Historiadores, sastres, remanecientes de Padules, almerienses e implicados de diferentes ciudades de España, son quienes se han dedicado durante años a realizar una meticulosa investigación de lo ocurrido en 1570.
Esta recreación histórica de la Paz de las Alpujarras pretende representar un hito que tuvo lugar en Padules hace más de 400 años, cuando Al Habaqui, capitán del autoproclamado rey de los moriscos, Muley Abdallah Abén Boo, rinde armas y bandera ante Don Juan de Austria, capitán y hermanastro del rey más poderoso de ese tiempo, Felipe II.
Por este motivo, sus integrantes se reúnen en este pueblo cada primavera vestidos de moriscos y cristianos para representar el tratado de paz que dio fin a las guerras entre ellos en 1570. Este escenario de carne y hueso se convierte en un referente para muchos municipios de la provincia, ya que es una puesta valor por la recuperación de sus raíces.
Desde 2013, durante dos días el siglo XVI se apodera de cada rincón del municipio. Sus participantes se pasean orgullosos caracterizados de soldados, nobles y plebeyos. Perfeccionándolo año tras año, son cada vez más las personas que deciden colaborar en esta actividad.
Cómo llegar a Padules
Este pueblo alpujarreño es principalmente conocido por albergar Las Canales de Padules, un divertido recorrido que la naturaleza formado con pozas y caños originados por el río Andarax. Situado entre Canjáyar y Almócita, para llegar al destino se debe coger la A-348 desde Benahadux, en dirección Alhama de Almería, continuando por esta carretera hasta llegar al cruce que indicará la entrada al pueblo. Padules se sitúa a tan solo 50 kilómetros de la capital y unos 50 minutos aproximadamente desde Almería.
¿Qué pasó en la Alpujarra en 1570?
Los padulenses eran conocedores de que la cruz situada en su pueblo tenía un significado histórico detrás. Una vez comenzó su restauración, vecinos del pueblo comenzaron a ponerse en contacto con historiadores con el fin de desvelar la historia de la Alpujarra y de Padules.
Tras una exhaustiva recopilación, descubrieron que la cruz recibía el nombre de Juan de Austria porque Padules había sido el territorio elegido por Don Juan de Austria para implantar su campamento en la guerra contra los moriscos, los cuales se sublevaron en 1568.
Sin embargo, D. Juan de Austria llegaba en 1560 a este pueblo con el objetivo de conseguir un acuerdo de paz, o de lo contrario, vencer a los moriscos. Dos caminos totalmente distintos que podrían haber cambiado el rumbo de la historia, aunque finalmente fue un día de 1570 cuando D. Juan de Austria y Muley Abdallah Abén, rey de los moriscos, pusieron fin a una guerra que estaba desabasteciendo estas tierras.
La base fundamental de la Paz de las Alpujarras es su rigor histórico, ya que todo lo que se expone durante ese fin de semana ha sido supervisado por historiadores y especialistas en materia del siglo XVI.
No hay límite edad para formar parte de esta familia, de hecho, la diferencia de edad, interracial y cultural, posiblemente sea lo que le haga especial.
La Paz de las Alpujarras: actividades durante el fin de semana
Para conseguir semejante celebración repleta de actividades, conciertos y desfiles, todo el pueblo trabaja duro durante el año para que esos días el medievo consiga instalarse en Padules sin dejar ningún detalle al azar.
El desfile de tropas desde la entrada del pueblo hasta la Plaza de la Iglesia, se considera la apertura de este ansiado fin de semana.
Tras llegar a la plaza, se da la bienvenida de mano del alcalde, agradeciendo a todos los visitantes y contribuyentes su presencia. Veteranos y principiantes, sin distinción entre ellos, representan varios bailes medievales con vestimentas acordes al siglo XVI. Cabe señalar que, para poder participar en la recreación, los trajes deben ser obligatoriamente confeccionados por sastres de costura encargados de imitar patrones originales.
Seguidamente, las tropas y el resto de asistentes se dirigen a la apertura del campamento D. Juan de Austria, donde durante la jornada se llevan a cabo actividades adecuadas para todas las edades, dando cabida al entretenimiento y la enseñanza. Toque de tambores, exhibiciones militares, pequeñas escaramuzas, un armero, las damas, o el propio pintor de la corte, son algunas de las recreaciones a contemplar.
En el campamento que solamente cierra a mediodía y durante la noche se pueden presenciar exhibiciones como: la lectura del bando de Santa Fe; disciplina de picas y tiro con arco entre tropas cristianas y moriscas; variedad de talleres de vida cotidiana del siglo XVI (esparto, cocina, cetrería, ordeño de animales…).
Es abrumador como el realismo se apodera del campamento a modo de una acogedora ciudad que en su entonces se disponía para alimenta al ejército de D. Juan de Austria. En definitiva, un homenaje a lo que pudo ser Padules en 1570.
Al día siguiente, el pueblo se despierta con la diana floreada a cargo de la Banda de Guerra del tercio de D. Juan de Austria, dando lugar de nuevo a la apertura del campamento para la jornada del domingo.
Acto de rendición
Este hito está basado en los libros históricos de los historiadores de la época, Ginés Pérez de Hita y Mármol de Carvajal, quienes plasmaron todo lo que sucedía en ese momento en el campamento cristiano situado en el Real de Los Padules del Andarax.
Gracias a su narración se descubre que los moriscos capitaneados por Al Habaqui, interlocutor de Muley Abdallah Abén Aboo, rinde arma y bandea ante Don Juan de Austria, capitán y hermano del rey de España en ese tiempo, Felipe II. De esta manera, D. Juan de Austria finalmente opta por regalarle un anillo al rey de los moriscos debido a su gesto de rendición, llegando así al acuerdo de paz que ponía fin a tres años de guerra.
La Paz de las Alpujarras, un evento conocido a nivel nacional
Desde que Padules emprendió esta exitosa idea, atraídos por el tema han contactado con los organizadores para participar en este festejo. Desde Almansa, Zaragoza, Madrid o Granada, se trasladan grupos a colaborar, enfundarse en elaborados trajes y divertirse recreando el sigo XVI.
Padules se caracteriza de otras ciudades por la posibilidad de representar a los moriscos, debido a que eran la base fundamental de los que vivían en este pueblo alpujarreño, además de turcos, que aparecieron con el fin de ayudar a los moriscos en la guerra contra Felipe II.
Se debe tener en cuenta para aquellos interesados en acudir, que exceptuando la rendición que si conlleva preparación (representación de varios textos teatralmente), no es su objetivo hacer teatro, sino revivir y recrear un hito histórico de la forma más placentera posible.
Broche final a las jornadas
Además, este pueblo destaca en la Alpujarra por ser uno de los más elegidos por sus bares y restaurantes. Unas tapas o un buen solomillo a la brasa del restaurante ‘Barroso’ puede ser un buen plan para poner el broche final a estas jornadas.
La Paz de las Alpujarras podría considerarse la oportunidad idónea para visitar este municipio. Quién sabe si serás el próximo en participar en este acontecimiento cuya magnitud solo va en aumento.