con abundante aparcamiento en un descampado al otro lado de la carretera (unas 1.000 plazas). Mar Serena se separa de Mar Rabiosa por un pequeño islote llamado El Pichirichi, donde los niños van a ver los cangrejos y saltar al mar.

c
Cala del Peñón Cortado en Cuevas del Almanzora

Cala del Peñón Cortado (Cuevas del Almanzora)

Toda la costa de Cuevas del Almanzora, desde Pozo del Esparto a Palomares, está llena de pequeñas calas y tranquilas playas. Merece la pena coger el coche e ir viéndolas todas.

Pero si hay que elegir uno de esos pequeños rincones sería la Cala del Peñón Cortado. Es una playa de pequeñas dimensiones distanciada unos 5 kilómetros (apenas 7 minutos en coche) de Villaricos, en sentido Terreros. Se puede dejar el coche en una explanada junto a la carretera AL-7107 o bajar casi hasta la misma cala.

Es una cala tranquila debido a que las rocas frenan la fuerza del oleaje y además cuenta con zonas de sombra natural. Llama la atención el arco formado en una de las rocas, que conecta las dos partes de la playa formando casi una pequeña cueva donde se pueden tomar fotografías bellísimas. Hace unos años era casi desconocida pero ahora es más difícil estar sin compañía, lo que sumado a su escaso tamaño puede hacer que la experiencia sea peor.

Playas del Levante Almeriense: El Playazo de Vera
Baño nudista en El Playazo de Vera. | Rafael González

El Playazo de Vera

Todas las playas de Vera comparten un carácter urbano y un arenal amplio de unos 50 metros. Lo que diferencia a El Playazo del resto es que tiene una zona nudista de las más importantes de Europa. Y no es solo la playa, sino que las urbanizaciones y negocios también son naturistas, lo que llama la atención de quienes no conocen la zona.

Además cuenta con la única zona de ambiente LGTB de todo el Levante Almeriense (con pubs, apartamentos, chiringuitos…), lo que lo convierte en un destino predilecto para ese segmento. En cuanto a la playa, es ideal para tomar el sol sin ropa aunque los pudorosos también pueden ir a la zona textil a escasos metros.

Playas del Levante Almeriense: Playa Canela en Garrucha
Playa Canela en Garrucha.

Playa Canela (Garrucha)

Es la última zona de la playa de Garrucha en dirección a Mojácar, enfrente del Castillo de Jesús Nazareno. Es de arena de grano grueso, fácil de eliminar con una toalla. Al contar con un espigón suele tener menos oleaje que otras zonas, por lo que es la preferida de los niños pequeños. En las rocas, además, es habitual pescar.

Tiene chiringuitos y el paseo marítimo para ir andando a cualquier punto del pueblo. Por las noches se instala un mercadillo con artesanía y libros muy agradable para pasear. En Garrucha también es recomendable ver la subasta de la lonja de pescado a las cinco de la tarde y, cómo no, probar su gamba roja en alguno de sus muchos bares.

Playas del Levante Almeriense: Playa Venta Bancal en Mojácar
Playa Venta del Bancal en Mojácar

Playa de la Venta del Bancal (Mojácar)

Es difícil elegir una sola playa de Mojácar, ya que cuenta con 17 kilómetros de costa en los que hay desde playas vírgenes, como la del Sombrerico, hasta otras urbanas como es el caso.

La playa de Venta del Bancal (más conocida popularmente como la playa del Hotel Indalo) es la última en dirección Carboneras. Da inicio al paseo marítimo y está protegida por un espigón, lo que la resguarda de los temporales. Su arena es fina y color grisáceo, con un amplio arenal. Es el punto de inicio del paseo marítimo y tiene multitud de negocios. Muy cerca está una de las mejores heladerías de la zona (para gustos colores), que es la Gelateria Italiana Alberto.

