Bullicio. Son muchas las conversaciones que se entrelazan a la vez. Ese jaleo implícito del centro, del corazón de cualquier ciudad, en el camino que va desde la plaza Pablo Cazard y la Escuela de Bellas Artes hacia la plaza de la Catedral de Almería a través de las calles Trajano y Eduardo Pérez. Una vez allí, dejando el templo aparte, no hay arquitectura alguna. No al menos en sí misma, a simple vista, pues es justo lo que pretendían Alberto Campo y Modesto Sánchez, arquitectos de su última remodelación 20 años atrás.

Mirando bien, las veinticuatro palmeras que forman y acogen la plaza no son casualidad. Más altas que la catedral, actúan de columnas para que el espacio luzca como si fuera una nave más. Tiene su razón de ser en que la plaza no eclipse jamás a los edificios que alberga. Gracias a esta sencillez y amplitud, escasa de fuentes o bancos, el protagonismo recae únicamente en la propia catedral y el Palacio Episcopal. Una apuesta por la estética.

Fachada de la catedral de Almería

Si hay algo que llama la atención nada más llegar a la plaza de la Catedral es la imponente fachada de la catedral de Almería. No importa desde qué calle se venga. Con el primer vistazo ya se nota su condición de fortaleza, protectora de los ataques piratas y moriscos que querían atacar la ciudad. Por ello no destacará por su gran altura, ya que así podía defenderse mejor ante las ofensivas de artillería.

La fachada, del siglo XVI, está compuesta por tres cuerpos estéticos en posición horizontal de arte principalmente renacentista con rasgos del gótico tardío. Obra de Juan de Orea, yerno del autor del Palacio de Carlos V de la Alhambra de Granada, su portada busca además de reflejar lo divino actuar de propaganda política del poder de dicho emperador. Puede verse reflejado en los relieves que representan los trabajos de Hércules -una asociación del Estado con los mitos para dotarlos de poder y supremacía-, en el escudo imperial del águila de dos cabezas o en los jarrones decorativos.

Plaza de la Catedral de Almería. | Esperanza Murcia/QVEA

Bajando la mirada, la parte intermedia de la portada está dedicada a la exaltación de la Encarnación de la Virgen María, nombre por el que se conoce a la catedral y la entrada principal del templo. Este acceso responde al clásico arco de triunfo romano que sirve de puente entre el mundo terrenal y el espiritual. En la parte inferior, se observa el escudo del Obispo Villalán, quien mandó a construir la catedral.

Palacio Episcopal

Palacio Episcopal de Almería. | Esperanza Murcia/QVEA

Deslumbrados por el poder de la catedral, si nos giramos y miramos para atrás vemos el Palacio Episcopal. Hablamos de la primera residencia oficial de la alta jerarquía eclesiástica de Almería. El edificio que vemos hoy, de elementos eclécticos, se debe a los arquitectos almerienses Trinidad Cuartara y Enrique López Rull que iniciaron su remodelación en 1894 bajo las órdenes del obispo Santos Zárate. El palacio sigue una estructura cúbica donde se mezclan distintas piezas de estilo medieval y clasicista.

El entorno: el Sol de Portocarrero y el Museo de la Guitarra

La plaza de la Catedral de Almería es la unión de su centro urbano, conectando con los grandes puntos de interés de la capital. Sus vertientes nos pueden llevar hasta la Plaza Vieja donde se encuentra el Ayuntamiento, a la mágica Alcazaba o retornar a las calles más prolíferas de bares de la ciudad.

Pero, ¿y si la bordeamos? Merece la pena descubrirlo. Rodeando la catedral por la izquierda encontramos el Sol de Portocarrero, o Sol de Villalán, un bajorrelieve de rostro antropomorfo rodeado de una cinta renacentista y que es uno de los símbolos oficiales de la ciudad de Almería. Se encumbra en el exterior de la Capilla del Santo Cristo de la Escucha, la más antigua de la catedral y donde se encuentra enterrado el obispo fundador de la misma Fray Diego Fernández de Villalán. En la tradición cristiana, el sol se empleaba como un símbolo de Jesús resucitado.

Sol de Portocarrero en la Catedral de Almería. | Esperanza Murcia/QVEA

Siguiendo el mismo camino, siempre bordeando el templo, llegamos al Museo de la Guitarra. Una buena oportunidad para conocer la historia del instrumento y al creador de la guitarra actual, el almeriense Antonio de Torres. Durante el recorrido, vale la pena observar el arte de la propia ciudad. Las fachadas de sus edificios más antiguos, los grafitis, cuadros del hoy, que decoran sus paredes. Y así, sin darnos cuenta, llegaremos a otro de sus grandes atractivos, la Puerta de los Perdones, un trasunto de la portada principal también obra de Juan de Orea.

Cerrando el círculo, regresamos a la plaza de la Catedral. Nos encontramos de frente al hotel del mismo nombre, construido en una de las viviendas señoriales del siglo XIX y de la que aún se conserva su fachada. Allí podremos degustar un rico pescado gallo pedro, frito o a la plancha, o un sabroso pulpo a la brasa. Son las dos especialidades de la casa que aguarda en su espacio superior una de las mejores terrazas de la capital. Cócteles, platos al centro y pinchos con unas vistas de ensueño, no ya sólo de la catedral sino también del conjunto monumental de la Alcazaba que se contempla al final.

La plaza de la Catedral, el principio de otro camino

Inicio del Camino Mozárabe de Santiago. | Esperanza Murcia/QVEA

Echa la parada, de vuelta a la plaza, hay algo nos llama. Un aviso. Y es que, desde este punto, cuando era ya el final del recorrido, se puede empezar otro camino. El del Camino de Santiago. La plaza de la Catedral de Almería es la partida de una de sus rutas que aun siendo más desconocida no es menos atractiva, la mozárabe. Un final de paseo que puede convertirse en inicio de un nuevo viaje. 

Horarios y tarifas de la Catedral de Almería

Estos son los horarios temporales para visitar la Catedral de Almería. Cabe señalar que están sujetos a posibles modificaciones por parte de la entidad. 

  • Lunes: Cerrado.
  • Martes: 10:30h a 15h.
  • Miércoles: 10:30h a 15h.
  • Jueves: 10:30h a 15h.
  • Viernes: 10:30h a 15h y 16h a 19h.
  • Sábado: 10:30h a 15h y 16h a 19h.
  • Domingo: Cerrado. 

La última entrada tiene lugar 45 minutos antes de la hora de cierre. En cuanto a sus tarifas, son las siguientes:

  • Entrada general (18 a 64 años): 5 euros. 
  • Reducida para mayores (a partir de 65 años): 4,50 euros. 
  • Entrada joven y/o estudiante (13 a 17 años y personas con carnet joven o universitario hasta 25 años): 3 euros. 
  • Grupos (20 personas o más): 3 euros. 
  • Gratuita: menores de 12 años acompañados de un adulto, discapacitados +63%, niños de familias numerosas (hasta 17 años) y empadronados en la ciudad de Almería. 

Para los fieles existe también el horario especial de misa, celebrándose de lunes a sábado a las 9:00 horas (misa conventual y laudes) así como a las 19:30 horas. Los domingos hay una única celebración eucarística a las 11:30 horas, celebrada por el obispo. Para más información se puede consultar su portal web, donde se recogen las últimas noticias. 

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