Almócita se coloca a la cabeza como uno de los pueblos con más encanto de Almería
Almócita se coloca a la cabeza como uno de los pueblos con más encanto de Almería. Se trata de una pequeña población cuidada como ‘oro en paño’ por todos sus habitantes y visitantes. Paseando por ella encontrarás poesías en muchas de sus blanquecinas fachadas, una plaza del pueblo un tanto pintoresca, una Iglesia construida sobre una mezquita, o un Ayuntamiento ubicado sobre un aljibe árabe. Así es Almócita, un territorio de calles estrechas y rincones con historia, que conservan su legado morisco.
Y es que Almócita es de los pocos municipios que ha sabido conservar la arquitectura morisca de la provincia de Almería, sumando a ella un sinfín de arte urbano. El pueblo que conseguía en 2013 el sello de Guiness World Record por construir el candil más grande del mundo, no cesa su constancia por destacar.
Sin embargo, todo esto es simplemente un ápice de lo que queda por descubrir de uno de los lugares más especiales de España, en el que hoy daremos un paseo entre versos.
Cómo llegar a Almócita
Cualquier fin de semana es una buena ocasión para escaparse hasta este rincón de la Alpujarra almeriense, ya que es inusual que no se realicen actividades, talleres, rutas o fiestas en este pueblo a lo largo del año.
Para llegar hasta allí se debe coger la A-348 desde Benahadux, en dirección Alhama de Almería y continuar por la misma carretera hasta llegar al cruce que indicará la entrada al pueblo. Almócita se sitúa a tan solo 54 kilómetros de la capital, llegando al destino en unos 50 minutos aproximadamente desde Almería.
Conocido a nivel nacional, este pueblo de la Alpujarra se ha convertido en un referente cultural, principalmente debido al arte que desprenden sus calles, las cuales son pura inspiración. Además, este municipio con apenas 176 habitantes se corona como un ejemplo a seguir en su lucha contra la despoblación gracias a la cantidad de iniciativas que se han llevado a cabo, y las que continúan en marcha.
Comienzo del paseo por Almócita
Todas las rutas comienzan en un mismo punto, el bar del pueblo. En este caso, Almócita solamente goza de un bar, el Bar de la 3ª Edad. Este se encuentra situado en una pequeña plazoleta, acogedora para pasar ahí sentado horas.
Ocasionalmente en fin de semana, uno encuentra allí el mercadillo, donde poder saborear distintos dulces, o llevarse un recuerdo de sus productos artesanos. De esta forma, no se puede comenzar una ruta sin haber pasado antes por allí, a tomar una tostada de pan rústico de Padules y un café al cobijo de unos rayos de sol.
Ahora sí es momento de iniciar un idílico paseo por sus calles en armonía con la naturaleza. Aunque se debe tener cuidado, ya que resulta sencillo perderse entre todo lo que tienen que ofrecer.
Bajando de la plazoleta del bar se encuentra la plaza de la Libertad, la plaza oficial del pueblo. Una plazoleta atípica comparada con la del resto de pueblos de la zona, ya que es de forma rectangular, ajardinada, con una figura de piedra en su centro y una fuente decorativa.
Justo enfrente se visualiza su pintoresca Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Misericordia, construida a finales del siglo XVII, de estilo mudéjar, con una torre en el campanario que tuvo que ser reconstruida por el deterioro, y que resultó complicado ajustar al modelo original.
Calles vestidas de murales y versos
Desde este punto, la ruta comienza con la misión de descubrir todas las poesías y murales que hay en estado vivo por el pueblo, gran parte elaborados por profesionales durante la celebración de festivales locales.
Atravesando la calle Triana, se encuentra un poema de Mario Benedetti plasmado a gran tamaño en una casa de fachada blanca y pinceladas violetas.
Continuando por esa calle destaca uno de los murales más significativos del pueblo, por la lucha contra la violencia de género. Su asombroso realismo le distingue de los demás. En tonos grises y morados resalta el retrato de una de las tantas mujeres a las que representa. Fue tanta la transcendencia de esta ilustración, que llegó a ser galardonado en marzo de 2018 como uno de los mejores murales por la web internacional de arte urbano.
Dejando a un lado los versos, hay un momento en el que la ruta hace una parada en uno de los barrios con más magia del pueblo, el Barrio de la Judería. Este pueblo que perteneció al Reino de Granada y presenció la rebelión de los moriscos por toda la Alpujarra, ha querido conservar en una pequeña plazoleta este barrio. En ella vivió la comunidad de judíos que hubo asentados en el pueblo, un rincón que mantiene su esencia.
Sin embargo, en este barrio se encoge el corazón al deleitar el Almouseum Arte a Pie de Calle, una exposición que en un principio iba a ser cambiante y que tras ser un rincón tan especial pasó a ser permanente. Estas paredes están acompañadas de marcos con retratos entrañables de vecinos de Almócita, algunos que viven y otros que han dejado ahí su recuerdo.
Figuras relevantes en las calles
Retomando el recorrido por el pueblo, tropezamos con un estrecho callejón con coloridas pintadas junto a fachadas que rebosan geranios y enredaderas. Haciendo referencia de nuevo a la lucha de las mujeres, muchos de estos maceteros tienen pintados rostros de mujeres relevantes como Agatha Christie. Además, luce clavada una frase de la cantante estadounidense Nina Simone: “Te digo lo que es la libertad para mí. No tener miedo”.
Durante este paseo otoñal se encuentran escritos como el poema ‘Renacimiento’ de Antonio Machado en honor a su 75º aniversario; ‘El mundo necesita poesía’ de Suso Sudón’; o estrofas de ‘Platero y yo’ de Juan Ramón Jiménez, acompañado de una colorida ilustración de Platero. Muchos de ellos se bautizaron como rincones bellos de Almócita el pasado 2020.
Un atardecer al detalle semejante a un lienzo, una ruleta que rebosa amor, o un pergamino que parece sacado de un libro con las siluetas de Don Quijote y su secuaz, hacen disfrutar cada paso que das e inspira a cualquier persona que pasea por estas calles.
Si la ruta comenzaba en el bar, suele terminar en el mismo lugar. El Bar de la 3ª Edad es raro no verlo lleno, y es que a su carne con ajos o su carne con tomate no se le resiste nadie antes de dejar el pueblo.