Playa de los Muertos. | Ayuntamiento de Carboneras

Playa de los Muertos (Carboneras)

Es un clásico en todas las listas de playas almerienses, pero por méritos propios. Sus aguas cristalinas son una gozada para los sentidos y hacer esnórquel rodeado de peces es una experiencia por la que merece la pena “sufrir” bajando el sendero que separa el parking de la playa (unos 15 minutos por camino de tierra y piedras). Eso sí, es mejor ir con calzado cerrado, ligero de bultos (limitarse a una mochila y poco más) y con agua para soportar las altas temperaturas.

Una vez hartos de playa, uno no se puede ir de allí sin subir a ver la torre de Mesa Roldán (se accede por la carretera que hay enfrente del parking). Allí se rodaron escenas de Juego de Tronos y ofrece una increíble panorámica del Parque Natural de Cabo de Gata–Níjar.

Playa de Los Genoveses en Níjar. | Junta de Andalucía

Playa de Los Genoveses (Níjar)

Es una de las más famosas y bellas del Parque Natural Cabo de Gata–Níjar. Una inmensa bahía cerca de San José de dunas de arena fina y dorada. Las pitas enraízan en la arena y el agua es cristalina y limpia.

En temporada alta puede tener alta ocupación, si bien es una zona restringida al paso de vehículos privados (paso cortado de 11:00 a14:00 horas y de 16:30 a 18:30 horas y un pago de 5 euros en el resto de horas).

En esta playa de han rodado algunas películas, una de las más recientes es ‘Resucitado’, con Joseph Fiennes y ‎Tom Felton. Muy cerca está la también famosísima playa de Mónsul.

Enclaustrada en el gigante azul, todo lo que le rodea es paisaje salvaje y virgen dentro del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar

Huele a playa. A salitre. La trae la brisa de verano nada más bajar. Las montañas abren paso al mar hasta que asoman dos grandes peñones al fondo. Se ha llegado a La Isleta del Moro. Enclaustrada en el gigante azul, todo lo que le rodea es paisaje salvaje y virgen enmarcado dentro del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. El camino hacia ella, pasando por Rodalquilar, es de postal. Como si de repente se tuviera la necesidad de fotografiar cada minuto que se pasa en el lugar.

No importa si se deja el coche en el descampado de la entrada, en el acantilado, o en el céntrico lavadero. Uno ya intuye que está en un pueblo, en realidad pedanía de Níjar, especial. Es de esos espacios que parecen sobrevivir al paso del tiempo, de casitas blancas, ventanas azules, flores y plantas variopintas que aguantan los años sin perder nada de su esencia. Es lo que tiene vivir rodeado de mar, que éste siempre envuelve la escena, dando a La Isleta del Moro ese carácter de pueblo marinero, pesquero aún, inmortal.

Barcos y los picos de Los Frailes, en La Isleta del Moro. | Esperanza Murcia/QVEA
Embarcaciones y Los Frailes, en La Isleta del Moro. | Esperanza Murcia/QVEA

Subida al Peñón Blanco

Si dejamos el coche en el aparcamiento de la entrada, nos encontramos de lleno con la playa del Peñón Blanco. Nada más llegar a la arena ya sabemos el por qué de su nombre, encontrándonos literalmente con la roca del mismo color en mitad, cerca de la orilla. De arena fina y aguas cristalinas, se encuentra rodeada de vegetación y montañas que, dependiendo de la hora en las que las bañe el sol, se perciben con tonalidades moradas fruto de su origen volcánico.

Después de un buen baño se recomienda abandonar la playa y, sin dejar atrás nunca el mar, subir hasta la cima del peñón. Es un recorrido intuitivo que bordea la pequeña costa del pueblo y para el que no se requiere más de cinco minutos. Las vistas son sencillamente espectaculares. Aunque no sea muy alto, se recomienda ir parando a lo largo del camino para vislumbrar el pueblo, el mar y los pequeños barcos que navegan por él a diferentes alturas.

Al llegar al final, si nos acercamos con cuidado, podremos ver pequeños acantilados de distintas tonalidades de azul y colores turquesas que nos adentrarán en lo más profundo del Mediterráneo. El ruido de las olas al romper contra las rocas y las gaviotas revoloteando alrededor transportan a otro mundo de calma y paz.

Embarcadero y mirador de La Isleta del Moro

Desandando nuestros pasos, al llegar abajo conviene seguir bordeando La Isleta hasta llegar al embarcadero que se ve desde la cima. Pequeñas barcas esperan en la entrada, desgastadas por la sal y de todos los colores y nombres, varadas en la orilla aguardando a que se las lleve de pesca. Una imagen mágica que es sello de La Isleta del Moro, que vio en esta su actividad económica principal muchos años atrás.

Aún persiste en la actualidad, siendo la visita a La Isleta del Moro una oportunidad perfecta de tomar pescado y marisco fresco, pero sí que ha decrecido en merced del turismo y la restauración que hoy les da de comer a la pequeña población residente.

Embarcadero de La Isleta. | Esperanza Murcia/QVEA

Así, resulta entrañable contemplar a los pescadores que aún se echan a la mar, una escena que se puede apreciar desde el espigón o el mirador que se encuentra a un par de minutos andando cuesta arriba. Desde este punto se puede observar a La Isleta con otra perspectiva, además de aprender, gracias a sus paneles informativos, sobre la pesca artesanal y la complicadísima tarea de “la varada”, así como de los abanicos aluviales que se repiten a lo largo del parque natural.

Estos abanicos se provocan por el contraste entre el relieve volcánico de la zona y la suave morfología de las depresiones litorales. Un cambio brusco en la pendiente por el que los cursos fluviales, al salir del frente montañoso, acumulan materiales que arrastran hasta formar cuerpos sedimentarios que generan este fenómeno.

Bajada al pueblo de La Isleta del Moro

Tras disfrutar las vistas desde el mirador, toca bajar hasta el pueblo de La Isleta del Moro. Si seguimos la calle hacia abajo, llegamos al mismo centro en el que se conserva un antiguo lavadero, donde todavía se puede encontrar a alguna que otra persona mayor lavando a mano la ropa. Es parte del encanto que se respira en La Isleta. Pequeñas señas de identidad que respetan su naturaleza de pueblo mediterráneo y las costumbres que nacen de ella.

Pueblo de La Isleta del Moro. | Esperanza Murcia/QVEA

Repartidos por toda esta zona hay varios centros de buceo, siendo una de las actividades más recomendadas en la visita a La Isleta. A modo de tiendas, hay varios puestos donde comprar souvenirs y comida. Encontramos los típicos de pulseras y otros más innovadores como el de Ocean Project, marca de ropa que reivindica la limpieza de las playas y mares, el de helados del desierto y hasta un ‘food truck’ para comer llamado ‘El Galleguiño’.

Y hablando de tener el estómago lleno, se puede disfrutar del buen pescaíto y marisco fresco a la par que se degusta una rica paella. Un lugar para hacerlo es el restaurante La Ola, con vistas a la playa y al peñón. Si se quiere continuar con una sobremesa, a un minuto andando se encuentra ‘Sobre la marcha’, para tomar una copa, merendar o despedir el día frente al mar.

Dos senderos desde La Isleta

Siguiendo este recorrido quedaría completa la visita a la Isleta del Moro, pero no tiene por qué acabar ahí. Hay varias rutas de senderismo que parten desde este enclave: el sendero hasta la playa de Los Escullos y el camino hasta la Cala de los Toros.

Dos sendas que en las temporadas de menos calor se pueden recorrer para conocer más a fondo el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar. Y, quién sabe, echándole imaginación quizás recorramos el mismo camino que anduvieron los piratas berberiscos que atracaban en la zona. Entre ellos, el caudillo Mohamed Arráez, que al llegar a este lugar la nombró ‘La Isleta del Moro Arraéz’. Por ese nombre se conoció mucho tiempo, hasta derivar al nombre actual.